Espresso: "The brutalist", la poderosa epopeya de Brady Corbet sobre las víctimas del capitalismo
Querido Teo:
"The brutalist" se ha convertido en la película acontecimiento de este principio de temporada desde su proyección en el Festival de Venecia 2024 alzándose con el premio a la mejor dirección. El antes actor Brady Corbet está detrás de una película que no sólo ha hecho más que confirmar las buenas sensaciones que dejaron sus anteriores trabajos detrás de las cámaras; “La infancia de un líder” (2015) y “Vox lux” (2018).
Una epopeya en un portentoso despliegue visual de 215 minutos (con intermedio incluido), combinando formatos, fluyendo las imágenes con recursos musicales, y alternando la ficción con falsos noticieros de la época, en el que es un drama sobre la inmigración que parte de 1947 y de una historia que narra cuatro décadas en la vida de un visionario arquitecto judío de origen húngaro llamado László Toth y su esposa Erzsébet que huyen de los campos de concentración y de la Europa de posguerra para reconstruir su legado y presenciar el nacimiento de la América moderna. Sin embargo, sus vidas son cambiadas para siempre por un cliente misterioso y rico. Un empresario hecho a sí mismo de esos que cimentaron las miserias de un país a través del poder del capitalismo y la deshumanización de la codicia.
Brady Corbet escribe el guión junto a su compañera Mona Fastvold pero lo que más se ha destacado de la cinta es una apabullante puesta en escena que deja sin aliento y que invoca a grandes clásicos como Elia Kazan, Francis Ford Coppola, Bernardo Bertolucci, Sergio Leone, Michael Cimino o Paul Thomas Anderson, especialmente a la hora de retratar la etapa fundacional de un país así como el asentamiento del capitalismo y los claroscuros del llamado sueño americano.
Una oscuridad germinada en la Europa del nazismo que de los campos de exterminio pasó al Estados Unidos de desenfrenada opulencia a cualquier precio y en el que la necesidad convierte en víctimas fáciles a aquellos que buscándose un futuro termina pactando con el diablo. Toda una enmienda al sueño americano embellecido por el cine y las historias de superación personal de hombres hechos a sí mismos pero sin los condicionantes en formas de peajes y sometimiento.
Una América que es vista como lugar de salvación pero que también puede derivar en purgatorio de condena. Un estilo heredero de otra época pero que no renuncia a cierto tono iconoclasta en su propuesta audiovisual partiendo de un inicio en el que la cámara gira y fluye, entre voces y sombras, hasta contemplar (desde un sinfín de ángulos) la simbólica Estatua de la Libertad vista más por la cámara como reflejo de la caída de un mito aspiracional en un título tan contundente como demoledor.
A través del pasado reciente de la Europa de posguerra y un Estados Unidos en reconstrucción aprovechándose de la mano de obra inmigrante, “The brutalist” presenta, haciéndose valer del poder que desprenden sus imágenes, la metáfora de la construcción de un edificio por parte del arquitecto protagonista que le lleva a explorar con pesadumbre política la decadencia de un sistema que no fomenta ese estado de bienestar que propugna y del que muchos han ido en su búsqueda dejando todo atrás tanto por una cuestión de supervivencia como de esperanza.
Una película presentada en formato de 70 mm, lo que acentúa su textura de cine de otra época, y calificada de inabarcable, poseedora de secuencias propias de un genio pero en la que es imposible no tener que dejar reposar tras su visionado, para que coja su poso debido a su densidad y complejidad inherente que hace que el espectador no sólo se vea arrollado sino que también tenga la sensación de que su vista no es capaz de retener toda el detallismo que propone Corbet de manera lúgubre, melancólica y recargada sobre cómo el arte y la belleza es capaz de trascender cualquier época e ideología, quedando ante todo la libertad del creador y el papel que éste juega en una sociedad en el que la política, la religión y la ideología atrapa y asfixia queda representada por un mecenas vampírico y faraónico (apoyado por su séquito de acólitos familiar y empresarial) capaz de dar una palmada en la espalda, mostrando interés hacia un animal herido al que no hace más que convertir en más vulnerable por esa dependencia que genera, pero también al que no se priva de humillar y vejar.
La historia de un hombre que, en una amalgama entre la determinación y la desesperación, cayendo en la rabia y frustración frente a una esperanza en la que cada vez es más difícil de creer, huyendo del fascismo cayó en el capitalismo y que no sirve más que para que resuene en el presente como Estados Unidos, y los grandes países, siguen tratando a los refugiados. Un viaje en busca de una libertad que derivó en explotación y marginación. Un hombre que durmiendo en albergues y evocando a esa mujer que ha dejado atrás en una Europa derruida, primero como constructor en la empresa de su primo reconvertido al catolicismo en Pensilvania, y después como arquitecto obnubilado por el mundo en el que le introduce un rico sin escrúpulos deseoso de impulsar una gran edificación dentro de sus terrenos, intenta reconstruir su identidad para ver como la misma volverá a ser demolida por el poder, la ambición, el dinero y la adicción al opio.
Adrien Brody no ha hecho más que llevarse elogios captando en su rostro la ilusión y la determinación pero también la rabia y la desesperación. Un papel que le podría llevar a su segundo Oscar como un hombre víctima de un país podrido y miserable en el que el esfuerzo no sirve de nada si no se pone la otra mejilla y se está dispuesto a transigir con el capitalismo más feroz. Todo ello mientras arrastra su propio trauma de desarraigo recomponiéndose del dolor vivido y que es lo que aprovecha el sistema para hacer con él lo que quiera y dejarlo a su merced. El trágico periplo de un artista visionario abrasado por la perversión de una nación en construcción.
Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy, Stacy Martin, Emma Laird, Isaach de Bankolé, Alessandro Nivola y Jonathan Hyde completan el reparto. A24 (siempre haciendo gala de su personalidad y audacia) se ha hecho con los ansiados derechos de distribución de la cinta más admirada del momento dispuesta a iniciar con ella un recorrido que la lleve a lo más lejos posible en la temporada de premios. De momento tras lo vivido en Venecia también han caído rendidos en Toronto y a buen seguro ocurrirá lo mismo en Nueva York. Se estrena en USA el 20 de diciembre de 2024 y en España el 24 de enero de 2025.
Nacho Gonzalo