"Los últimos románticos"
La web oficial.
El argumento: Irune, una mujer insegura, solitaria y con tendencias hipocondríacas, trabaja en una fábrica de papel situada en las afueras de un pueblo industrial en Álava. Su vida se limita a un reducido círculo de conocidos: sus compañeros de trabajo, una vecina con la que comparte algo parecido a una amistad y un operador de Renfe a quien consulta horarios de trenes que nunca toma. Su frágil equilibrio estallará cuando se detecte un bulto en un pecho, lo que coincidirá con un conflicto laboral en el que se ve implicada. Es entonces cuando su vida toma un giro inesperado, ofreciéndole la oportunidad que, quizás sin saberlo, siempre había estado esperando.
Conviene ver: “Los últimos románticos” es el segundo largometraje del director David Pérez Sañudo adaptando la novela de Txani Rodríguez y que se centra en una mujer que vive en un mundo de pequeñas rutinas y cierto derivar hacia ninguna parte poniéndose todo patas arriba cuando descubra que tiene un bulto en el pecho y se vea inmersa en una situación de inminentes despidos en la fábrica que trabaja. Una apuesta naturalista en la que Irune tiene que enfrentarse a la vida de hoy en día lastrada por las claves que le fueron enseñadas en un pasado y que no encajan en la sociedad de hoy. Un retrato social que ha creado su propio ecosistema de espaldas al mundo potenciando su desconexión emocional de todo ello en una cinta austera que conecta con el cine de los hermanos Dardenne y en el que la protagonista romantiza una época pasada frente a un presente poco motivante y un futuro incierto. Una historia de perdedores mundanos que intentan sobrellevar como pueden una existencia en la que las cartas están marcadas y sólo pueden aspirar a no ser golpeados por la realidad en la otra mejilla.
Miren Gaztañaga cumple con nota las vicisitudes de un rol complejo, con mucha vida y conflicto interior, solitaria, complicada y con miedo al cambio que se ve como una “rara avis” a ojos de los demás pero en el que sobre todo hay mucho del pesar de una mujer que, a pesar de haber hecho todo lo que se suponía que tenía que hacer, tiene un trabajo precario sin aspiraciones y vive anclada en la soledad. Una persona con problemas para relacionarse con los demás (pero que tampoco encuentra nadie de su entorno que quiera entenderla de verdad) y que es presa de un entorno postindustrial y de decadencia que atañe también a su propia vida y al duelo que encierra en ella misma. Una historia de tantas a la orden del día en la que hay insatisfacción vital sobre un mundo en decadencia de relaciones fugaces e impersonales, inestabilidad laboral, crisis medioambiental, recortes sanitarios y ecos nostálgicos de un pasado en el que la tecnología ha suplido los contactos que se establecían en una noche de discoteca o el encanto de los extintos cines de barrio. Un retrato sutil y orgánico de una mujer de clase obrera que destila autenticidad en un ejercicio imaginativo y personal entre lo sombrío y lo desesperanzado que encuentra en rescoldos de fantasía cierto antídoto frente al aislamiento y un dolor incrustado que no se verbaliza. Un drama social modélico e inteligente, alejado de efectismos o esperanzas forzadas, que pivota sobre una protagonista en proceso de afrontar su vulnerabilidad y recomponerse para poder encontrar algún asidero que le haga poder seguir adelante.
Conviene saber: En la sección New Directors del Festival de San Sebastián 2024.
La crítica le da un SIETE