"La consagración de la primavera"
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El argumento: Laura acaba de llegar a Madrid para instalarse en un Colegio Mayor y estudiar la carrera de Químicas. Sola y casi sin dinero, intenta adaptarse a su vida universitaria mientras lidia con sus inseguridades. Una noche, por casualidad, conoce a David, un chico con parálisis cerebral que vive con su madre, Isabel. Laura inicia con ellos una relación de confianza mutua que le ayuda a superar sus complejos y afrontar una nueva etapa hacia la madurez. “La consagración de la primavera” es una historia sobre ese momento vital en el que todo es posible y sobre cómo el encuentro más inesperado nos puede cambiar la vida.
Conviene ver: “La consagración de la primavera” es una cinta que dentro de ese título puramente musical, la obra de Stravinski es mencionada en un determinado momento, pretende definir lo que supone abrirse paso a la vida en un despertar sexual tanto desde el punto de vista físico como emocional tanto para una joven que llega a un Colegio Mayor religioso y que descubre la gran capital, en la que todo para ella es nuevo, como para un chico con discapacidad que no renuncia a sentir y dejarse llevar por sus deseos a través de la asistencia sexual. Un momento fortuito de la vida en la que coinciden ambos y que, aunque sea algo anclado en un determinado momento, terminará definiéndolos por siempre antes de que cada uno siga emprendiendo su camino.
Una cinta sencilla que va de menos a más y que se convierte en el trabajo más accesible, tierno y luminoso de Fernando Franco. Todo ello por la valentía con la que aborda un tema complejo y tendente a ser polémico pero que aquí es presentado con suma naturalidad y de manera orgánica y liberadora. Y es que como la vida hay dolor y amargura pero también emoción y humanidad. Intimismo y calidez a la hora de hablar de los cuerpos y de la necesidad de descubrirse sin prejuicios, sin ataduras y con derecho tanto a experimentar como a equivocarse.
“La consagración de la primavera” habla de una sociedad que se ha visto privada del placer sexual como algo evasivo y compartido asolado por los tabúes, los complejos, la educación pacata y la incapacidad de verbalizar determinados temas, abriéndose un nuevo mundo cuando la protagonista llega a esa casa en la que el chico con discapacidad y su madre saben que la vida les ha puesto en un lugar en la que no ser transparentes no es una opción. Es por ello que la cinta radica su fuerza en el hecho de encontrarse a dos cuerpos que se sienten fuera de lugar y que necesitan apoyarse en el otro para encontrar un sentido. Una evolución en la que el vestuario, la playlist que escuchan los protagonistas y la complicidad que se va generando son la plasmación de ello. Valeria Sorolla, Telmo Irureta y Emma Suárez contribuyen con desarmante credibilidad a un triángulo en el que lo más importante es comprender, querer y, sobre todo, querernos.
Conviene saber: A competición en el Festival de San Sebastián 2022.
La crítica le da un SIETE