"Memorias de un caracol"

"Memorias de un caracol"

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El argumento: Australia, años 70. Grace Pudel es una niña solitaria e inadaptada, aficionada a coleccionar figuras decorativas de caracoles y con una devoción profunda por las novelas románticas. La muerte de su padre cuando tan solo es una niña, la lleva a tener que separarse de su hermano mellizo, Gilbert, lo que la aboca a una espiral de ansiedad y angustia. Sin embargo, la esperanza vuelve a su vida cuando conoce a una excéntrica anciana llena de determinación y amor por la vida llamada Pinky, con la que entablará una larga amistad que le cambiará la vida para siempre.

Conviene ver: “Memorias de un caracol” es una de las delicias animadas de la temporada siendo el segundo largometraje de Adam Elliot, todo un artesano de la técnica animada en “stop motion” que en sus historias da dignidad y reivindica a los marginados teniendo como principales credenciales el Oscar por el cortometraje “Harvie Krumpet” en 2004 y el éxito crítico de culto de su película “Mary and Max” en 2009. “Memorias de un caracol” parte de lo que le cuenta Grace, tras perder a su mejor amiga, a un caracol al que llama Sylvia, en honor a Sylvia Plath, la escritora favorita de su padre. Ahí conocemos la historia de Grace y Gilbert, la historia de dos mellizos que pierden a su madre en el parto y que pasarán la infancia con su padre, un director de piezas en “stop motion”, que tras quedar parapléjico tras un accidente se deja llevar por el hastío, el alcohol y la somnolencia, refugiándose en las películas, los libros y el cariño entre ellos frente a la marginación y el acoso al que les somete la sociedad; ella por ser rara y por su labio hendido, él por ser solitario y diferente. Tras la muerte del padre, ambos hermanos verán separados sus destinos siendo llevados a distintas familias de acogida y si bien Gilbert sueña con ser artista callejero en París, tiene tendencias pirómanas y lee “El guardián entre el centeno” y “El señor de las moscas”, Grace (encerrada en sí misma estableciendo la analogía con el animal que da título a la cinta y con el que tanto se identifica por sus antenas retraídas y su caparazón en forma circular) sufrirá las consecuencias de una pareja de “swingers” que la abandona y una posterior relación tóxica con un hombre interesado y fetichista mientras se ve inspirada por Pinky, una anciana desinhibida de alma vitalista fruto de ser superviviente nata de una intensa vida que, además de bailar claqué frente al Alzheimer y  hornear hachís de jengibre para frenar la artritis, será la que logre que Grace crea en sí misma y no pierda la fe en volver a saber de su hermano.

Una cinta rodada con suma exquisitez y gusto, sin rastro del GGI en un proceso laborioso, metódico y controlador por parte del director que le ha llevado ocho años, centrándose en la historia de dos hermanos con especial conexión que son obligados a ser separados. La cinta lleva a cabo un magistral equilibrio entre la sensibilidad emocional, el humor negro y el drama en clave de fábula perversa de manera libre, arriesgada y conmovedora. No sólo por una estética sombría que rodea a esas figuras de plastilina de encanto extravagante y personalidad entre la ingenuidad e inocencia y la fuerza y la determinación, sino por una narración que roba el corazón teniendo suma capacidad para hacerte reír y llorar con el mismo fotograma. Adam Elliot crea personajes ricos en una fábula amarga desarrollada en la Australia de la década de los 70, 80 y 90 pero que no renuncia a la esperanza frente a crápulas estafadores, jueces masturbadores o dogmáticos de la fe que pretenden convertir al diferente por su condición.

Una película de apariencia infantil y contenido adulto tanto por su surrealismo como por su vertiente psicológica que, abrazando por momentos el cuento “dickensiano”, parte de la inseguridad e inadaptación de su protagonista, encerrada en su mundo y vapuleada por los sinsabores de la vida y también por las personas que se aprovechan de la bondad y sacrificio de unos, para enseñar todo un canto vital a salir de ese caparazón en el que las circunstancias pueden anclarte y que, pese a los problemas y complejidades de una vida para la que no nos enseñan las claves, siempre hay que vivirla hacia adelante dejando atrás un pasado de dolor y miedo. Una reivindicación tan lúcida como provocadora de la propia identidad y de la diferencia como baluarte para llenar con la luz del amor y la comprensión la oscuridad de un mundo complejo en una apuesta valiente que sin concesiones habla de temas como la soledad, la incomprensión, el maltrato psicológico, la violencia, el “bullying” o la salud mental pero también de saber conectar con los demás sin renunciar a la personalidad y a los sueños de uno porque sólo hay una vida que vivir y la felicidad cada uno la encuentra a su manera pero siempre con el amor hacia uno mismo y hacia los demás como principal instrumento para ello. “Memorias de un caracol” es toda una joya que aúna lo macabro y lo extravagante con lo luminoso y lo tierno invitándonos a dejar atrás nuestros miedos y mirar siempre hacia adelante.

Conviene saber: Tras salir ganadora en el Festival de Annecy 2024 y ser proyectada en la sección Perlas del Festival de San Sebastián 2024 la cinta ha sido nominada como mejor película de animación en los Globos de Oro 2025, los Critics’Choice 2025 y los Oscar 2025.

La crítica le da un OCHO

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