El día 9 de
abril de 1959 se apagaba la vida de uno de los máximos exponentes de la
arquitectura norteamericana: Frank Lloyd Wright. La envergadura
e importancia de
su obra, convertida luego en emblemática y representativa de unos Estados
Unidos pujante y democrático, influyó de manera trascendental
en toda la
producción arquitectónica a lo largo de todo el siglo XX.
En 1956, a tres
años de su muerte, viajó con su esposa Olgivanna a Gales, donde fue recibido
como uno de los hijos dilectos de esa tierra, con los honores
del caso. En la
gira, tuvo un extraño sentimiento de pertenencia a una tierra donde no había
nacido ni criado. Comentaba
Olgivanna que visitaron
juntos la campiña galesa y varios cementerios en búsqueda de sus antepasados. Nombres
impronunciables, muy a su pesar, como Evrawc, Manawyddan, Wledig, Llevelys,
Fflwch, le hacían revivir un supuesto pasado mítico. cuando encontró finalmente
una estela funeraria con el apellido galés WRIAETH, su júbilo pareció no tener límites. Le dijo a su esposa: "Me
ha invadido un vago sentimiento de pertenecer a esta tierra”.
Recordaría
también Olgivanna que, al pié de una escarpada y rocosa ladera con un brillante
manantial y caída de agua, vio un imponente árbol con sus grandes
ramas hacia el
cielo. "Este es lo suficientemente fuerte como para contener a Merlín, el
mago del rey Arturo, que fue convertido en árbol por una hechicera
de Gales". Su
espòsa sintió que su marido, "de alguna manera, estaba decepcionado porque
los galeses habían llegado a ser un pueblo civilizado y no creían ya
en rocas parlantes
¡ni llevaban a cabo sacrificios humanos!"
Aquella tierra
galesa, con su marco natural y cultural, sirvieron para reafirmar en Wright su
espíritu y el recuerdo orgulloso de su madre y sus ancestros.
"Ahora
puedo comprender la grandeza que ostentaban mis tíos y tías".
Al regreso de aquella
gira por Europa en 1909, dio nacimiento a la comunidad de Spring Green de
Wisconsin, donde se hizo su propia casa y estudio. El nombre dado a ese ámbito
de trabajo tenía como destino la construcción de su propio mito, tal como
afirman Manfredo Tafuri y Franceso Dal Co en su Historia de la Arquitectura
Contemporánea, y
llevaba en si mismo toda una connotación poética y significativa: Taliesin.
Aquel nombre, que estaría asociado para siempre a la personalidad
de Wright,
identificaba el nombre de un conocido bardo celta galés de características
enigmáticas y legendarias. Un códice que databa del siglo IX, denominado
Historia
Brittonum, de un tal Nennius, hacía referencia a seis nombres de poetas, los
más antiguos de Gales, entre los que aparece la figura de Taliesin.
Parece haber
estado este hombre al servicio del rey Urien de Escocia, realizando poemas o canciones
donde se narraban las hazañas de este personaje. Se
podía ver en su
obra la cercanía cultural y literaria entre la etnias célticas escocesa y
galesa.
Taliesin
significó para Wright la referencia permanente a su pasado ancestral y a su
trágico destino. Tres veces tuvo que sufrir
el incendio y
destrucción de su "templo", perdiendo en el primero a su primera
esposa Mamah Cheney y dejándolo profundamente abatido. La recurrente vuelta
a la vida de
Taliesin representó, en el plano creativo, un continuo crecimiento y superación
de su arquitectura. Llevó allí a su nueva compañera, Olgivanna
Milanoff, con
quien reconstruyó Taliesin luego del segundo incendio. ¿Cómo funcionaba aquel mítico
lugar? Afirman Tafuri y Dal Co que "se adoptó allí el
ritual y la
disciplina aprendida por Olgivanna en el Instituto de Fontainebleau, de Georgi
Gurdjeiff. En torno a Wright se forma una secta mística; en
1927, desde la
"base" de Taliesin se inicia una nueva marcha hacia la
frontera". Se levanta así Ocotillo Camp, construido como residencia
provisional para
el seguimiento
de la obra de San Marcos in the Desert, en Arizona. "En el centro de
Ocotillo Camp se levanta un "área sacrificial"; en torno a ella se
reúnen los
adeptos en espera de la palabra del maestro". Sin ninguna duda, a decir de
los autores, si Taliesin resultó ser el templo de Wright, Ocotillo
representó la
comunidad del maestro.
Nacido en el
norteño estado de Wisconsin en el año 1867, Wright desarrolló sus primeros
trabajos con la marcada influencia de Dankmar Adler y Louis Sullivan,
destacados
arquitectos norteamericanos de la segunda mitad del siglo XIX y primeros años
del XX, para quienes trabajó. Al apartarse de ellos, luego de
algunos años,
inició un período de independencia profesional en donde centró su tarea en una
serie de viviendas denominadas "Casas de las Praderas", como
la Winslow House
(1894) y la Willitts House, ambas en Illinois (1901-1902), la Martín House en
New York (1904), la Robie House de Chicago (1906-1910),
la Freeman House
(1920-25) en Los Ángeles, entre muchas otras. Estas casas presentaban una total
integración al entorno natural circundante, con marcadas
líneas de
aventanamientos horizontales, destacados tejados salientes en los perfiles de
sus fachadas y la conformación de sus plantas en torno de sus respectivas
chimeneas.
Entre los años
1915 y 1922 participó en la construcción del desaparecido Hotel Imperial de
Tokio, obra donde experimentó en nuevas formas estructurales antisísmicas.
Realizó posteriormente en su país obras donde diseñó elementos de hormigón
prefabricado y
desarrolló, en 1932, un nuevo proyecto urbano propio, en medio de una planicie,
conocido como "Broadacre City"
Es en esos
momentos, con un Frank Lloyd Wright de una edad avanzada, cuando resurgió su
figura con algunas de las obras mas características y conocidas de
toda su
producción. La Kaufmann House, del año 1936, fue uno de los ejemplos de su
propia evolución, donde abandona las destacadas cubiertas de tejas y
la singular
ornamentación de sus primeros años, pero reafirmando su espíritu de resolver la
implantación del proyecto en relación con el entorno circundante.
Aquellas
salientes de tejas eran ahora reemplazadas por espectaculares voladizos sobre
una cascada de agua, en una combinación espacial y volumétrica de
carácter único.
Utilizó allí por primera vez el hormigón como material estructural y de manera
magnífica.
Resolvió otros
importantes proyectos con la misma calidad y genialidad hasta entonces vista
pero con edificios de una envergadura mayor, como el complejo
administrativo
de la empresa Jonshon & Son en Racine, estado de Wisconsin. Utilizó allí un
sistema estructural consistente en pilares de hormigón en forma
de hongo e
independientes entre sí, permitiendo la realización de cubiertas vidriadas
entre cada elemento. Con esta obra, demostró su capacidad y temeridad
en la resolución de estructuras complejas, que muchos
condenaban a su inestabilidad; incluso a su caída.