"Teresa"

La web oficial.

El argumento: Teresa espera paciente la llegada del Inquisidor para ser juzgada. De su visita y de sus palabras dependerá su futuro: libertad, cárcel o la hoguera.

Conviene ver: "Teresa" no esconde su universo teatral ni tampoco el poder sensorial y espiritual que encierra una historia que encaja muy bien con el estilo, tan alabado como poco dado en nuestro cine transgrediendo pero abrazando el arte en su conjunto, que mostró Paula Ortiz con "La novia" (2015). Tras un hiato, en el que la directora ha estado detrás de un vídeo musical de Vetusta Morla o trabajos televisivos colectivos como “En casa” o “Historias para no dormir”, la directora ha vuelto esta temporada al cine con la película que nos ocupa y “Al otro lado del río y entre los árboles”. “Teresa” es un encuentro entre la monja santa que encuentra la ganancia en la contradicción y el cuestionamiento de la propia fe católica a la que sirve y el inquisidor, el cual decidirá el destino de la misma. Un duelo sobre las distintas formas de sentir la fe y el poder que tiene la palabra como creadora de mundos y también como amparos para el cobijo en el que no se puede negar la fina precisión visual y de puesta en escena con la que trabaja Paula Ortiz aunque la cinta no termine de fluir por un exceso relamido de retórica visual, metáfora incesante y una intensidad en las conversaciones entre los dos personajes que recae en lo artificioso. Una larga conversación en forma de combate con la palabra como arma, la duda como terreno a explorar y el machismo y la intransigencia como enemigo que resulta tan hipnótica como impostada en un trabajo que va más allá de la fe y de la religión para abrazar el humanismo, la propia forma de encarar el mundo y el propio sentido de la vida tan oculto dentro de uno que es muy difícil ponerle el foco sintiéndose Teresa no como especial sino como una mujer más, una mariposa cargada de cadenas, encontrando en su encierro su fortaleza, y que por muy poco que haga siempre se considerara un exceso para la moral imperante que es representada por un inquisidor con matices que pretende convertir pero que también siente y no cae en tópicos de villanía a grandes trazos. Una Teresa mística y provocadora desde la infancia y posterior juventud a la hora de hablar del deseo, la enfermedad, la salvación o los sueños como previo a esos años en el convento en el que, junto a otras mujeres, ha decidido confrontar lo establecido desde un viraje tan místico como rebelde en el que incluso la directora se permite homenajear a “Narciso negro” (1947). Lo mejor, además de la puesta en escena, el trabajo de Blanca Portillo y Asier Etxeandía que destilan una electricidad torrencial en un duelo actoral de primera magnitud y logran superar el reto sin ser arrollados por el peso de la forma y el texto de una cinta que en realidad lo que pretende abrir es la puerta a entender al otro y a respetarlo no imponiendo una forma concreta de ver la vida.

Conviene saber: Adaptación de la obra de teatro “La lengua en pedazos” de Juan Mayorga, basada en la figura de Santa Teresa de Jesús, también conocida como Santa Teresa de Ávila.

La crítica le da un CINCO