Coleccionable Chaplin: "El gran dictador", el Chaplin perdurable y necesario

Coleccionable Chaplin: "El gran dictador", el Chaplin perdurable y necesario

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Querido Teo:

El periodo que transcurre entre “Tiempos modernos” y “El gran dictador” suponen unos años decisivos para Chaplin, el de la muerte de Charlot. Era consciente del paso del tiempo y de una era imprevisible llena de transformaciones, sorpresas y sinsabores. En ese año de meditación, Charles decide prescindir del vagabundo. Ni él era el joven ágil y pícaro de antes ni los nuevos tiempos con la irrupción del sonoro ayudaban a su vigencia. Aunque Chaplin nunca fue partidario del cambio, tuvo que hacerlo, supo llevarlo a cabo demostrando todavía más su genialidad.

Para dar despedida al personaje decide acometer un rol que supone un híbrido de transformación entre el vagabundo y los personajes que desarrollaría posteriormente. Una especie de eclosión que va desarrollándose a lo largo de la película y que comienza con el barbero judío sufriendo los avatares bélicos de aquellos años con más de un “tic” charlotiano para después terminar con un discurso mítico lleno de profundidad y conciencia. “El gran dictador” es un cambio de registro respecto a todo lo que había hecho hasta ese momento, acometiendo el reto de interpretar a dos personajes que suponen la cara y la cruz de la barbarie nazi que ya asolaba el mundo. Y es que Chaplin, desde su lujosa mansión, tuvo bien claro que lo que le pedía el cuerpo no era otra cosa que llevar a cabo una película contra los dictadores, en definitiva, lo que pedía el pueblo. Una vez más Chaplin se lo dio y, más en este caso, demostró una gran valentía al hacerlo.

Si tocaba hablar de dictadores Hitler sería el elemento central. El que amenazaba con ser nuevo emperador mundial tenía todos los ingredientes para pasar a la galería chapliniana, a pesar de su vileza. Las persecuciones contra los judíos era el detonante para que se decantara por un hombre que había nacido el mismo año que él y que, al igual que Charlot, lucía un bigote idéntico como su máximo exponente gráfico. Durante 1938 y 1939 trabaja en el proyecto rodeado de un gran secretismo. En Junio de este último año lleva a cabo unas tomas de voz para probarse a si mismo, así como a Paulette Goddard que volverá a ser su actriz. Los dos superan el reto con éxito, hecho que muy pocas figuras del cine mudo pueden decir.

Chaplin satiriza a todos los dictadores, poniendo la atención en los particulares El 9 de Septiembre de 1939 comienza el rodaje, casualmente cinco días después de la declaración de la Segunda Guerra Mundial. Tras una larga producción y varios remontajes todo queda listo el 15 de Octubre de 1940 con un coste de dos millones de dólares, buena parte de ellos producto del alquiler de las galerías supletorias del General Service Studio ante la imposibilidad de rodar en el Estudio habitual de Chaplin, más pequeño y deudor de una época pasada.

Una vez fue conocida la intención de Chaplin de satirizar violentamente a Hitler y Mussolini se desata una feroz campaña contra él de diversos grupos de presión, algunos incluso incluyendo amenazas de muerte. Y es que algunos sectores conservadores consideran violenta esta actitud de Chaplin frente a los que parecían destinados a conquistar el mundo una vez que Francia, considerada el mejor ejercito de la tierra, había caído también ante las fauces nazis. Alemania inicia las gestiones diplomáticas de protesta amenazando a Hollywood con la prohibición de las películas norteamericanas en el país germano. La industria se alarma y recomienda a Chaplin que abandone el proyecto. Pero nada más lejos de la realidad: “la voy a proyectar ante el público, aunque tenga que comprarme o mandarme construir un teatro para ello, y aunque el único espectador de la sala sea yo”.

El barbero judío y Hannah en los tejados soñando con un mundo mejor“El gran dictador” se estrena en Nueva York el 15 de Octubre de 1940. Allí por primera vez habla en la pantalla. Asiste al estreno desde las últimas localidades del teatro y a la salida dice: “Mi dictador tiene cierto parecido con Hitler. Es una coincidencia que use bigote como el mío, pero yo lo use primero. He tratado de hacer un resumen sobre todos los dictadores. No hay actor que no haya soñado con interpretar a Napoleón. Yo interpreto a la vez a Napoleón y a Hitler, al loco zar Pablo, a todos en uno. La locura es la locura y la brutalidad es la brutalidad, el pueblo las reconoce como tales y no va a dar gritos por eso. Yo sólo lucho contra la persecución de los pequeños y los débiles. He representado a ese hombrecito pisoteado durante 25 años y que puede ser un individuo o una minoría compuesta de numerosos hombrecillos”.

La prensa Hearst le tacha de comunista y Chaplin responde en un artículo en The New York Times saliendo al paso de las críticas por el mensaje final de la película de casi tres minutos con el que el filme es tachado de propaganda: “Para mi es la conclusión lógica de la historia. Para mi es el discurso que el pequeño barbero hubiera pronunciado, el que debía pronunciar. La película dura dos horas y tres minutos. Si durante ese tiempo es pura comedia, ¿no se disculpará que lo finalice con una nota que refleja de manera honesta el mundo en que vivimos?. Mucho más fácil hubiera sido que el barbero y Hannah desaparecieran en el horizonte, rumbo a la tierra prometida, contra el crepúsculo resplandeciente. Pero no hay tierra prometida para los oprimidos del mundo.”

El discurso final de Chaplin es uno de los mayores patrimonios universales que nos ha dado el cine en su vertiente más concienciadaY es que la película no es más que la visión pesimista del hombre sencillo ante una posguerra que deja tras de si familias enteras que fenecen entre los escombros de la barbarie. La película fue prohibida en muchos Estados de la Unión y también en buena parte del globo en el que acechaba alguna sombra de fascismo. En España no sería estrenada hasta 1976, tras la instauración de la monarquía. A día de hoy, sigue conservando los valores con los que fue creada aunque nunca podremos ser conscientes de la auténtica valentía moral y cívica que se puso en su momento con una serie de escenas imborrables y simbólicas como aquella del globo terráqueo que el dictador Hynkel maneja a su antojo y que es la perfecta plasmación de la "psique" dominadora de un tirano.

Estados Unidos comenzaría su particular guerra con Chaplin a raíz de esta película que fue la excusa perfecta para cargarle la losa de ser un comunista. Aún así, la película fue un gran éxito y la única de Chaplin que fue reconocida por la Academia de Hollywood con una nominación a mejor cinta del año. En total optó a cinco estatuillas, entre ellas la única candidatura de Chaplin como mejor actor por su doble papel. Aunque no ganó ninguno, “El gran dictador” es algo más que una película, supone una lección de valentía y de determinación que trasciende lo artístico para alcanzar lo universal. El Chaplin de “El gran dictador” es el más perdurable, el más reconocido, y también el más necesario.

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Nacho Gonzalo (Coronado)

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