¿Cómo era el cine musical de
los 60 y 70?
Durante los años 60 tres títulos, básicamente,
contribuyeron a mantener vivo un género que había entrado en clara decadencia y
que tuvo que franquear las barreras intelectuales de una década en la que lo
característico fue la ruptura.
West side story (1961) de Robert Wise, era un “Romeo y Julieta”
ambientado en las luchas de bandas en las calles de Nueva York. Cosechó un
éxito estruendoso, ganó diez Oscar y contribuyó a revolucionar el género
musical, ya que demostró que el ballet y las canciones podían participar en la
acción dramática.
Robert Wise sería también el
responsable de Sonrisas y lágrimas
(1965), que si bien arrasó entre el público, consiguió que la crítica se cebara
en ella a causa de su irritante cursilería. Julie Andrews, su protagonista,
acabó convirtiéndose en la imagen de la mujercita ideal de los americanos
anticuados de los 60 gracias a su papel de institutriz de unos niños cantores
que huyen de Austria a causa de la invasión nazi. La película se convirtió en
la más taquillera de la historia hasta entonces tras Lo que el viento se llevó y dio pie a una serie de récords curiosos
que ilustran la pasión que despertó entre el público: un marinero de Puerto
Rico la vio 75 veces y cada una en un país distinto; después de ir 50 veces al
cine, un tipo de Oregon escribió de memoria todos los diálogos. Pero el récord
absoluto, que figura en el libro Guiness, lo tiene una galesa que vio la
película 940 veces en 10 años.