"La maternal"
La web oficial.
El argumento: Carla tiene 14 años y es una joven desafiante y rebelde. Vive en un viejo restaurante de carretera en las afueras de un pueblo con su joven madre soltera mientras falta a clase y pasa las horas con su amigo Efraín. Cuando la trabajadora social se da cuenta de que está embarazada de cinco meses, Carla ingresa en La Maternal, un centro para madres menores de edad donde comparte su día a día con otras jóvenes como ella. Juntas con sus bebés, se enfrentarán a este nuevo mundo de adultos para el que no les ha dado tiempo a prepararse.
Conviene ver: “La maternal” es el segundo largometraje de Pilar Palomero tras dominar absolutamente la temporada de cine español de hace dos años con “Las niñas” (2020). Un salto temático y formal que consagra a la directora zaragozana a la hora de apostar por la naturalidad, el costumbrismo y el contexto de una época. Una mirada a la maternidad a través de unas adolescentes sin recursos que enfrentan sus dudas, contradicciones e inseguridades en el centro residencial para madres adolescentes en el que coinciden. El costumbrismo, la cotidianidad, la naturalidad y la crudeza se dan cita en una cinta en la que Pilar Palomero vuelve a centrarse en la adolescencia y sacando petróleo de la combinación de un reparto formado por actores no profesionales con otros más experimentados. Todas ellas capitaneadas por la luz y espíritu indómito de una estupenda Carla Quílez que ve como está repitiendo los mismos errores y destino de su propia madre, Ángela Cervantes, las cuales mantienen una relación llena de química y de tensión en la que comparten más de lo que creen y son más parecidas de lo que incluso a ellas les gustaría. Es precisamente el trabajo de ambas, además de las chicas que hacen de compañeras de la protagonista en la residencia, las que dan razón de ser a un proyecto que demuestra que lo que la directora ofreció en su anterior película no es fruto de la casualidad.
La maternidad sin recursos en un retrato ficcionado pero que, por momentos, parece querer abrazar el documental poniendo la cámara en ese día a día, en la relación entre las chicas y las trabajadoras sociales, así como el hecho de que estas jóvenes tengan que asumir una responsabilidad imprevista y antes de hora compartiéndola con las experiencias propias de su edad en las que prima la efervescencia de la amistad o el descubrimiento de la noche y la llegada de una edad adulta que está a la vuelta de la esquina y que se resisten a ver de frente en ese limbo que lleva a que si bien se ven mayores para las cosas de niños todavía, en muchos aspectos de la vida, no tienen ni la destreza ni la madurez necesaria para encararlo. Ya desde el inicio de la película se nos muestra el espíritu rebelde de una chica que no está dispuesta a dejar de vivir lo que siente, para bien y para mal, teniendo derecho también a equivocarse. Todo ello representando a una serie de chicas, con falta de recursos, que todavía sufren más por el hecho de ser madres y sintiendo lo que, por otro lado es una bendición, como una losa más que acrecienta su marginalidad y estigma social de cara a poder seguir adelante condicionándoles ya por siempre tanto en su vida personal como profesional. Historias de violencia, maltrato y abandono que las chicas muestran a cámara y que nutren con sus experiencias el espíritu del proyecto dándoles voz y sintiéndose escuchadas.
Mujeres frente a los oleajes de la vida en una cinta en la que la directora no sólo presenta verdad sino en la que vuelve a empaparse del entorno como ocurría en su ópera prima. De la España que intenta abrirse a la modernidad en la Zaragoza de principios de los 90 bajo las canciones de Enrique Bunbury y las revistas de la Súper Pop al extrarradio representado en barrios sin esperanza en el que sólo queda luchar mientras la evasión desaforada la representan las canciones de Estopa. Las adolescentes que ya no son niñas pero tampoco adultas y que viven con miedo, rabia y dudas algo con lo que no contaban y que pone patas arriba una vida en la que, seguramente, no serán ni las mejores personas ni las mejores madres pero sí que encontrarán una razón para seguir viviendo y resistiendo encontrando en el apoyo de los demás, y en especial de las personas que están viviendo la misma situación, una luz en el camino y un asidero frente a un sistema que más que acogerlas las aparta ahondando en sus diferencias por haberse salido del guión previsto para las personas de su edad condenándolas más en su, ya de por sí, inicial exclusión.
Conviene saber: Mejor interpretación protagonista en el Festival de San Sebastián 2022.
La crítica le da un SIETE