"Tiempo"
La web oficial.
El argumento: Durante unas vacaciones en un paraíso tropical, una familia empieza a percibir que en la recóndita playa elegida para relajarse unas horas suceden algunas anomalías temporales...
Conviene ver: "Tiempo" es terror existencial con el que M. Night Shyamalan intenta aunar autoría y entretenimiento para el público. Una historia conceptual y poliédrica que no es lo que parece y que desbarra en buena parte de una irregular propuesta que, aun así, logra encerrar alma emocional que termina emergiendo en la parte final (con esa familia que mira sentada el horizonte durante la noche tras vivir la experiencia de unas vacaciones imprevisibles) de una de esas cintas en las que nada es lo que parece siendo uno de los trabajos más imprevisibles e inestables del director. Lo mejor es una premisa que acaba derivando en ideas y esbozos que no terminan de casar creando un conjunto poco consistente con momentos de tensión logrados y también con otros que tocan la vergüenza ajena con algunos diálogos y reacciones de los personajes realmente sonrojantes. Eso sí, no se puede negar la capacidad de entretener del director y el oficio que demuestra tras más de 20 años de carrera con tantos picos y valles como los que tiene su nueva película. “Tiempo” se impregna de melancolía en un juego de espejos que habla sobre el hecho de estar vivo, aprovechar las oportunidades que se nos presentan y la forma que tiene la sociedad de afrontar la muerte más en un momento de banalidad e infantilismo a la hora de hablar de temas importantes. Es por ello que la cinta adopta un tono íntimo, alejado de lo que aparece en los avances, impregnándose de una honda tristeza sobrevolando también la apariencia de una familia de vacaciones pero que en realidad está lastrada por las complejidades de la pareja, tanto en el caso de Gael García Bernal y Vicky Krieps como en el de Rufus Sewell y Abbey Lee, ejemplos de familias perfectas que no sólo comparten una circunstancia que les hará ser elegidos para estar en esa playa sino que también encierran un tormento interior y cosas que no se dicen y enquistan en el tiempo. A ellos se unirán una pareja étnica y la presencia integrante de un rapero que parece que esconde más de lo que dice. Intriga, ritmo, atmósfera malsana, referencias metafóricas, la fragilidad de la vida, el tiempo en su rol de ejecutor de nuestros destinos y un perturbador uso del sonido son los cimientos de este carrusel de situaciones impactantes y físicas que crean incomodidad cuyo impacto es mayor tras el revolcón que nos ha dado la pandemia y que habla sobre el hecho de envejecer y aprovechar el tiempo que se nos brinda en un ejercicio de estilo que prepara una vuelta de tuerca más torpe e innecesaria que la de otros trabajos del director confirmando que la habilidad de Shyamalan es más definir escenarios, ambientes y sensaciones que dar sustento a historias o a desarrollar personajes. Aun así lo que ocurre durante unas horas en esa playa, primero evidenciado en los niños y después también sufrido por los adultos, va calando en el espectador hacia un desenlace que combina la justicia poética con la amargura de lo perdido invitando a exprimir la vida, antes de no ser más que polvo, y pasar el mayor tiempo posible rodeados de los que queremos por lo que el futuro nos pueda deparar.
Conviene saber: M. Night Shyamalan se encarga de la adaptación de un cómic de Pierre-Oscar Lévy y Frederik Peeters.
La crítica le da un SEIS