"Pinocho"
La web oficial.
El argumento: Versión musical en animación stop motion de “Pinocho”, ambientada en Italia durante la década de 1930.
Conviene ver: "Pinocho" todavía tenía, al menos, una versión más que ser contada y esa es la de Guillermo del Toro para Netflix pasando a ser uno de los títulos más destacados del último trimestre del 2022 después de que el director lleve preparando el proyecto una década no llegando hasta el momento en que Netflix le dio carta blanca. El clásico de Carlo Collodi ha tenido infinidad de adaptaciones, algunas muy recientes como las de Matteo Garrone y Robert Zemeckis, pero siempre teniendo como referencia el clásico animado de Disney que añadió ternura a una historia ya de por sí sórdida y oscura. Guillermo del Toro da rienda suelta a su imaginería visual con un rico y apabullante stop motion en una propuesta musical que ha tenido a Alexandre Desplat como aliado.
Una historia clásica que tira de elogiable artesanía y que funciona tanto en lo narrativo y visual como alegato político en un mundo oscuro y siniestro representado por las sombras de la Italia carcomida por el crecimiento del fascismo. Imaginativa y excéntrica, es un mecanismo perfectamente engrasado que combina ternura, humor y aventura con mimo y devoción por el culto de esta historia a lo largo de varias generaciones. Guillermo del Toro puede llevarnos a su característica fantasía pero ello no termina más que siendo un pretexto para hablar de algo más importante que, en definitiva, es lo que llena a esta aventura que no es otra que lo que a uno le hace ser humano, impregnándose en esa icónica relación entre el carpintero Gepetto y su hijo de madera.
Hiperrealista y macabra, personal y rebelde, y con un marcado carácter sobrenatural y musical, “Pinocho” no necesita subrayar el drama implícito de la historia (lo que lleva a que un Gepetto deprimido y alcoholizado cree a Pinocho) frente a la desbordante personalidad de un Del Toro que imprime su sello a la historia desde el primer minuto de metraje. El mexicano reinventa y da fuste a una historia sobradamente conocida a la que imprime de magia, alma y empuje comprometido para no agacharse y esconder la cabeza cuando el futuro no se presenta halagüeño por el auge de extremismos y populismos. Pinocho consciente de su imperfecta condición y como símbolo de soldado invencible por su condición para una Italia fascista en un momento en el que cada gesto implica un posicionamiento y en el que la inocencia y el egoísmo de uno puede ser aprovechado para aviesos fines.
La fotografía y la iluminación dan empaque a la historia de un crío impetuoso e inconformista que sólo quiere ser aceptado, tanto por la sociedad como por su padre, y que logra transmitir vida ante ese ecosistema creado por el director rico en el detalle y que vale la pena por el retrato del desconcierto de una época en la que Benito Mussolini vestía a su país del color de las camisas negras avivando el miedo y la sensación de incertidumbre utilizando el circo, las escuelas y cada oportunidad como centros de alistamiento y de propaganda para el arraigo de esas ideas. Una adaptación personal que logra alejarse del clásico lo suficiente para respetarlo y hacerlo reconocible pero también para darle un toque personal propio del director que sí que tiene como principal hándicap que el poderío visual de sus imágenes supere ampliamente al aspecto musical de una cinta que, a pesar de sustentarse en esta faceta, no deja para el recuerdo números ni temas especialmente memorables. Una versión singular e inclasificable que funciona como alegato político sobre la libertad y sobre la relación entre padres e hijos.
Conviene saber: Guillermo del Toro comparte los créditos de dirección con el especialista en stop motion Mark Gustafson y ha contado en su versión original con las voces de Ewan McGregor, Cate Blanchett, John Turturro, Ron Perlman, Christoph Waltz y Tilda Swinton.
La crítica le da un SIETE