"La patria perdida"

"La patria perdida"

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La web oficial.

El argumento: Serbia, 1996. Durante las manifestaciones estudiantiles contra el régimen de Milosević, Stefan, de 15 años, tiene que pasar por la revolución más dura de todas. Tiene que enfrentarse a su amada madre, portavoz y cómplice del gobierno corrupto contra el que se levantan sus amigos.

Conviene ver: “La patria perdida” nos lleva a la Serbia de 1996 para contar la desilusión e indignación de una generación que se enfrenta al poder establecido y que se ha sustentado en un sistema corrupto que nos lleva del prisma social al familiar cuando un adolescente se ve obligado a alzar la voz incluso frente a su madre, portavoz de ese gobierno cuestionado al que defiende desde las pantallas de televisión siendo imagen del mismo y que es frente a lo que se rebelan las calles y también los amigos del joven, tras manipular los resultados de las elecciones locales. El director Vladimir Perisic conecta con películas como “Alemania, año cero” (1948), “Papá está en viaje de negocios” (1995), “Good bye, Lenin!” (2003) o “Quo vadis, Aida?” (2020) y con su propia experiencia real como hijo de una madre que trabajó en el gobierno de Milosević hablando de como la mirada juvenil está influida por los actos de sus padres y de como un país va a la deriva pasando de esa Yugoslavia bucólica en la que el chico recoge nueces con su abuelo en el campo mientras éste cuenta batallitas y el inicio a una negritud marcada por la sombra de la sospecha de un fascismo en el que los ciudadanos son sólo marionetas moldeables o, por el contrario, disidentes a los que hay que silenciar. Una cinta rodada en analógico que supone no sólo un retrato generacional sino también un viaje de madurez de ese joven que abre los ojos al mundo cuando adopta conciencia política y discierne, más allá de sus vínculos emocionales, lo que considera que está bien y está mal abriendo los ojos y tomando conciencia de la deriva de un país y existen temas más importantes que en los que se había refugiado hasta la fecha como son sus partidos de waterpolo, salidas con los amigos o el ligar con una chica. El enfrentarse a una doble lealtad entre el amor a una madre y a la familia y el sentido de justicia desde un punto de vista moral.

Todo sobre una patria que se va desvaneciendo tal y como se conoce siendo los últimos estertores del totalitarismo y que deja para los que piden cambio por un lado los ecos de glorias pasadas pero también las incertidumbres de hacia dónde puede ir un futuro que nadie es capaz de aventurar pero que al menos se aspira a que sea mejor que lo que supondría acostumbrarse a lo que en ese momento se padece. Un cine sutil que habla de mucho y que conecta con esa Europa de la segunda mitad del siglo XX, todavía traumatizada y herida, adoptando en su contenido y forma el espíritu de la Nouvelle Vague y del nuevo cine rumano con una estética pretendidamente granulada para imbuirnos en la década de los 90 a través de ese joven hierático en las arenas movedizas de su inexperiencia voluble entre la rebelión de sus amigos, con sus pequeños grandes actos manifestados en un beso o en un baile, y la asfixia amantísima que impone una madre que como el poder que ha tocado busca fagocitar su alrededor con más manipulación que convencimiento. El choque entre los ideales y el sentimiento de pertenencia que representa el hogar familiar representado estupendamente por el joven Jovan Ginic en su propio viaje vital de toma de conciencia, que destila una frialdad contenida fruto de sus dudas, inquietud y desconcierto, estando entre la espada y la pared enfrentado a la madre que encarna Jasna Djuricic, de la que hasta ahora no había reparado en sus dobleces morales y su complicidad con un gobierno corrupto y fascista contrastando la fortuna de su amparo por el régimen con la miseria que sufren los que el poder considera que no están en el lado correcto de la historia, y cuyos lazos van deshilachándose fruto de la desconfianza cultivada, la madurez vital, el surgimiento de un compromiso por unos ideales, y un nuevo tiempo para un país que es imparable y que está por encima de todo más cuando es necesario soltar amarras con el fin de construir un futuro mejor. Una película muy interesante tanto por su contexto histórico como la forma de abordarlo desde el punto de vista de un adolescente que ya deja atrás la infancia y que aborda el tránsito hacia tomar conciencia del mundo que se presenta ante sus ojos.

Conviene saber: En la Semana de la Crítica del Festival de Cannes 2023.

La crítica le da un SIETE

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