"Sucedió una noche", una fórmula que no pierde frescura

Querido Teo:

Un día Frank Capra leyó un relato titulado "Night bus" y pensó que su amigo, el guionista Robert Riskin, podría convertirlo en un gran guión. Era la historia de un periodista en paro que acompaña a una rica heredera en su fuga por el país hasta terminar conquistándola. Columbia aceptó el proyecto a desgana, por complacer al que era uno de sus directores más importantes, pero 90 años después “Sucedió una noche” (1934) es una de esas películas que no envejecen como mejor exponente de la comedia romántica clásica y cuya una de sus variantes sería apodada “screwball comedy”.

Como toda película que entra en la leyenda, y que se precie de ello, pronto empezaron los problemas con aspectos como el casting. Capra quería a Robert Montgomery pero éste era actor de la Metro-Goldwyn-Mayer así que finalmente el Estudio cedió a Clark Gable, cosa que no gustó nada al actor que se sentía como mercancía barata.

También hubo problemas con la elección de Claudette Colbert ya que Capra todavía recordaba lo muy disgustada que salió la actriz del rodaje de “Los tres papás” (1927) que fue un fracaso de taquilla. Debido a esto la actriz dejó de actuar en la gran pantalla durante dos años, volvió a Broadway y juró que nunca tendría nada más que ver con el director siciliano. El trabajar con Gable y que el Estudio aceptara el desorbitado sueldo que pidió le terminó convenciendo.

Las dudas del Estudio y la hostilidad inicial de los actores no impidieron que “Sucedió una noche” se convirtiera en un éxito. Capra logró que los actores congeniaran entre sí y que brillaran sustentándose en un guión ligero, fresco y ágil que sentó las bases de la llamada “screwball comedy”. Además del buen funcionamiento comercial queda para siempre como la primera película que consiguió los 5 Oscar más importantes; película, dirección, actor, actriz y guión.

“Sucedió una noche” fue también un claro ejemplo de la inteligencia del sugerir frente al mostrar, más todavía teniendo que enfrentarse a la censura de la época representada en el Código Hays, que desde ese año irrumpía con dureza, y con la secuencia de “las murallas de Jericó” como ejemplar baluarte.

“Sucedió una noche” es una de esas cintas en las que todo funciona, exponente de toda una forma de encarar el todavía incipiente negocio del cine, a pesar de complicaciones y discusiones durante su rodaje. Una época quizá más ingenua pero enormemente reparadora cuyas películas siguen siendo ese cómplice fiel con el que contar en cualquier momento.

Nacho Gonzalo