"Warfare: Tiempo de guerra"
La web oficial.
El argumento: Basada en las experiencias reales del ex marine Ray Mendoza (codirector y coguionista de la película) durante la Guerra de Irak. Introduce al espectador en la experiencia de un pelotón de Navy SEALs estadounidenses. Concretamente en una misión de vigilancia que se tuerce en territorio insurgente. Una historia visceral y a pie de campo sobre la guerra moderna y la hermandad, contada como nunca antes: en tiempo real y basada en los recuerdos de quienes la vivieron.
Conviene ver: “Warfare: Tiempo de guerra” es una mirada hiperrealista y descorazonadora de la figura del soldado contemporáneo en los tiempos actuales, alejada de toda epicidad engrandecida por el cine y que no deja de ser gente víctima de las órdenes desnortadas de los que gobiernan los países a los que defienden. La película se centra en una misión de vigilancia en territorio insurgente durante la Guerra de Irak partiendo de las experiencias del ex marine Ray Mendoza que ejerce de codirector y coguionista. La irracionalidad de la guerra y la desolación del campo de batalla recreando con la mayor verosimilitud y precisión posible un episodio de combate que no se busca despersonalizar con la ficción lo que, a pesar del tono eminentemente verista que adopta la cinta exprimiendo todo detalle visual y sonoro, tiene claro (habiendo contado con un reparto joven de garantías con Will Poulter, Cosmo Jarvis, Kit Connor, Michael Gandolfini, Noah Centineo, Joseph Quinn o Charles Melton) en poner nombre y rostro en los títulos de crédito a los soldados reales, mano de obra en el infierno, que acompañaron a Mendoza en su momento ya que lo que se narra parte de sus recuerdos y vivencias en un ejercicio apabullante en lo técnico cuyo realismo engulle a la narrativa provocando un gran desasosiego gracias a un trabajo de sonido, montaje y realización de primera magnitud.
“Warfare: Tiempo de guerra” vive en tiempo real la tensión y confusión del momento de lo que comienza siendo una misión de vigilancia tras ocupar una casa de civiles iraquíes y que termina siendo una ratonera cuando son atacados por los insurgentes. Un trabajo que tiene como principal propósito no bañar de gloria patriotera el momento, ni embellecerlo como ha solido hacer el cine en este género, sino en mostrar los tiempos de espera, desesperación, frustración y peligro escuchando el sonido de las balas, sufriendo heridas y padeciendo la incertidumbre de si saldrán de ese lugar con vida. La guerra vista desde el bando del dolor y del horror en lugar de la gloria y el horror. Un tributo a los caídos y también a los que viven las secuelas físicas y psicológicas de haber sido enviados por su país demostrando lo poco que importa la vida de estos chicos para los que mandan y que se aleja de cualquier sesgo ideológico pero que sí voltea y remueve dando un golpe en el estómago. Una recreación honesta, minuciosa y sensorial bañada de verdad y denuncia sobre la sinrazón de toda guerra que apuesta por la crudeza y la fidelidad y que más que hacer reflexionar e incomodar busca mostrar para poner en dimensión una experiencia muy distinta de la concepción que se tiene de la guerra por telediarios o películas alejándose de toda superficialidad, artificio, dogmatismo o cliché. Una experiencia inmersiva, desoladora y angustiosa que más que como alegato antibelicista, lo que logra ante la fuerza de sus imágenes sin necesidad de enjuiciar, destaca por ser una de las ocasiones en las que ha dado la impresión de estar más cerca de sentir a través de la pantalla lo que es estar en terreno de guerra.
Conviene saber: Nuevo trabajo de Alex Garland tras la no tan distópica “Civil War” (2024).
La crítica le da un SIETE