Querido diario:
Los ciegos que están dentro de la pantalla son bastante diferentes a los que están fuera de ella. Si los segundos se aúpan en el siempre largo camino hacia la accesibilidad total, los primeros tienen en la ceguera un ingrediente para convertirse en personajes más atractivos en pantalla, para así tener también la excusa perfecta para potenciar otras habilidades mucho más desarrolladas que la media.
Al Pacino se marcaba un tango envidiable en “Esencia de mujer”, Bjork luchaba a favor de su dignidad en “Bailar en la oscuridad”, mientras que
Jamie Foxx hacia sonar el soul encarnando a Ray Charles...Todos ellos actores que tuvieron que poner freno a su capacidad visual. Especialmente doloroso fue para Jamie Foxx que durante las 14 horas diarias de rodaje tenía pegados sus párpados para que no pudiera ver, cosa que le provocó algunos ataques de ansiedad hasta que se familiarizó a vivir en la oscuridad. Incluso hubo ocasiones en las que sus compañeros de rodaje lo dejaban a su suerte sin recordar que Foxx no podía ver absolutamente nada.
No hay mayor ciego que el no quiere ver dice el refranero popular y eso es convertido en metáfora por Saramago en “Ensayo sobre la ceguera” para definir una ceguera blanca, la provocada por un exceso de información en la sociedad del siglo XXI que nos impide ver lo que realmente es importante. Ahora ha pasado a película y eso me ha servido para recordar a otros ciegos de cine en este reportaje de los psicos de LQYTDiga...
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