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BSO de "El origen de los guardianes"

Querido Teo:

Menudo fin de año que nos está brindando Desplat. Tras el viaje a Oriente Medio con "Argo" y el costumbrismo italiano de "Reality", toca embarcarse en la aventura de los guardianes, para la que el compositor se zambulle sin complejos en una música épica, más próxima a una superproducción navideña como la que nos ocupa.

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BSO de "La vida de Pi"

Querido Teo:

"La vida de Pi" se ha caracterizado por un ejercicio de sublimación de la belleza, a través de una espectacularidad visual que trata de epatar al espectador. Y una gran parte de responsabilidad en este ejercicio estético recae sobre la música de Mychael Danna, de una calidad arrebatadora, que (como es habitual en sus trabajos) aúna con acierto los mundos sonoros orientales y occidentales para crear una de las mejores bandas sonoras del año.

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BSO de "La parte de los ángeles"

Querido Teo:

Director que trabaja con George Fenton repite. Así lo han hecho Richard Attenborough, Neil Jordan, Stephen Frears, Andy Tennant y, ahora, Ken Loach. El compositor londinense, que parecía afincado al medio televisivo o documental, retoma su larga trayectoria en el cine de la mano del genio del realismo social. Juntos forman una pareja cinematográfica tan prolífica como fiel. Ya van dos décadas de colaboraciones desde “Ladybird, ladybird” en 1994. Después llegaron “Tierra y libertad", "La canción de Carla", "Mi nombre es Joe", "El viento que agita la cebada", "Pan y rosas", "La cuadrilla", "Felices dieciséis", "Route Irish" y, en esta ocasión, "La parte de los ángeles".

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BSO de "Golpe de efecto"

Querido Teo:

"Golpe de efecto" da la extraña sensación de ser una película de Clint Eastwood, cuando en realidad él sólo actúa, la dirección corre a cargo de su colaborador habitual Robert Lorenz. La campaña promocional no se ha preocupado en remarcar este hecho, y parece que la música de Beltrami tampoco. Es increíble lo familiar que nos suena la partitura, como si hubiese salido de las manos del propio Eastwood o de su hijo Kyle, de esa colaboración paterno-filial de la que han salido “Invictus”, “Gran Torino” o “Million dollar baby”. Y es en esa línea en la que podemos situar esta banda sonora.

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BSO de "En la mente del asesino"

Querido Teo:

John Debney es uno de los compositores más desconcertantes del panorama hollywoodiense. Su absoluta facilidad para cambiar de registro muchas veces hace que se quede a medio camino. En un mismo año puede firmar las bandas sonoras de "Iron Man 2" y “Hanna Montana: La película”. O pasar de una tontería como “Atrapado en un pirado” a un dramón como “La verdad de Soraya M.” (para quien escribe esto uno de sus mejores trabajos, por cierto). Y aunque ha estado nominado a los Oscar por su trabajo para “La pasión de Cristo” jamás ha obtenido un galardón de ese nivel. Tampoco su nombre se encuentra entre los más reconocidos en cuanto a calidad, y sin embargo no para de trabajar: de tres a cuatro películas por año.

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BSO de "Holy motors"

Querido Teo:

Entre que espectadores y críticos se ponen de acuerdo en si considerar a "Holy motors" como una obra de culto o una ida de olla, pocos pueden rebatir que sus mejores momentos son los musicales. La música, compuesta por el carismático líder del grupo pop The divine comedy, Neil Hannon, se convierte en un ingrediente clave para digerir mejor esta película kafkiana con trama de metacine que, tras haber sido la triunfadora del Festival de Sitges, se consolida como lo más surrealista que nos podemos encontrar en la cartelera.

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BSO de "Reality"

Querido Teo:

Desplat se mueve entre Europa y Estados Unidos con una libertad de la que sólo disfrutan los que de verdad pueden elegir sus proyectos. Un privilegio ganado a pulso por autores como el compositor parisino (en España también tenemos el ejemplo de Alberto Iglesias) que una vez más sorprende con su música para "Reality".

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BSO de "Submarine"

Querido Teo:

Hoy “sólo” es la BSO de "Submarine". En el futuro, se recordará como el debut en solitario de uno de los grandes talentos de la música británica, Alex Turner. El líder de Arctic Monkeys se aleja del estilo indie-rock de la banda y de sus letras llenas de humor adolescente, para brillar con luz propia y demostrar su madurez como compositor y letrista. Y lo hace sorprendiéndonos con un disco romántico sin caer en lo empalagoso, a través de apenas 20 minutos de temas muy breves, que conviene percibir como una unidad.

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BSO de "Sinister"

Querido Teo:

Christopher Young es el compositor que más y mejor miedo logra infundir con sus partituras. Si repasamos su filmografía nos encontramos con bandas sonoras como “Hellraiser” o sus colaboraciones con Sam Raimi, “Premonición” y “Arrástrame al infierno” (también suya es la música adicional de “Spider-Man 3”, aunque no creo que quiera recordar ese trabajo, porque eso sí que da “miedo”). Con el director de "Sinister", Scott Derrickson, ya había trabajado en “El exorcismo de Emily Rose”, y este segundo encuentro trae a un Young renovado. Abandona completamente la orquesta sinfónica por primera vez en su carrera, creando para la película una banda sonora basada en sintetizadores y el tratamiento de sonidos reales, como ruidos y voces que parecen surgidas de lo más profundo.

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BSO de "Ruby Sparks"

Querido Teo:

Nos encontramos ante una pequeña joya para los amantes del cine y de la música independiente. Jonathan Dayton y Valerie Faris, creadores del hito del cine indie “Pequeña Miss Sunshine”, vuelven a apostar por Nick Urata y su estilo gipsy punk y folk. El compositor, que ya había trabajado para la ópera prima de la pareja de directores desde su grupo DeVotchKa, crea para esta ocasión 17 temas de corte extremadamente minimalista, con los que recrea las emociones del romántico protagonista, y el ambiente íntimo y melancólico de la película. A estas piezas se une una selección de cortes independientes, que acompañan a las escenas más enérgicas y optimistas. Temas que destilan buen rollo, entre los que destacan The Lions, Sylvie Vartan y, especialmente, Ca plane pour moi de Plastic Bertrand Lyrics, que ya habíamos escuchado en la película "127 horas" de Danny Boyle. Un necesario toque gamberro, para una historia tan dulce como ácida.