"La historia de Jim"
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El argumento: Aymeric se encuentra con Florence, una antigua compañera de trabajo, una noche en Saint-Claude, en el Haut-Jura. Está embarazada de seis meses y es soltera. Cuando da a luz a Jim, Aymeric está allí. Pasan juntos unos años felices hasta que aparece Christophe, el padre biológico de Jim... Podría ser el comienzo de un melodrama, también es el inicio de una odisea hacia la paternidad.
Conviene ver: “La historia de Jim” es un complejo y conmovedor relato sobre la paternidad por afinidad a través de la historia de Aymeric, un hombre bueno que, tras salir de la cárcel por un delito menor y acostumbrado a recibir los golpetazos propios de los vaivenes de la vida, se hace cargo del hijo de Florence, una antigua compañera de trabajo estando a su lado cuando ésta queda embarazada. Un gesto que da pie a unos años idílicos para los tres formando una familia y que se verán empañado cuando, tras perder a su mujer y a sus hijas en un accidente, aparezca el padre biológico del niño y Florence decida romper con Aymeric para poco después trasladarse a Canadá con el niño. Una premisa no especialmente llamativa pero que saca partido a su tono amable, humanista y enriquecedor sostenido en el trabajo de Karim Leklou, un dechado de bondad y vulnerabilidad a lo que contribuye su singular físico de corpachón desgarbado y mirada profunda y desvalida.
Una película de tono amable, duración ajustada, sensibilidad a flor de piel y capacidad de generar una enorme empatía y complicidad con el protagonista golpeándonos el alma por su lucha interna entre la impotencia y el remordimiento por no haber hecho más, la distancia geográfica impuesta y una mentira avivada por Florence que emborrona la tierna relación entre Aymeric y Jim, dos seres unidos por el cariño, el sacrificio, el cuidado y el compromiso más allá de la sangre pero también lastrados por el hecho de que no puedan valer los derechos de la relación construida entre ellos al no haber sangre de por medio por mucho que se quieran y se necesiten. Una oda al hombre bueno que, a pesar de todos los avatares, se enfrentan a la vida con una sonrisa como seres de luz que contribuyen todavía a tener esperanza en la condición humana frente al pesimismo reinante en una cinta que conmueve y arrebata y a la que le beneficia estar ambientada en un entorno rural y adoptar un espíritu naturalista y reconfortante. Sencilla, emotiva y más contenida que efectista a la hora de hablar de esas relaciones que crea la propia vida y que son las que nos definen y marcan más allá de las impuestas por obligación.
Conviene saber: En la sección Cannes Première del Festival de Cannes 2024 y mejor actor en los César 2025.
La crítica le da un SIETE