"Belfast"

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El argumento: Drama ambientado en la tumultuosa Irlanda del Norte de finales de los años 60. Sigue al pequeño Buddy mientras crece en un ambiente de lucha obrera, cambios culturales, odio interreligioso y violencia sectaria. Buddy sueña con un futuro que le aleje de los problemas, pero, mientras tanto, encuentra consuelo en su pasión por el cine, en la niña que le gusta de su clase, y en sus carismáticos padres y abuelos.

Conviene ver: Kenneth Branagh rememora su infancia en "Belfast", una mirada idealizada a unos años convulsos en la Irlanda de finales de la década de los 60 con revueltas sociales a raíz de la religión y precariedad económica en un barrio católico y obrero, lugar en el que crece un niño de 9 años (Jude Hill) que, sin terminar de entender lo que pasa a su alrededor, va abriéndose paso a la vida con la ilusión de esos años y amparado por el apoyo y cariño de una familia en la que están sus protectores y atractivos progenitores (Jamie Dornan y Caitríona Balfe) y unos entrañables y divertidos abuelos (Ciarán Hinds y Judi Dench). Una película sencillamente amable, bonita y esperanzadora que, a pesar de las sombras e incertidumbres que se ciernen sobre el futuro de sus personajes, es un canto a vivir la vida, querer a los tuyos y dar un paso adelante sin mirar atrás llevando la mochila de los recuerdos y experiencias del pasado pero sin por ello poder privarse de un porvenir en otro lugar. Kenneth Branagh sigue la senda de otros directores como Alfonso Cuarón, Pedro Almodóvar y Paolo Sorrentino que han viajado a su pasado para entender el presente recordando también esta cinta a historias como las de “Esperanza y gloria” (1987), “Los Commitments” (1991), “Las cenizas de Angela” (1999), “Billy Elliot” (2000) o “Jojo Rabbit” (2019). Una cinta que se abre con imágenes actuales del Belfast más industrial para dar paso al ruido de un día cualquiera entre los vecinos.

La fotografía en blanco y negro potencia ese sabor nostálgico de una propuesta con la que Branagh sólo pretende acariciar al espectador y transportarlo al sabor, los olores y los sonidos de unos años que todos compartimos y que se quedan en nuestra memoria como las vivencias que construyen a uno. Todo en unas calles en las que todo el mundo se conoce y, en parte, se cuidan los unos a los otros mientras los niños van a la escuela (y pelean por el mejor pupitre), las mujeres son el pilar de la casa entre cuidados y preocupaciones y los padres (influidos en mayor o menor medida por la política) intentan llevar el jornal a casa. El pequeño Buddy vive como sus padres mantienen su amor cantando y bailando a pesar de la tensión social, las facturas sin pagar, las largas semanas que pasan cuando el padre tiene que ausentarse por trabajo y la eterna duda entre atreverse a dar el paso a emigrar o quedarse porque no se conoce otro lugar, mientras también es testigo de las situaciones de la convivencia familiar, los juegos en la calle, los consejos de sus abuelos, las aventuras de los cómics, el primer amor en el colegio o dejarse llevar por una pantalla que transporta a uno a otros mundos sin salir de casa, tal es el caso de los detalles cinéfilos muy presentes en la cinta con guiños a "Solo ante el peligro" (1952), “El hombre que mató a Liberty Valance” (1962) o “Chitty Chitty Bang Bang” (1968).

