En 1942, el doctor Lythe S. Adams propuso al presidente
Roosevelt equipar murciélagos con diminutas bombas incendiarias y lanzarlos sobre
las ciudades enemigas.
Increíblemente, el proyecto se aprobó. Se comenzó a buscar diez
millones de «vampiritos», y se diseñó una bombita de doce gramos de peso para atar
al torso de cada murciélago. La bomba tenía capacidad de arder durante ocho
minutos con llamas de unos veinticinco centímetros. Cada avión transportaría
unos tres mil kamikazes devil bats, que serían arrojados con paracaídas a unos
trescientos metros de altitud. En el último momento se desestimó la idea porque
se terminó la bomba H.