"Dune. Parte 2"

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El argumento: Tras los sucesos de la primera parte acontecidos en el planeta Arrakis, el joven Paul Atreides se une a la tribu de los Fremen y comienza un viaje espiritual y marcial para convertirse en mesías, mientras intenta evitar el horrible pero inevitable futuro que ha presenciado: una Guerra Santa en su nombre, que se extiende por todo el universo conocido...

Conviene ver: "Dune. Parte 2" llega como la gran esperanza de la taquilla tras ser una de las principales afectadas dentro de las películas que se retrasaron por la huelga en Hollywood de actores y guionistas. Una secuela que era un hecho y que se ha reforzado con un buen número de nombres teniendo como baza el poder profundizar más en las motivaciones de los personajes y lanzar un mensaje empoderador dando más peso a los personajes femeninos y a las luchas de poder después de que la primera fuera, sobre todo, una alargada presentación de personajes. La cinta, no obstante, logra funcionar de manera independiente poniéndonos en situación y desafiando los cánones del cine comercial centrándose más en el drama psicológico de personajes que en la acción lo que la convierte en una apuesta muy genuina para el público actual que, no obstante, tiene el gancho de la aventura en territorios inhóspitos juntando a una nueva generación de actores emblema de la Generación Z (representada por Timothée Chalamet y Zendaya) con ilustres veteranos.

“Dune. Parte 2” se apoya en la rebelión encabezada por el joven Paul Atreides, heredero de una dinastía casi eliminada por los Harkonnen quedando él y su madre, uniéndose al pueblo rebelde de los Fremen, visto por ellos como un Mesías, en su defensa de los recursos naturales moviéndose entre la venganza y el amor. Es por ello que la cinta se adentra más en territorios tanto oscuros como románticos dando el peso que merece al personaje de Chani, una guerrera escéptica y desengañada, en el que no sólo es un viaje del héroe sino también un salto forzado a la madurez con el fin de proteger el tarro de las esencias de todo un pueblo. El mensaje de la historia sigue pertinente, a pesar de ser escrito en la década de los 60, cobrando protagonismo la explotación del medio ambiente, el fanatismo religioso o la codicia imperialista que es capaz de aniquilar con el fin de conseguir sus objetivos. Una corrupción sistémica que parece difícil de erradicar y que se ha ido perpetuando a lo largo de los años, las siglas y los intereses representándose aquí en la disputa por esa especia que es la clave para dominar el mundo.

Por supuesto la cinta es un apabulle técnico espectacular, destacando la fotografía marrón y envolvente de Greig Fraser y la música en clave avasalladora de Hans Zimmer creando la atmósfera de ese Arrakis infinito e inmersivo, que vuelve a situar a Denis Villeneuve como uno de los defensores contemporáneos (junto a Christopher Nolan) del cine como espectáculo por su derroche visual sin renunciar al existencialismo que favorece la reflexión y que impide que sea un título vacío y sin sustancia con personajes ricos en sus zonas grises y ambigüedades. Todo ello sin dejar de abrazar cierta faceta alucinógena que promueve la mezcla de géneros y contando con una galería de villanos entre los que destaca Feyd, el inquietante gladiador que interpreta Austin Butler o una enigmática Florence Pugh como la princesa Irulan, completando ambos el póker de estrellas juveniles del momento que aparecen en el film aunque ésta última tenga una presencia casi anecdótica al igual que otros dos personajes femeninos como los de Léa Seydoux y el cameo (sorpresa no tan sorpresa) de Anya Taylor-Joy emplazadas ambas para una tercera parte en el caso de que la haya.

“Dune. Parte 2” es ambiciosa, solemne y petulante por su filosofía impostada sobre la dualidad moral del líder rebelde enamorado que le hará debatir interiormente sobre su felicidad personal o el sacrificio por un pueblo alentado por el fantasma y recuerdo del padre ausente. Es por ello que esos 166 minutos son toda una losa para una cinta que cuenta poco y que se regodea en su armazón y su pretendida relevancia autoconsciente construyendo una cinta demasiado abigarrada y que se toma a sí misma como una cuestión de estado sin poder desengrasar y potenciar el lado épico y aventurero así como el alivio que supone el personaje de Javier Bardem, el mejor parado de la cinta junto a los de Austin Butler y Rebecca Ferguson no sólo por estar bien definido sino por ver al actor cómodo y asentado con el mismo.

Una cinta sobre lo que supone el origen de un liderazgo ante la necesidad vital y colectiva pero que, a pesar de que parecer querer contar más cosas que en la primera e introductoria cinta, termina siendo un batiburrillo abigarrado con elipsis, flashbacks, voces en off y cambios de tono que no logran construir una apuesta coherente, contundente y sólida. Un alarde que apabulla pero que también se excede en medios y duración pecando de fría y constreñida sin capacidad para emocionar a nivel sentimental ni apasionar desde el punto de vista de la época. Villeneuve se sigue gustando y sigue sin una mala película pero no termina de llegar al sobresaliente para transcender y hacer algo imperecedero aunque cuando toca abordar algo como esta historia su principal logro es no haberse caído con todo el equipo con una cinta que supone toda una parafernalia para en realidad tratar temas tan universales y vistos ya en este tipo de historias como el viaje hacia la madurez, la forja de un héroe y el mal congénito de una especie con sed de poder abrasador.

Conviene saber: Continuación de "Dune" (2021) con la que Denis Villeneuve no sólo rompió la maldición ante crítica y público de las adaptaciones al cine de la novela de Frank Herbert sino que también ganó 6 Oscar.

La crítica le da un SIETE