"A real pain"
La web oficial.
El argumento: Dos primos viajan a Polonia tras la muerte de su abuela para ver dónde vivió ella antes de la II Guerra Mundial y comprender de dónde viene su familia, incorporándose ambos a un tour sobre el Holocausto.
Conviene ver: "A real pain" es una comedia “indie” que explora como convivir con un dolor enterrado y depurarlo a través de este viaje de dos primos por los orígenes del pasado de su abuela fallecida que también denuncia ese turismo del primer mundo que mira la tragedia con condescendencia y frivolidad. Una catarsis emocional para dos hombres, uno más tranquilo y responsable, ordenado y averso al riesgo, y el otro más caótico e imprevisible, libre y carismático, que lidian con sus propias heridas y la melancolía de un pasado que ya no volverá pero que también es el que, para bien o para mal, les ha definido como lo que son ahora especialmente por su convivencia con una abuela polaca superviviente del Holocausto. Una película sostenida en un equilibrado guión a cargo de Jesse Eisenberg, el cual protagoniza y dirige la que es su segunda película detrás de las cámaras y que parte de su propia experiencia como descendiente de judíos polacos (y del viaje que llevó a cabo durante dos semanas por Polonia hace dos décadas con su ahora mujer) como ya retrató en la obra de teatro “The revisionist” en 2014, en la que un joven estadounidense visita a una prima polaca mayor superviviente del Holocausto, aunando el humor con el drama enterrado que fluye gracias a la construcción de personajes que permite que la pareja protagonista se luzca, combinándose en un tándem perfecto del que sobresale la vistosa energía carismática de un Kieran Culkin brillante y desbordante de talento redondeando el mejor momento de su carrera, despertando tanta exasperación como empatía y compasión, generándose entre sí una gran química a pesar de que la cinta logre, con acierto, salir del canon de personajes con caracteres muy diferentes que a partir de una experiencia en común pasan a entenderse mejor. Una película impregnada dentro de su tono de dramedia de un romanticismo melancólico sostenido en su puesta en escena y en el simbólico hilo musical por los escenarios de Polonia con composiciones de Chopin que llena esa tierna relación de incomprensión de dos primos que se necesitan más de lo que están dispuestos a admitir y que se reencuentran tras haber sido uña y carne durante la infancia. “A real pain”, no sin cierto clasicismo siguiendo la senda de cineastas como Woody Allen o Alexander Payne apostando por una puesta en escena sostenida en escenarios naturales y con halo tan reparador como melancólico, acierta en el tono y en el hecho de presentar a unos personajes perdidos en el mundo presente que intentan encontrar las respuestas a partir del dolor compartido del pasado lo que va fluyendo a través de conversaciones aparentemente intrascendentes pero de mucho calado o hechos simbólicos como el hecho de posar con una sonrisa en las fotografías frente a un monumento conmemorativo o la visita a un campo de concentración (el antiguo campo de Majdanek) que también denota la hipocresía de ese turismo macabro que se aprovecha de las desgracias ocurridas mientras disfruta de todas las comodidades con una sonrisa.
Jesse Eisenberg plantea una cinta poco arriesgada formal y temáticamente, quizá demasiado preocupado porque todo case como debe de manera modélica sin excesos ni polémicas, pero efectiva y valiosa por su honda humanidad y lograda naturalidad a través de estos primos que dan a la cinta la frescura y los matices necesarios en su contraste. Si bien uno, el David que interpreta Eisenberg, no hará más que preguntarse si ese recorrido sobre los pasos que emprendieron sus antepasados le hará ser de verdad conocedor de un dolor difícil de entender para alguien de otra generación con la vida resuelta y de hasta qué punto su vida hubiera sido distinta de no ser porque allí ocurrió la guerra, su alocado y verborreico primo Benji no encierra más que en su despreocupado comportamiento y cínicos dardos verbales una manera de protegerse frente a un drama interno que le atenaza. Dos personajes, que se quieren y se admiran pero que también se desesperan y chocan entre sí según el momento, en busca de catarsis frente a la frialdad de los datos que ofrece el guía turístico, la manera racional de encarar la experiencia por parte de David y las cicatrices abiertas de un Benji que es el alma y verdadero protagonista de la cinta tanto en los momentos cómicos como aquellos de profunda emoción de la que es imposible que se abstraigan el resto de miembros de la expedición (una pareja de jubilados cuya familia emigró a Estados Unidos, una divorciada desorientada cuya madre fue superviviente del Holocausto, o un ruandés superviviente del genocidio que encontró consuelo en la comunidad judía a la que ahora se ha reconvertido) ante la evidencia de la presencia de un hombre roto detrás de la máscara de payaso. Un viaje lleno de lucidez y madurez por el dolor que no sólo es la vía para entenderse más a uno mismo y a los demás sino que también es el peaje para nuestra supervivencia y el caldo de resistencia para poder seguir adelante. Es por ello que, con un Eisenberg generoso en el guión y acertado en el contrapunto interpretativo, pone todo el foco en ese Benji que no entiende el mercantilismo banal que rodea al hecho de viajar sobre los restos del genocidio mientras uno se aloja en hoteles caros o viaja en trenes de primera clase ni tampoco como resituarse después de haber perdido a la abuela de la que estaba tan unido, y que era el nexo de unión entre los primos, en una catarsis de uno mismo frente al peso de la memoria compartida. Una película que sin grandes alardes pero sí con suma inteligencia y eficacia entretiene, remueve y conmueve de manera sutil y tierna en un recorrido introspectivo más allá de las apariencias y de ese mundo acelerado que nos impide conectar con nosotros mismos a la hora de enfrentarnos y obligarnos a entender y convivir con soledad y al dolor que, aunque se intente esconder o estigmatizar, también define y da sentido a una vida que en busca de nuestra identidad nos lleva a ser eternos inadaptados de un mundo en caída libre.
Conviene saber: Mejor guión en el Festival de Sundance 2024, en el Festival de Telluride 2024, nominación a mejor actor de reparto en los premios Gotham, 2 nominaciones en los Independent Spirit Awards, una de las 10 películas del año para la NBR y el AFI, mejor actor de reparto en los Globos de Oro 2025, 3 nominaciones en los Critics’Choice 2025 y nominación a mejor actor de reparto en el Gremio de Actores (SAG) 2025.
La crítica le da un SIETE