"Por todo lo alto"
La web oficial.
El argumento: Thibaut es un director de orquesta de renombre internacional que viaja por el mundo. Cuando se entera de que es adoptado, descubre la existencia de un hermano, Jimmy, un empleado de un comedor escolar que toca el trombón en una banda de música en el norte de Francia. Al parecer todo les separa, excepto el amor por la música. Al detectar las excepcionales habilidades musicales de su hermano, Thibaut se propone reparar la injusticia del destino. Jimmy entonces comienza a soñar con otra vida...
Conviene ver: “Por todo lo alto” es una película dirigida al público más amplio y en la que todo funciona terminando siendo un lugar feliz en la historia de dos hermanos muy diferentes que, después de desconocer la existencia del otro, se encuentran, cuando uno de ellos descubre que en realidad es adoptado cuando le es diagnosticada una enfermedad, y que acaban unidos por una banda de pueblo que les hará cambiar el destino que cada uno tenía pensado para sí mismo. Thibaut es un director de orquesta afincado en París al que le diagnostican leucemia tras el desmayo durante un ensayo con su orquesta mientras que Jimmy trabaja como empleado de un comedor escolar y toca el trombón en una banda municipal amateur en un pueblo a las afueras de la capital francesa. Es ese elemento el que les unirá tras haberse desarrollado en entornos y vivencias diferentes y que pondrá de manifiesto el clasismo de una sociedad que te estigmatiza y define en base al origen y educación de cada uno y que también se representa en esa concepción de la música que va desde la culta y refinada sostenida en las cuerdas a la más de calle entre fanfarrias e instrumentos de viento. “Por todo lo alto” está dirigida por Emmanuel Courcol que ya se introdujo en lo que suponía de reparador y liberador el teatro para un grupo de presos en “El triunfo” (2020). Ahora hace lo propio con una banda de música que si para uno de los hermanos supone conectar con la pureza de la pasión musical más allá del elitismo competitivo del mundo del que parte, para el otro supone una vía de escape e una vida rutinaria, precaria y sin expectativas. La música como puente de entendimiento, lenguaje común, flujo de sentimientos y conexión emocional para dos seres distantes y recelosos del otro, separados por los condicionantes del abismo social, que acaban intentando recuperar todo el tiempo perdido encontrando en el otro el complemento que les falta en el contraste entre la negritud de los colores de auditorios ajenos al mundo exterior donde toca la orquesta de la que proviene Thibaut y los ribetes y la luz de la banda de la que forma parte Jimmy nutriéndose del espíritu colectivo y del sentimiento de las calles.
Benjamin Lavernhe y Pierre Lottin están estupendos en una cinta que hace reír, llorar y reflexionar sobre lo importante que son determinadas personas para nosotros y el poder transformador que tienen las mismas y también una música que aquí se presenta como un elemento de unión, fraternidad e igualdad ya que la pasión por la misma no supone de requisitos sociales ni de tener más o menos conocimientos sobre la materia dejando atrás egos, envidias y rencores. Al igual que en la propia película lo importante es dejarse llevar por lo que transmite, sin escepticismos ni prejuicios, ya que estamos ante una apuesta reconfortante, luminosa y que, sin inventar la rueda, no cae en estereotipos ni recursos sentimentaloides. Es verdad que la cinta sigue una fórmula tan predecible como efectiva, metiendo también algo de compromiso político y social con la lucha sindical en pequeñas poblaciones (no siendo casualidad que Robert Guédiguian sea uno de los productores), drama familiar, secundarios robaescenas y momentos musicales que van de Dalila a Aznavour pasando por Ravel con su Bolero como punto de encuentro, pero sobre todo está planteada con honestidad, humanidad y corazón tratando con cariño a sus personajes y a su entorno contribuyendo a hacer un mundo más empático, solidario y en el que las emociones fluyan y nos hagan entendernos mejor a nosotros mismos, abrirnos a los demás y también a esas pequeñas pasiones que mueven el mundo con el sonido de una partitura rellenando los momentos de confusión, silencios, inseguridades y frustraciones. Una “feel good movie” muy francesa en su temática y personajes pero con ese compromiso obrero británico que le lleva a recordarnos a la cinta “Tocando el viento” (1996). Una delicia de cine popular, amable y accesible con música como leitmotiv a través del sentimiento familiar del que se forma parte y que va más allá de lo genético suponiendo una apuesta imprescindible para salir con muy buen sabor de boca y con el alma reconfortada tras su visionado confiando todavía, a pesar de las dificultades, en un mundo humanista y de esperanza.
Conviene saber: En la sección Cannes Première del Festival de Cannes 2024, Premio del Público del Festival de San Sebastián 2024 y 7 nominaciones en los César 2025.
La crítica le da un OCHO