"Un año, una noche"
La web oficial.
El argumento: Ramón y Céline son una joven pareja que se encuentra en el local Bataclan de París la noche del 13 de noviembre de 2015. Durante el asalto terrorista, ambos logran, cada uno por su lado, entrar en el camerino de los músicos y refugiarse allí. Al salir ya no son los mismos. Y no saben si podrán volver a serlo...
Conviene ver: “Un año, una noche” explora el duelo a través de la tragedia vivida en la sala Bataclan de París el 13 de Noviembre de 2022. Un golpe a la sociedad occidental por parte del terrorismo islamista que debido a ocurrir en un centro de ocio, en una discoteca durante un concierto, fue todavía más impactante ante la volatilidad de la vida y la inseguridad permanente de un estado de bienestar aquejado de la polarización como caldo de cultivo del terrorismo. Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant asumen con aplomo, sutilidad y verdad las diferentes fases durante un año en el que esta pareja tiene que recuperarse tras una noche fatídica en la que sobrevivieron, junto a la otra pareja de amigos con la que asistieron a esa sala, pero tienen que lidiar con haber vivido el horror tan de cerca. Él quiere regodearse en ello, pidiendo una excedencia en el trabajo e intentando reconstruir en su cabeza cada detalle del suceso necesitando exteriorizar lo que siente, mientras ella lo que pretende es dejarlo atrás y pasar página no queriendo ver las noticias y no habiéndoselo contado a nadie de su entorno su trauma prefiriendo volcarse en los demás para olvidar lo acontecido. Isaki Lacuesta no se mueve en aspavientos y adopta un ritmo cadencioso en el que todo se desarrolla entre miradas, el fluir de sus cuerpos, conversaciones, reacciones y rutinas afectadas por ese manto que sobrevuela a unos personajes que descubren sus miedos, además, viven en una ciudad (en el caso de él) que les acogió pero que ahora irá unida siempre a lo vivido en esa noche, más todavía siendo un hecho tan mediático.
El director adapta el libro “Paz, amor y Death Metal” de Ramón González, al cual interpreta Nahuel Pérez Biscayart en la película, y baña a la cinta de un aire sensorial y poético que puede resultar plúmbeo por momentos pero también emotivo. Estamos ante el proyecto más ambicioso a nivel internacional de un director que ya ha hablado del terrorismo y de cómo afecta a la sociedad pero aquí nos lleva a la erosión que provoca en una pareja que digiere el drama de diferente manera amenazando ello tanto su convivencia como el sentido que tiene compartir la vida en pareja cuando algo les ha alejado tanto en vez de unirlos más. Una película hermosa y desasosegante sobre una pareja en su lucha de entenderse y seguir juntos sobre un guión reposado y certero que se permite incluso alguna brizna de liberación, compartiendo copas con sus amigos interpretados por Quim Gutiérrez y Alba Guilera, o incluso de humor con el viaje a Barcelona que les reencontrará con una familia a la que han dejado atrás y de la que forman parte Natalia de Molina, C. Tangana y Enric Auquer. Como curiosidad es la sala Apolo de Barcelona la que recrea ser el Bataclan conocido ya para siempre de manera lúgubre por ese atentado y del que les vemos salir a ambos protagonistas con la mirada perdida bajo el plástico plateado hacia ninguna parte más allá del resto de sus vidas. Una íntima historia de amor marcada por la supervivencia y la deformación de realidad atormentándoles el hecho de que los demás no puedan entenderles si ellos mismos no recuerdan lo mismo.
Saltos en el tiempo en una historia que se mueve entre lo vivido, lo recordado y aquello que golpea la cabeza pero que no se sabe si realmente ocurrió o sólo es fruto del shock provocado en la mente contribuyendo a ello un montaje que juega con los tiempos de la narración y un sonido exquisito en el que todo cuenta. En todo caso Isaki Lacuesta prefiere centrarse en ellos, en su proceso y en las acciones que desencadenaron ello no poniendo la mirada ni en los terroristas ni en los muertos que no tuvieron la suerte de salir de allí con vida. Con sencillez, verdad y sin melodramatismos y efectismos. Ellos también son víctimas a pesar de haber sobrevivido, erosionados por el trauma aunque sean sepultados por los fallecidos, el eco mediático del morbo y el paso del tiempo que hace que unas tragedias eclipsen a otras. Todo en una cinta en la que también se habla de los condicionantes del racismo en una Francia multicultural y marginal, el desamparo fruto del desarraigo para el que no es de ahí, o en el hecho de que alguien sólo reaccione ante una tragedia a la hora de darse cuenta de que no se sentía tan realizado con su vida como pensaba. Un trabajo interesante, respetuoso y modélico que va del dolor individual al colectivo y que demuestra como cada hecho, por muy fortuito que sea, nos cambia para siempre y de diferente manera, o bien lidiando con ella pero saliendo hacia adelante o bien arrollado por la angustia para siempre como demuestra un final ambiguo y purificador de llegada a meta que se permite incluso generar desconcierto e interpretaciones de hasta qué punto lo que nos proyecta nuestra mente es real o ensoñación, angustioso o conmovedor según el caso.
Conviene saber: A competición en el Festival de Berlín 2022 y en la sección Perlas del Festival de San Sebastián 2022.
La crítica le da un SIETE