"Plan 75"

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El argumento: En Japón, en un futuro cercano, el envejecimiento de la población se acelera. El gobierno estima que, a partir de cierta edad, los mayores se convierten en una carga inútil para la sociedad e implementa el Plan 75. Dicho programa propone a los ancianos un acompañamiento logístico y financiero para poner fin a su vida. Una candidata al Plan 75, Michi, un reclutador del gobierno, Hiromu, y una joven auxiliar de enfermería filipina, María, se ven enfrentados a un pacto mortífero.

Conviene ver: “Plan 75” es una cinta que habla sobre la alienación de un mundo que arrincona a sus mayores en una sociedad en la que no se les da el valor añadido que poseen. Una distopía no muy alejada de nuestros tiempos en forma de reflexión sobre un mundo que se aleja del ser humano para potenciar la juventud y eliminar la senectud al llegar a una determinada edad lo que convierte a esta temática en inevitable y escalofriantemente real. Un trabajo sobrio y medido que, en definitiva, encierra un mensaje que habla sobre el hecho de que son los pequeños actos de cada uno los que mueven al mundo más allá de un decreto gubernamental consecuencia de una sociedad envejecida como la del Japón actual lo que lleva a que lo que se cuenta en la película no nos parezca alejado de un tiempo en el que la soledad y la esperanza de vida aumenta y en la que no se pretende ser una carga para la comunidad. Todo en una sociedad criada en no pedir ayuda y en atajar ellos mismos sus problemas resignándose a su situación. Una mirada a la vejez que supone una etapa de la vida a la que el cine japonés siempre ha prestado atención desde Yasujirō Ozu hasta nuestros días y que ahora ofrece esta solución política ofreciendo una compensación financiera y acompañamiento en esa fase final.

Chie Hayakawa nos expone un sistema a través de tres personajes; el de una viuda que quiere acogerse al plan, un joven agente del gobierno que recluta ciudadanos para recibir esa muerte asistida y una enfermera filipina que limpia el rastro de los cadáveres. Un manto de tristeza impregna a una cinta abordada con delicadeza y con humanidad, pero que en su conjunto es algo fría aunque la música sea tendente a subrayar emociones así como un lirismo que supone la concesión oriental a la historia. Chieko Baïsho emociona como esa anciana abocada al suicidio asistido por una sociedad en la que no encuentra trabajo ni compañía, entendiendo que no merece la pena vivir si el individualismo impide tener relaciones con los demás, y que termina siendo el corazón de la historia de un reflejo de una incomunicación congénita en el que la burocracia y el papeleo destruye todo atisbo de sensibilidad y empatía. Un escenario al que nos abocamos en un momento en el que el individualismo nos lleva a ser sólo un número ante un mundo vertiginoso que no se preocupa de los demás y que inculca a sus ciudadanos mayores la idea de que ya son una carga, lo que lleva a que lo que se cuenta en la película no nos sea ajeno y que nos lleva al hecho de que, a pesar de todo, el mayor es fin es que alguien pueda acordarse de nosotros cuando ya no estemos.

Conviene saber: En Una cierta mirada del Festival de Cannes 2022 y representante de Japón para el Oscar 2023 a la mejor película internacional.

La crítica le da un SIETE