"Upon entry (La llegada)"

La web oficial.

El argumento: Diego, urbanista venezolano, y Elena, bailarina de Barcelona, se mudan a Estados Unidos con sus visados aprobados para empezar una nueva vida. Su intención es impulsar sus carreras profesionales y formar una familia en "la tierra de las oportunidades". Pero al entrar en la zona de inmigración del aeropuerto de Nueva York son conducidos a la sala de inspección secundaria, donde serán sometidos a un desagradable proceso de inspección por los agentes de aduanas y a un interrogatorio psicológicamente extenuante, en un intento de descubrir si la pareja puede tener algo que ocultar.

Conviene ver: “Upon entry (La llegada)” es una cinta que juega con terrores cotidianos y burocráticos como son los que viven una pareja, él urbanista venezolano y ella profesora de baile española, cuando intentan mudarse desde Barcelona a Estados Unidos para encontrar una nueva vida rica en lo profesional y en lo personal en Miami. Todo hasta que son retenidos en la zona de inmigrantes del aeropuerto de Nueva York en el que hacen escala viviendo toda una pesadilla kafkiana que pone a prueba tanto su estabilidad mental, su relación de pareja, sus verdaderas inquietudes y el futuro que se habían dibujado para sí en el que hay mucho de voluntarismo y salto sin red a pesar de que se ponga sobre la mesa de que entre ellos no se conocen tanto como ellos piensan. Un guión sólido y medido que en apenas hora y cuarto, y sin necesidad de muchos recursos, genera intriga adictiva de altura además de favorecer una reflexión en un ejercicio de ritmo que deriva en claustrofobia tanto física como psicológica a lo que ayuda una tensión “in crescendo” y esas salas de espera y de interrogatorio con mala iluminación, frialdad avasalladora y continua incertidumbre y alienante estupor. Todo ello sin necesidad de acción y con el hecho de estar desconectados de vías de comunicación como los móviles y el poder de la palabra, las revelaciones, los nervios y el sudor frío entre cuatro paredes.

Una situación que les manipula, les enfrenta y les hace enfrentarse a los fantasmas que hay debajo de su aparente felicidad de pareja en un abuso de poder que por un lado es una mirada descarnada a un país como Estados Unidos (lejos de la bienvenida para conseguir el “american dream” en la zona de un aeropuerto que te hace quedar en un limbo jurídico y con funcionarios que sienten la potestad de decidir sobre el destino de uno) y también de hasta que punto uno se autoengaña a sí mismo sobre lo que realmente quiere tanto el uno como el otro en la vida cuando la intimidad de la pareja va saliendo forzadamente a la superficie surgiendo dudas y recelos que ponen en prueba esa relación cuando el pasado llama a la puerta y también ciertas contradicciones que ha llevado a esa pareja hasta ahí y que, aunque reciban finalmente la conformidad para entrar, nunca volverán a ser los mismos. Unos estupendos trabajos de Alberto Ammann y Bruna Cusí, en una empática mezcla de indignación, rabia, frustración y vulnerabilidad que empatiza con el espectador, presionados por unos no menos magníficos Laura Gómez y Ben Temple poniéndolos a prueba y buscando la mentira en sus versiones, mostrando la virtud de la sencillez a la hora de hacer cine sin renunciar al público en una propuesta en la que los directores Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez han aportado también mucho de sus propias experiencias y miedos como venezolanos teniendo una relación con esta premisa mucho más directa e inquietante que de la que afortunadamente se goza en Europa.

Conviene saber: Mejor actor en el Festival de Málaga 2023.

La crítica le da un SIETE