Querido Teo:
Cuando en 1988 el gran Michael Kamen se hizo cargo de la banda sonora de “La jungla de cristal” su aportación quiso ir más allá de la simple musicalización de una película de acción. La decisión de adoptar como tema principal la Oda a la Alegría de la novena sinfonía de Beethoven era una profunda reivindicación política hacia el nuevo peligro inminente. Rusia ya no era el enemigo, y la emergente Unión Europea, representada en aquellos terroristas alemanes, era la nueva amenaza para la supremacía norteamericana. El identificar al mal con el himno oficial de este bloque de estados fue capcioso y, si se quiere, malintencionado. Sin embargo, su efectividad ha sido demoledora y el mensaje político quedó enterrado bajo la genialidad de la melodía beethoveniana. El alegato de libertad y unión fraternal y el heroísmo de la composición fueron más fuertes que aquel mensaje político.