"El conde de Montecristo"
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El argumento: Todos los sueños del joven Dantès están a punto de hacerse realidad. Por fin podrá casarse con el amor de su vida, Mercedes. Pero su éxito inspira celos desde varios frentes. Traicionado por sus rivales y denunciado como miembro de una conspiración pro-Bonaparte, es encarcelado sin juicio en el Château d'If sin esperanza de escapar. Tras catorce años de instrucción secreta por parte de su compañero de prisión Abbé Faria, Dantès consigue escapar y hacerse con el legendario tesoro escondido en la isla de Montecristo. Ahora, con una enorme fortuna, urde un plan extraordinario para vengarse. Asumiendo múltiples identidades, el conde de Montecristo entre ellas, Dantès cortejará a sus enemigos, ahora altos dignatarios, para para poder acabar con ellos.
Conviene ver: “El conde de Montecristo” es la alabada adaptación del clásico literario a manos de los artífices del reciente díptico de “Los tres mosqueteros” (“D’Artagnan” y “Milady”) dando una nueva vida a la eterna historia sobre la venganza y la justicia estando dirigida al público más actual pero respetando la fidelidad de la historia. Una superproducción a todo lujo de tres horas de duración con empaque, calidad, ritmo y accesibilidad que rinde tributo a la obra de Alejandro Dumas reivindicando su fuerza eterna lo que le ha hecho ser un éxito en Francia a pesar de ya numerosas adaptaciones sobre la historia y la impresión de que los gustos del público hayan cambiado a la hora de acoger proyectos de este tipo, siempre tendentes al fiasco debido a su abultado presupuesto. No es el caso en una esplendida versión, robusta y fresca, tan atemporal como nueva y que logra que la historia no se haga aburrida a pesar de su duración y el reto de condensar en tres horas una historia vasta y compleja. Traición e intriga con un ritmo desbordante que no da tregua y que rememora historias como las de antes en las que el cine, además de una experiencia, fomentaba el carácter de evasión a través de la aventura y de historias que tenían de todo con empaque de gran superproducción; peleas, falsas lealtades, venganzas y amor.
“El conde de Montecristo” se divide en capítulos, permitiendo asentar todavía más la atención de una historia inabarcable, contando con un diseño de producción espectacular y una música llena de épica que fomenta ese espíritu de historia más grande que la vida al que agarraban muchos clásicos del género de aventuras en el cine clásico. Los directores, además, aportan exquisitez en la puesta en escena, agilidad en la narración y la habilidad para captar las complejidades del personaje resuelto con aplomo por un siempre eficaz y polivalente Pierre Niney (asentando con este papel su estrellato "in crescendo" en el cine francés) que, enmascarado y ocultando su verdadera identidad en un palacio abrasado por la obsesión y el lastre emocional y psicológico al que lleva la sed de venganza, se erige más que nunca como un precursor de Batman en una adaptación impecable apta tanto para puristas (sólo se puede reprochar que algunos personajes queden desdibujados) como para un nuevo público alérgico al valor de clásicos de la literatura de aventuras del siglo XIX que en este caso, con la productora Pathé como artífice, ha demostrado que el patrimonio literario francés está en muy buenas manos. Algo que da envidia cuando no hace mucho que España también miraba tanto en cine como en series a las grandes historias que ha dejado nuestra literatura. Un éxito que no sólo sorprende no por su empaque técnico y por saber armar emocionalmente una historia muy efectiva sino por ser cine con hechuras clásicas, solidez impecable y, sobre todo, por ser altamente entretenida.
Conviene saber: Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière (que fueron guionistas del díptico de "Los tres mosqueteros") dirigen y escriben una cinta que pudo verse fuera de concurso en el Festival de Cannes 2024.
La crítica le da un SIETE