"The apprentice. La historia de Trump"
La web oficial.
El argumento: La historia que forjó la relación entre un antiguo tiburón, el poderoso abogado Roy Cohn junto a un tiburón aún mayor: el joven empresario y futuro presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Un joven Trump, ansioso por hacerse un nombre como segundo hijo de una familia adinerada en el Nueva York de los años 70, cae bajo el hechizo de Roy Cohn, el despiadado abogado que ayudaría a crear al Donald Trump que conocemos hoy. Cohn ve en Trump al protegido perfecto: alguien con una ambición desmedida, sed de éxito y dispuesto a hacer lo que haga falta para ganar.
Conviene ver: “The apprentice. La historia de Trump” es lo nuevo del director Ali Abbasi, uno de los nombres que han irrumpido en el cine reciente bajo el amparo del Festival de Cannes. Primero fue con "Border" (2018), triunfadora de la sección Una cierta mirada, y después fue el turno de “Holy spider (Araña sagrada)” (2022), que ganó el premio a la mejor actriz. Un nombre que no ha tardado en despertar interés no sólo en el circuito festivalero sino también siendo uno de los directores de la serie “The last of us” (2023). Ahora presenta una cinta en principio más convencional, al versar el terreno del biopic, pero también más accesible y en pleno año electoral en Estados Unidos adentrándose en la figura de un joven Donald Trump que, lejos de la apariencia aspiracional de la forja de un líder ofrece una perspectiva combativa y lejana del blanqueamiento, mostrando sin tapujos la banalidad mezquina de un tipo tan hortera como peligroso en escenas como la de una violación o un gatillazo sexual mientras evade impuestos, es acusado de racismo y va saltando minas sabiéndose cada vez más imbatible porque el propio sistema que le retroalimenta le permite ello al no pagar las consecuencias.
Un retrato de poder, codicia y desenfreno en el Nueva York de los 70 y primeros 80, escenario de una ciudad que quería remar para volver a recuperar el esplendor y ser el centro del mundo, en el que los tiburones de turno bordean el oleaje entre contactos y clubs con el fin de acrecentar su estatus y siempre quedar bien posicionado. Es el caso de un joven y ambicioso emprendedor de clase media, hijo de un promotor inmobiliario, llamado Donald Trump impulsado por el complejo abogado Roy Cohn. Una sátira de una época que muestra de que de esos polvos vienen estos lodos al captar el pulso de unos años y de una generación que asentó el modelo capitalista con el cielo como único límite y con la Casa Blanca como destino no tan inalcanzable previo paso por una torre de oro como distinción casi mesiánica convirtiéndose todo ello en una obsesión a la hora de construir el mejor edificio de todo el mundo.
No se esconde la mordacidad en un retrato sin concesiones sobre un tipo que se aprovecha de un país desorientado y temeroso de la inestabilidad y de la amenaza comunista con la premisa de que hay que remar para volver a hacerlo grande, codeándose con lo más granado de los sitios más lujosos de Manhattan y siguiendo el mantra de Roy Cohn, serpiente que se mueve como nadie tanto en los bajos fondos como a la hora de imponer su ley para dejar tanto a él como a los suyos impune. Una marca de fábrica absorbida por el propio Donald Trump que nunca ha creído tener a nadie que le parara los pies y que, incluso a pesar de sus continuas imputaciones, sigue teniendo muchas posibilidades para volver a la Casa Blanca en sólo unas semanas.
Sebastian Stan lleva a cabo un trabajo milimétrico alejado de la parodia como un Trump idealista y convencido de sus posibilidades que deriva en el déspota y misógino que se sabe por encima del bien y del mal. Un trabajo orgánico que evoluciona y en el que poco a poco, de manera más sutil que forzando la imitación, pasamos de la vulnerabilidad y dudas de ese joven a los aspectos y tics tan reconocibles del Trump que saltó a la fama como un empresario de éxito y después un peligroso y desnortado bufón. Frente a él un estupendo Jeremy Strong que no cae en el arquetipo y muestra la vulnerabilidad y patetismo de un ser tan siniestro y poliédrico como enigmático y maquiavélico, amigo personal del senador McCarthy, abogado de la Mafia, tótem del Studio 54 y enfermo de SIDA, personaje que ya interpretaron previamente, entre otros, James Woods, Al Pacino y Nathan Lane, y que se enfrenta y se aprovecha del desmoronamiento moral de un país que de la inocencia inicial convirtió el posterior desencanto en podredumbre.
“The apprentice. La historia de Trump” puede decepcionar a los que quieran encontrar un alegato en contra de Trump ya que la cinta se centra en esa época de auge previa a derivar en una de las figuras más peligrosas de la geopolítica mundial. Aquí no es la caricatura de cara naranja e inflada sino un joven rubio y con cierto magnetismo por su determinación que despierta aspiración como empresario de éxito y que se convirtió en determinado momento en todo un “role model” para el capitalismo a través de su programa “El aprendiz”. Un tipo que se aprovecha de las fisuras de una sociedad en crisis para concebirla a su antojo frente a una banal y fingida apariencia de triunfador y al que se le inculca, bajo cualquier circunstancia, siempre proclamar su victoria y nunca admitir un fracaso.
Un tipo criado en un pasado de sobreprotección en el que los vástagos tienen que aportar sustento al ego familiar para cimentar su orgullo y estatus y no ser unos fracasados frente a los demás siendo el caldo de cultivo de monstruos raídos por la insatisfacción y la presión del entorno en el que la palabra fracaso es la peor desdicha. Todo ello evolucionado en un mundo de competitividad en el que hasta la relación con los demás (especialmente las mujeres dejando patente su carácter misógino) es más una inversión o una posesión que algo sustentado en el afecto ya que gente así es incapaz de querer a otro que no sea él mismo.
“The apprentice. La historia de Trump” tiene figuras y se encalla por momentos, ahogada por ese granulado formal que supone una decisión estética que resta lustre al conjunto, entre movimientos rápidos de cámara y una banda sonora solemne y reiterada, pero sí que muestra en clave de retrato de una época y auditoría de todo un sistema con pinceladas de farsa el origen de una de esas figuras megalómanas que con todo lo que representan son causantes del devenir de la sociedad de hoy en la que se ha confundido dinero y fama con éxito y reconocimiento. Unos valores sustentados por gente que, incluso cuando más tenían, han sido incapaces de ser felices pero que, a su vez, han arrastrado a los demás a una eterna sensación de frustración en un mundo cada vez más individualista, áspero y confrontado en el que sólo importa la verdad de uno y el interés de unos pocos.
Conviene saber: A competición en el Festival de Cannes 2024.
La crítica le da un SEIS