"Flow, un mundo que salvar"
La web oficial.
El argumento: Un gato se despierta en un mundo cubierto de agua, donde la raza humana parece haber desaparecido. Busca refugio en un barco con un grupo de otros animales. Pero llevarse bien con ellos resulta ser un reto aún mayor que superar su miedo al agua. Todos tendrán que aprender a superar sus diferencias y adaptarse a este nuevo mundo en el que se encuentran.
Conviene ver: “Flow, un mundo que salvar” es una fábula animal que denuncia y reconforta el alma a través de una película sin diálogos que respira autenticidad no pretendiendo que las distintas especies que allí aparezcan tengan ademanes humanos. Un recorrido sutil y ligero en apariencia pero de gran calado emocional que habla de amistad, cooperación y solidaridad frente a la adversidad. La historia de un gato que, en un mundo sin humanos, busca refugio en un barco lleno de animales en el que todos ellos tendrán que hacer frente a sus distintos caracteres en un lugar arrollado por una gran inundación. Un enfoque naturalista de cámara en mano que enarbola una animación independiente y de autor pero a la vez comprometida y emocional sin renunciar tanto a la acción como a la empatía. Una versión actualizada de “El arca de Noé” en el que además de la convivencia habrá que superar las diferencias y también adaptarse a una nueva realidad. Personalidades contrarias (desde el individualismo y desconfianza de unos a la sumisión de otros incapaces de tomar sus propias decisiones) que confluyen hacia un punto de común marcado por la colaboración y el entendimiento haciendo de verdad gala de ese “saldremos mejores” que lamentablemente en el caso de los humanos tras la pandemia se quedó en agua de borrajas.
“Flow, un mundo que salvar” habla de esos miedos que hay que combatir para poder subsistir a través de ese gato negro que tendrá que quitarse de encima sus complejos e inseguridades en un mundo apocalíptico en el que sólo el respeto, el entendimiento y la tolerancia puede hacer que todos los supervivientes puedan llegar a puerto tras la convivencia en esa embarcación. En su segundo largometraje, tras varios cortos y seis años de trabajo que le ha llevado levantar este proyecto, el letón Gints Zilbalodis propone una película vistosa, entre lo onírico y real, con máximo cuidado por el detalle, enfocada inicialmente para el público infantil pero sin renunciar al valor filosófico, melancólico y reflexivo que tiene la historia interpelando al adulto que ya hace tiempo se va quitando de la cabeza el errado dogma que el cine de animación es para niños. A ello contribuye su orgánico ecosistema sonoro y el poder artístico de su diseño, gráfico y plástico en lugar de hiperrealista e impersonal, y también la intriga de averiguar que ha pasado con esos humanos mientras asistimos a le evolución de los personajes, animales con los que se conecta más por el mero hecho de que a pesar de la animación se antojan más reales de lo que hasta ahora nos han acostumbrado los grandes Estudios. Una pieza sugerente, sensorial e inmersiva que funciona tanto en la aventura como en la vertiente más introspectiva y sentimental logrando entretener y también conmover con suma precisión e inteligencia de la mano de un director que, al igual que ese gato negro, también ha aprendido a colaborar con los demás en su cine (rodeándose de un equipo frente a la soledad con la que había encarado el resto de sus trabajos) para crear una de las joyas animadas del cine reciente deslumbrando, ilustrando y concienciado sobre nuestro papel en el mundo y sobre la necesidad de tender puentes con los demás.
Conviene saber: En la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes 2024, Gran Premio del Jurado y mejor montaje en el Festival de Sevilla 2024, mejor película de animación en los premios del cine europeo 2024 y en los Globos de Oro 2025 y nominada a mejor película internacional y mejor película de animación en los Oscar 2025.
La crítica le da un OCHO
Acabo de ver Flow y, bueno ¿Qué decir? Toda una experiencia, por el simple hecho de estar ante algo totalmente nuevo que no había visto antes. Una lección magistral para todas esas películas donde la fauna es rebajada a payasos y poco más.
Ese grupo de animales a bordo de un bote, en medio de una inundación apocalíptica, sin pronunciar palabras, entregan el mensaje ecologista más claro y poderoso de todos. Es que, de verdad, te enseñan a creer en la naturaleza.
Por demás, rezar para que los grandes premios sigan ignorando a Disney, Pixar y sus fórmulas gastadas y moralizantes. Y ojalá el público también.