"Peter Von Kant"
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El argumento: Peter Von Kant es un director de cine de éxito. Vive con su asistente Karl, a quien le gusta maltratar y humillar. Sidonie es la gran actriz que fue su musa durante muchos años. Ella es quien le presenta a Amir, un apuesto joven de escasos recursos. Peter se enamora de Amir al instante y le ofrece alojamiento en su apartamento y ayudarle a entrar en la industria del cine. El plan funciona, pero en cuanto adquiere fama, Amir rompe con Peter, dejándole solo para enfrentarse a sus demonios.
Conviene ver: En “Peter Von Kant” sobrevuela el espíritu del director Rainer Werner Fassbinder en la que es una libre adaptación de “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant” (1972), una de las piezas fundamentales del transgresor director alemán y en la que el poder tan arrebatador como demoledor de la fascinación ante la belleza adopta tintes vampíricos en esa relación que se establece entre el creador y su objeto de deseo. François Ozon, siempre prolífico, regresa al universo de un director que ya exploró en “Gotas de agua sobre piedras calientes” (2000) (adaptando un proyecto inacabado que emprendió el alemán en su juventud) en esta gozosa pieza de cámara, desinhibida y en la que el arte, la pasión y los demonios personales se dan la mano potenciando aquí el hecho, más allá de la original, de que en realidad quien protagoniza la historia es un alter-ego de Fassbinder.
En la que podría haber sido una obra menor del director francés encontramos un arrebatador homenaje a la figura de Fassbinder (e incluso también a Oscar Wilde con ese retrato gigantesco del joven bello y amado mientras el protagonista divaga sobre como todos los hombres matan a lo que aman) sin renunciar al propio sello de François Ozon que no se sabe nunca hasta qué punto pretende parodiarse también a sí mismo en una propuesta llamativa en la que todas las piezas encajan y los actores se ven contagiados por un “timing” envidiable en el que todo fluye. Denis Ménochet (con el que Ozon ya trabajó en "En la casa" y en "Gracias a Dios") ofrece un trabajo torrencial como un director de cine, el Peter Von Kant del título, que navega entre la virilidad y la fragilidad y que vive de la gloria del pasado encerrado en su apartamento con la única presencia de su mudo, paciente y gestualmente cabaretero asistente, Karl, un impagable Stefan Crepon que ofrece los mejores momentos de la cinta, tanto en lo cómico por su hieratismo como siendo testigo de todo lo que allí acontece ejerciendo de perplejos ojos del espectador.
“Peter Von Kant” se mantiene como un conjunto singular y que inunda de farsa, sin serlo decididamente, entre lo divertido, lo absurdo y lo doloroso, un retrato vistoso sobre el deseo, el mito del Pigmalión y, sobre todo, una relación marcada por la soledad, el sexo y el sadomasoquismo, más psicológico que físico por un director cuarentón que pierde toda su cordura cuando entra en su vida un joven veinteañero de origen islámico del que se queda prendado y al que promete convertirle en su próxima gran estrella. Una vampirización retratada de manera brillante cuando lo pone por primera vez frente a la cámara quedando justificando el cambio de la diseñadora de moda de la Von Kant de Fassbinder al director de cine del Von Kant de Ozon pero con continuos guiños completando el triángulo que lleva a que la canción que sonaba en la película "Querelle" de Fassbinder, basada en un poema de Wilde, suene aquí también interpretada por Isabelle Adjani.
Una cinta bien armada en lo dramatúrgico, con esa querencia por lo teatral del director y el hecho de que todos en la vida estén en escena representando un papel, en lo visual y en lo devastador de una pasión tan excitante como arrolladora estableciéndose una relación de poder que alcanza sus mejores momentos gracias a la labor de un Ménochet que inunda la pantalla con su físico mostrando tanto la fuerza en su vertiente impositiva como su vulnerabilidad al quedar como un cervatillo herido ante los caprichos y devaneos de un joven amante que pronto demostrará más interés por la fama y sus veleidades caprichosas que por sentir un verdadero flechazo por el director lo que inunda de patetismo al conjunto y le hace enfrentarse al protagonista con sus fantasmas y con el paso del tiempo emergiendo su faceta de niño malcriado
“Peter Von Kant” redondea el interés del proyecto por el hecho de que en el reparto podamos ver a dos actrices míticas. Por un lado una luminosa Isabelle Adjani dando vida a Sidonie, la primera gran actriz y colaboradora de Von Kant, y por otro la veterana Hanna Schygulla en el papel de la madre de ese director y que supone un guiño a la película de la que toma título y a toda la iconografía del universo de Fassbinder. Ozon pocas veces falla y desde luego esta no es una de estas ocasiones siendo capaz de homenajear al mito dándole nuevos bríos y contextos, reinventarlo llevándolo a su terreno y también el poder divertirse con ello extrayendo incluso algo de luz frente a la inclemencia de una obsesión desmedida.
Conviene saber: Inauguración en el Festival de Berlín 2022 y participante en la sección Perlas del Festival de San Sebastián 2022.
La crítica le da un SIETE