"Fue la mano de Dios"
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El argumento: El oscarizado guionista y director Paolo Sorrentino presenta la historia de un chico, Fabietto Schisa, en el turbulento Nápoles de los años ochenta. En "Fue la mano de Dios", hay lugar para alegres sorpresas, como la llegada del legendario futbolista Diego Maradona, y para una tragedia igual de imprevista. El destino interpreta su papel, la alegría y la desdicha se entrelazan y el futuro de Fabietto echa a rodar. Sorrentino vuelve a la ciudad que lo vio nacer para contar su historia más personal: un relato sobre el destino y la familia, los deportes y el cine, el amor y la pérdida.
Conviene ver: "Fue la mano de Dios" es la muestra de que Paolo Sorrentino no oculta sus filias y referencias quedando aquí aunadas dos de ellas, el cine a través de la figura de Federico Fellini y el fútbol por el que define como el mejor futbolista de todos los tiempos, Diego Armando Maradona. La cinta nos lleva al Napolés de los 80 y al ecosistema familiar en el que vive Fabietto Schisa (Filippo Scotti), alter-ego del director, adolescente que como la ciudad está obsesionado por los rumores que apuntan que el astro argentino recalará del Barcelona en el equipo de la ciudad italiana, un lugar marcado por el costumbrismo y la desesperanza acostumbrados como están más a sobrevivir en el día a día como se puede que a recibir noticias como las relacionadas con una figura de tal calado. Un impulso que les dio una ilusión y unas ganas de vivir de sentirse orgullosos de la ciudad a base de libertad, esperanza y creer en ellos mismso. Por lo demás Fabietto vive con sus padres, los cuales son el faro y el punto de unión de la vasta familia a la que pertenece, y siente en él la pulsión del sexo con su despampanante y alocada tía Patrizia, la cual jura que ha recibido el mensaje divino por parte de un monje enano de que finalmente podrá quedarse embarazada siendo acusada de loca por los suyos.
“Fue la mano de Dios” habla del destino y de los caprichos del azar (utilizando para ello la referencia futbolística que da título a la película), de las imperfecciones de nuestros ídolos a los que rendimos tributo casi divino, en una ensoñación bañada de costumbrismo, nostalgia y ese esperpento italiano tan característico del que Sorrentino ha hecho marca de fábrica siguiendo los pasos de Fellini, el cual también tiene presencia en la trama mientras prepara el rodaje de su nueva película a la que se presenta en su casting el hermano del protagonista. Sorrentino abraza al director decididamente y si en “La gran belleza” había mucho de “La dolce vita” y en “La juventud” de “8 y ½” ahora es el turno de “Amarcord” por ese descubrimiento a la vida del joven protagonista, el ruido estrambótico característico en las calles y las reuniones familiares llenas de gritos y esperpento (atención a la entrada del novio de una de las hermanas), y la carnalidad representada por dos mujeres mayores, que bien sea desde un punto de vista idealizado o puramente pragmático, llevan a Fabietto a descubrir el sexo mientras por otro lado éste tiene que depurar la tragedia imprevista que irrumpe abruptamente en su vida y que le hará dar el salto imprevisto a la madurez, tener que encontrarse a sí mismo y querer construirse otra vida en la que el cine sea protagonista y refugio como escape de una realidad decadente que no le gusta.
“Fue la mano de Dios” es la película más intimista y convencional en forma y narración del director italiano, tomando aire para afrontar la tragedia de su vida, pero, precisamente por ello, su estilo característico en el que hay barroquismo, cosificación y sátira pero también un revelador viaje hacia el dolor en el que el director demuestra que hay mucho más que la pose de autor esteticista con la que muchos le catalogan con cierto desdén. Una película sensible, rotunda y auténtica con escenas y segmentos memorables sobre lo que supuso la llegada de Maradona a la ciudad y el calor y la pasión despertada en todo un pueblo y también sobre el poder del artista como creador, en los que además de detalle hay tanta pasión como ramalazos de locura que evoca, explora y lanza un mensaje de abrazarnos a lo que deseamos en un emocionante retrato de cómo se forja la vocación de un cineasta sobre el retrato de una ciudad y las historias que tiene que ofrecer, una forma de ver la vida y el concepto de familia mediterránea sin renunciar al surrealismo (la hermana que no sale del baño, los malabares, silbidos y bromas que comparten los padres de Fabietto o el sonido que hace una lancha motora) y a la fábula esteticista sobre la que desfilan una serie de personajes que le ayudarán a mirar al futuro tal es el caso de la mentoría del realizador Antonio Capuano al que también rinde tributo como un personaje revelador en modo de conciencia. Un viaje en el que el cineasta que se será se da la mano con el niño que uno fue desde las ventanas de un tren que a toda máquina mira hacia lo que está por venir encontrando en el dolor y en las experiencias de uno mismo la voz que fundamenta a uno y que puede aportar al mundo. Como siempre en el caso de Sorrentino un disfrute para los sentidos, el corazón y el alma en un ejercicio tan monumental y sobrecargado como sublime y revelador abordado con madurez, melancolía, sensibilidad y una enorme universalidad a la hora de retratar un lugar, un momento de la vida, el sentimiento de la pérdida y la fuerza que nos aporta lo que nos apasiona y que nos lleva hacia adelante.
Conviene saber: Gran Premio del Jurado e intérprete revelación en el Festival de Venecia 2021, proyección especial en el Festival de San Sebastián 2021, 3 nominaciones en los premios del cine europeo 2021 (película, dirección y guión) y representante de Italia para el Oscar 2022 a la mejor película internacional.
La crítica le da un OCHO