"Living"
La web oficial.
El argumento: Londres, en la década de los 1950. Williams es un veterano funcionario enterrado bajo el papeleo de la oficina mientras la ciudad se reconstruye después de la II Guerra Mundial. Al recibir un demoledor diagnóstico médico, vacía su cuenta de ahorros y se dirige a la costa. Se promete hacer de sus últimos días un tiempo significativo, pero se percata de que no sabe cómo hacerlo. Después de que un misterioso desconocido lo lleve a la ciudad, Williams se siente intrigado por una joven compañera de trabajo que parece poseer la vitalidad que él había perdido. Con la ayuda de su optimista colega, Williams pone todo su empeño en hacer feliz, de un modo sorprendente, a su entorno...
Conviene ver: "Living" es la prueba de que hay clásicos que pueden abordarse para las generaciones actuales abordándolos con respeto y sin ser un remake funcional e insustancial. El clásico inmortalizado por Akira Kurosawa se traslada a la Inglaterra de la década de los 50, un país arraigado todavía en el clasicismo victoriano y, sobre todo, en las consecuencias de una guerra que ha dejado al país herido y desesperanzado refugiándose en la rutina. Es lo que le ocurre al señor Williams y a todos los que trabajan con él desplazándose cada mañana en tren al centro para acudir a la clásica oficina en el que trabajan rodeados de papeles pero sin agobios porque las agujas del reloj pasan lentamente y nunca surge un asunto realmente urgente. Es por ello que el señor Williams ha ido perdiendo todas las pasiones de su vida e ilusiones de juventud en un anodino trabajo que ni estimula ni supone un reto. Una vida gris que, curiosamente, comenzará a tener visos de color cuando un médico le de un terrible diagnóstico sobre su salud y sea ahí cuando alza la cabeza al frente intentando descubrir otra forma de vivir justo en la recta final, algo a lo que le ayudará una joven compañera de trabajo.
El premio Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro ha sido el encargado de escribir la adaptación de una historia que es tan sencilla como la propia vida, sin artificios ni grandes ritmos, más allá de verla pasar a través de los ojos de un hombre que es capaz de abrirlos antes de que sea demasiado tarde para conocer sensaciones que o bien sentía perdidas o que nunca había disfrutado ahogado por un trabajo aburrido. Una cinta que se mueve en una fotografía que transpira la textura de la época y también cierto halo sombrío por todo lo que tiene de negritud ante lo que se enfrenta el protagonista pero también con la luz necesaria que muestra una conversación, una película en el cine o una canción capaz de evocar recuerdos. Amable, tierna y emotiva siendo abordada con una sencillez abrumadora en la que no hace falta que ocurra mucho para que el sentimiento cale a través de un inspirado y sutil Bill Nighy que hace de la sobriedad virtud como ese caballero inglés paradigmático, de ademanes refinados, bombín y flema.
Una sentida elegía sobre el valor de la vida y de las pequeñas cosas así como de la juventud perdida a través de un guión profundo y bello, una estética elegante y reparadora y una interpretación de Bill Nighy que le lleva a hacer su trabajo más complejo a pesar de que no le parezca aliándose a la luz que destila una efervescente Aimee Lou Wood. Ambos se complementan a la perfección siendo dos personas que encuentran en el otro un espejo que le da paz. Ella encuentra la experiencia y la estabilidad ante los alocados años propios del desconcierto iniciático mientras él repara en lo que fue una juventud que creía olvidada y en la que no había límites porque todo estaba por vivir y sentir. La heroicidad de un hombre normal y corriente que encuentra en poder impulsar la normativa para construir un parque infantil en su comunidad su último gran objetivo vital para poder irse en paz y tener la sensación de contribuir a un legado para los demás. Un homenaje a una época y a una forma de ver la vida que supone una de las cintas más desoladoras pero a la vez edificantes de la temporada. 70 años después un clásico que renace para un nuevo tipo de espectador siendo su mensaje más pertinente que nunca en una época en la que crece la soledad y la desesperanza ahogados por la rutina y con el riesgo de olvidarse que la vida está precisamente para vivirla aunque sea con algo tan tierno y sencillo como balancearse en un columpio cantando la canción The Rowan tree bajo la nieve.
Conviene saber: La cinta de Oliver Hermanus ha pasado por Sundance, Venecia y San Sebastián consiguiendo el premio a mejor diseño de producción en los BIFA 2022 del cine independiente británico y el premio a mejor actor en la Asociación de Críticos de Los Angeles (LAFCA).
La crítica le da un SIETE