"Vincent Price. El villano exquisito"
Este libro ofrece la ventaja de conmemorar el centenario del nacimiento de Vincent Price, y la de que si alguna vez surge en nuestro país un asesino en serie que copie “Los crímenes del museo de cera”, la policía sabrá donde buscar, en casa del autor. Más que una biografía convencional es una declaración de amor, un libro homenaje.
Título: “Vincent Price. El villano exquisito”
Autor: José Manuel Serrano Cueto
Editorial: T&B Editores
Nota de la Redacción: No hay muchas facilidades para leer sobre Price en español, así que con motivo del centenario la editorial y José Manuel Serrano han ampliado y revisado el material escrito con anterioridad para una colección más breve de la misma editorial. El resultado contiene más detalles sobre la vida de Price, desde sus orígenes familiares, y apéndices curiosos, como el de este tour de fan entregado a muerte, chiste algo fácil tratándose de un icono del terror, en efecto más exquisito que los monstruos habituales.
La admiración del autor por el personaje llega incluso a darnos el calendario de fechas y proyecciones organizadas por la hija de Price en su ciudad natal, con motivo del centenario. Y si algo diferencia a este libro de las biografías al uso, es que hay en él más personaje que persona. Se referencian además no solo todas sus películas, sino sus obras de teatro, colaboraciones radiofónicas o apariciones televisivas ya sea en vivo como en dibujos animados. La bibliografía es tan extensa como es posible sin entrar en idiomas como el alemán o el coreano, y se mencionan las páginas electrónicas necesarias para ampliar la información, por lo general en inglés.
Price fue mucho más que un actor (Priceescritor.txt), en general fue un hombre feliz, con un sentido del humor muy desarrollado, simpático, afable, cortés y tan culto como para que muchos recurrieran a la etiqueta de hombre del Renacimiento. Desde luego es material para cinéfilos y el libro responde a ese perfil de principio a fin. Se revisan y comentan las películas, se valora, a veces con exceso reconocido, y se transmite en todo momento el respeto y la admiración del autor. Según el propio libro su marcha fue una perdida que podemos recuperar en una herencia larga y superviviente en la Red y en DVD.
“ADIÓS A LA ELEGANCIA EN EL HORROR
El lunes 25 de octubre de 1993, a la edad de 82 años, en su casa de Thousand Oaks de Los Angeles, Vincent Leonard Price, Jr., Vincent Price, gran fumador, moría como consecuencia del cáncer y el enfisema de pulmón que padecía, enfermedades que, unidas al Parkinson, le fue imposible vencer. Su secretaria, Reg Williams, fue la encargada de dar la noticia. Una muerte para la que, según su propia hija, se estaba preparando desde hacía tres años, despidiéndose de sus amigos y familiares, haciendo donativos, etcétera. Su cadáver fue incinerado y sus cenizas echadas al mar, concretamente en el Point Dume, al sur de California. A los amantes del cine nos legó una larga filmografía que, a pesar de sus altibajos, posee varias perlas de la historia del medio y algunos clásicos del terror, pero, sobre todo, nos dejó su majestuosa presencia (medía 1,92 y esto ya impone), que vale la pena contemplar en cualquiera de sus trabajos. Los que le conocieron aseguran que era todo un señor, un hombre cortés, educado, simpático, ajeno por completo a los tipos que le hicieron famoso. Ahí reside gran parte del mérito de los actores especializados en malos, en hacer creíble lo increíble: «Los personajes siniestros exigen al actor una capacidad para hacer creíble lo increíble», en las propias palabras de Price. Y él, con su personalidad afable, consiguió transmitir toda la maldad de sus personajes con su sola mirada. Cuando su fama era notable, Vincent no tuvo caprichos de divo, no hizo solicitudes extravagantes a los organizadores de los eventos o rodajes a los que acudió; sus exigencias distaban mucho de las de los ídolos actuales. Como ejemplo, un botón: en 1984 Vincent visitó España con motivo del IV Festival Internacional de Madrid de Cine Imaginario y de Ciencia Ficción (IMAGCIF), que le homenajeaba, y su único requerimiento fue que el hotel estuviese lo suficientemente cerca del Museo del Prado como para poder ir a visitarlo todas las mañanas: «En esta visita al Prado, lo que más me ha sorprendido es la enorme cantidad de turistas que van a ver un solo cuadro o un solo autor ignorando los tesoros pictóricos que hay en el Museo. Creo que la gente tiene derecho a ver las cosas que antes estaban reservadas a los reyes o a las grandes familias. Lo que pasa es que hay que educar al público para que aprenda a disfrutar del arte».”