"El contador de cartas"

La web oficial.

El argumento: William Tell es un ex militar y jugador profesional de póker. Su meticulosa vida se trastoca cuando se le acerca Cirk, un joven que busca ayuda en Tell para ejecutar su plan de venganza contra un coronel militar.

Conviene ver: "El contador de cartas" es el regreso del mejor Paul Schrader que está sorprendiendo en su madurez con sus relatos de tortura y redención que son un buen reflejo de la indignación rabiosa que fluye en la sociedad de hoy. Si "El reverendo" (2017) ofreció uno de los títulos que encabezó muchos tops de la crítica ahora puede ir por el mismo camino con esta cinta en la que un ex interrogador militar, que ahora pasa el tiempo entre casinos jugando a las cartas, se propone reformar a un joven vehemente que busca vengarse de un enemigo de ambos en su pasado, un coronel del ejército cuya sombra les ha marcado y atormenta. Una cinta en donde el director de “Aflicción” (1997) vuelve a mostrarnos a Estados Unidos como una bomba de relojería a punto de estallar, una nación devorada por la crisis de valores y con una fragilidad mental fruto del trama que puede desencadenar cualquier tragedia. “El contador de cartas” es compleja y cadenciosa, no pretendiendo ser complaciente con el espectador ni con sus personajes, subrayando un hermetismo sobrio pero lo que sí que deja es la interpretación de un Oscar Isaac que demuestra que es uno de los mejores actores que tiene el Hollywood actual, un tipo capaz de asumir proyectos arriesgados y que aquí encarna a un hombre que se ha metido en una espiral autodestructiva y que de alguna manera busca la redención después de cumplir condena tras la complicidad que supuso su participación bajo las órdenes de un coronel en algunos actos atroces durante la Guerra de Irak.

Un viaje salvaje y trágico sobre el dolor y planteando el debate moral a través de unos actos que se planifican como si fuera una partida de ajedrez y sosteniéndose en el carisma y magnetismo de su protagonista, al cual se le presenta una nueva oportunidad para poner en orden aquello que le ha atormentado y que le ha hecho refugiarse en la táctica y la adrenalina que supone jugar con las cartas siendo ese su adictivo modo de vida pero también el refugio de su trauma. La banda sonora de Robert Levon Been, los movimientos de cámara y cierta estética añeja le da un tono ciertamente similar al cine de Robert Bresson en una apuesta que arriesga y provoca sobre la condición humana, el lugar en el mundo que juega uno y cómo unos parecen tener siempre la suerte de cara, sin tener que responder por sus actos, mientras los otros sufren el estar condenados por la marginalidad a la que les aboca su condición social o quedar por debajo del escalafón por pura tasación económica. Un "noir" melancólico que no inventa nada pero que está impecablemente rodado, planificado al detalle, manteniendo la tensión y llevando al espectador por un camino angosto con algún giro que favorece la reflexión caldeándose poco a poco hacia un final que pone todas las cartas sobre la mesa a través del núcleo emocional que se ha ido formando entre los personajes y el espectador. Paul Schrader no tiene nada que demostrar y lleva a cabo un ejercicio libre en el que remueve y reparte a diestro y siniestro, especialmente a una sociedad usamericana consumista, clasista y militar adicta al poder, al lujo y a la imposición de sus leyes imperialistas a cualquier precio con el fin de perpetuar su modelo y su imagen de marca. Un as en la manga que da en la diana con lucidez en un golpe turbio, directo, seco y brutal a un modelo que se autodestruye asfixiando a los que forman parte de él teniendo sólo los personajes a ellos mismos, y a los que tienen que cicatrizar una misma herida, para al menos impartir una justicia que el sistema y la vida no les brinda sin tener que pervertir los límites de la moral.

Conviene saber: A competición en el Festival de Venecia 2021 y mejor guión en el Festival de Valladolid 2021.

La crítica le da un OCHO