Sitges 2024: Steven Soderbergh entre fantasmas, sello de Quentin Dupieux, bucle con sabor "indie" y resistencia en la ciudadela

Querido primo Teo:

El otoño ha llegado a Sitges con el inicio del Festival. Los que llegamos el miércoles por la mañana lo hicimos con un calor sofocante y en cuestión de un par de horas tuvimos que ponernos la chaqueta. Lo que no logre el Festival de cine no lo logra nadie. Y aquí seguimos, con la chaquetita puesta desde por la mañana y no sólo dentro de las salas de cine. La inauguración de este año tenía como plato fuerte la presencia de un grande entre los grandes. Steven Soderbergh ha sido el encargado de dar el pistoletazo de salida a la nueva edición con su film “Presence”.

Si digo que ha venido a inaugurar el Festival con un drama sobrenatural de fantasmas en una casa podemos pensar que es una más entre un millón pero nada más lejos de la realidad. Ya desde los primeros planos te das cuenta que nada va a ser tan usual. El fantasma está, el sentirlo por los habitantes de la casa también, pero lo que hace especial a este film es que, tal y como está rodada, tal y como la ves, te hace estar dentro desde el primer momento. La innovación en este aspecto se complementa perfectamente con una música envolvente, hipnótica y, hasta momentos, incluso poética. Una película que se cocina a fuego lento llegando a un clímax que te deja con el corazón en un puño.

El director no ha dado rueda de prensa, algo que no recuerdo que se haya dado antes en una peli inaugural. Ha estado en el Mirador y luego en la alfombra roja, de la que te dejo un “tastet” como decimos los catalanes.

Por la red carpet han pasado, entre otros muchos, el gran jefe de Cupra, uno de los patrocinadores del Festival, que tiene un stand bastante molón, el actor catalán Jordi Vilches, Daniel Brühl, Juan Antonio Bayona y la nueva chica Almodóvar, Melina Matthews que, para nosotros, los que somos familia de Sitges, es de la casa porque lleva años haciendo las presentaciones de películas.

“Le deuxième acte”

Después de inaugurar el Festival de Cannes llega Quentin Dupieux el primer día de Sitges (no inaugurando pero casi) con su nuevo film. Florence quiere presentarle su novio David a su padre pero éste quiere cortar con ella y se lo cuenta a su amigo Will. Los cuatro se reúnen en un restaurante en medio de la nada.

Leyendo esta premisa alguien podría pensar: bien, parece que Quentin se va a portar bien. Nada más lejos de la realidad. El imponente plano secuencia con el que da inicio la película ya te avisa que lo que vas a ver es otra de las obras irreverentes del director francés. Plagada de humor negro, los diálogos de los protagonistas, en ocasiones, podría decirse que rozan lo absurdo pero van mucho más allá haciendo reflexionar al espectador sobre la sociedad en general y lo reflejado en el cine de nuestros días. 

Un film políticamente incorrecto que vuelve a triunfar entre los fans.

"Desert road"

Una chica que va por una carretera inhóspita de Estados Unidos choca con su coche y cuando va en busca de ayuda se da cuenta que vaya donde vaya, y haga lo que haga, siempre vuelve al mismo punto. Una pequeña joya "indie" que sorprende porque, pese a la complejidad del discurso, con bucles temporales, idas y venidas y la necesidad de más de un visionado para acabar de unir los hilos, resulta ser una historia conmovedora.

Ojito a los protagonistas de mayor edad. Si vas sabiendo lo justo te llevas una grata sorpresa, sin desmerecer a Kristine Froseth que con una interpretación fresca y valiente logra que empatices con ella desde el minuto uno.

"Twilight of the warriors: Walled in"

En los 80 el único sitio donde no se aplicaba la ley en Hong Kong era en la ciudad amurallada de Kowloon. Ahí se daban encuentro todas las bandas y había trafico de todo tipo, conviviendo con los estratos inferiores de la sociedad. Ahí se refugia el protagonista, un inmigrante ilegal que acaba siendo acogido por el líder de la ciudadela y que, junto con los demás marginados, deberá proteger su refugio de aquellos que quieren hacerse con el control. Una ciudad dibujada como un refugio pero a la vez como una cárcel donde todos los que allí conviven acaban siendo solidarios unos con otros.

La película es un completo disfrute para los sentidos de principio a fin, un no parar de escenas adrenalínicas, peleas, huidas… todo perfectamente coreografiado para convertir una película de dos horas en algo que sucede en un abrir y cerrar de ojos. Con una estética oscura y cargada, sin duda es un disfrute para el público de este Festival que tanto ama la producción asiática.

Mañana más películas, entre ellas uno de los platos fuertes; la presentación de “La sustancia”.

Tu prima.
Imogen