"Belfast" se sostiene en unas interpretaciones más que efectivas sobre un guión que esboza situaciones sucesivas reconocibles y que dejan algunas escenas que traspasan al espectador gracias a unos actores entregados. En primer lugar cabe destacar el trabajo del sorprendente Jude Hill que cautiva por su facilidad para transmitir inocencia, ilusión, curiosidad, miedo y esperanza. Un niño arropado y protegido por los suyos que juega al fútbol, lee cómics, disfruta en el cine y se siente reconfortado cuando la familia está unida a pesar de que es perfectamente consciente de la situación de unos padres que tienen dificultades para pagar sus deudas entendiendo sin dificultad cuando Papa Noel no podrá venir cargado de regalos por las estrecheces económicas. Tanto en los juegos con su prima o las confidencias con sus abuelos, su Buddy es el alma de la película estando respaldado por un reparto adulto en el que destaca la solvencia, oficial y encanto que transmiten Ciarán Hinds y Judi Dench, mejor por separado que como pareja, la seguridad de un Jamie Dornan como padre que sólo quiere lo mejor para los suyos y que sueña con una vida mejor mientras no le duelen prendas en reconocer que la que realmente ha criado a sus hijos y ha hecho un buen trabajo con ellos es su esposa y, precisamente, una Caitríona Balfe que rezuma belleza y ser el faro que guía a la familia, poniendo los pies en la tierra y teniendo escenas que resuelve de manera sobresaliente como cuando protege a sus hijos del ataque en el barrio, tiene una conversación con su marido sobre su futuro en el autobús, toma consciencia de cuándo es el momento en el que ya no se puede permanecer en el lugar en el que siempre ha vivido, o lleva a su hijo a que devuelva el detergente biológico que ha robado en el asalto a la tienda. 

Kenneth Branagh se aleja de las propuestas comerciales sin personalidad, y lejos de la irrupción que llevó a cabo con sus adaptaciones de obras de Shakespeare, adopta un perfil más modesto pero altamente empático a través de ese alter-ego que en realidad sí que es capaz de discernir que el enfrentamiento entre católicos y protestantes no deja de ser una de las muestras de la cerrazón humana que subraya las diferencias en vez de centrarse en las cosas que unen (la mayoría) a todos más cuando hay temas en juego como la lucha por determinados derechos o la necesidad de alzar la voz de una comunidad de la que poderes como la política y la religión se aprovechan de su división para minar su fuerza. Unos niños que viven en su oasis de felicidad frente a unos padres en los que cala el miedo por lo que pueden ofrecer a los suyos más cuando las diferencias se transforman en violencia y existe presión para posicionarse cuando el conflicto se radicaliza e incluso la vida está en peligro si se recibe un mal golpe. Detalles y situaciones bañadas de cotidianidad abordadas con franqueza y honestidad que funciona como retazos de recuerdos más que como una cadena narrativa, tal y como se agolparan destellos del pasado que marcaron la personalidad de uno y que desembocaron en una de esas decisiones familiares que suponen un punto de inflexión de cara a encarar el destino.

“Belfast” es un canto a la infancia y al cine, a su poder de evasión y de refugio pero también de experiencia colectiva con la estampa de una familia disfrutando de la magia que sólo transportan las películas que tienen alma (siendo ahí donde el color toma protagonismo), algo que también tiene en parte una cinta que sin ser especialmente brillante ni tampoco trascendente sí que enamora al espectador amplio sacando partido a sus ingredientes. Un director que sabe lo que quiere contar recuperando su capacidad de narrador y de autor alejado de parafernalias tocando la fibra del público, aprovechándose de la conexión emocional del poder de la identificación, unos actores que dan matices a sus personajes, y un apartado técnico en el que destaca la fotografía de Haris Zambarloukos y la banda sonora de Van Morrison jalonada con un buen número de canciones de la época. Una cinta amable pero en la que reside una profunda tristeza por la falta de oportunidades, la precariedad obligados y como muchos se vieron obligados a dejar atrás a los suyos con el fin de dar un futuro mejor a los que vinieron después y que no esconde lo peor de la condición humana cuando el odio lleva a la construcción de barricadas o el barrio es atacado sembrando el miedo y sin diferenciar entre protestantes y católicos como en esa escena en la que la prima del protagonista intenta orientarle sobre cómo saber la religión de cada uno por el nombre que tienen. Con Everlasting love como leitmotiv Kenneth Branagh enamora al espectador agarrándose a la nostalgia como vía para pararse a reflexionar y poner en valor lo que al final son las cosas que dan valor al mundo; el amor y la solidaridad frente a la intransigencia y la violencia siendo sobre todo un homenaje a los años que forjan una personalidad y a los que tuvieron que irse en busca de un futuro mejor y también los que se quedaron resignados sabiendo que su tiempo para permitírselo ya había pasado.

Conviene saber: Premio del Público en el Festival de Toronto 2021 y mejor guión en los Globos de Oro 2022.

La crítica le da un OCHO

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