"Sin novedad en el frente"
La web oficial.
El argumento: Las aterradoras experiencias y la angustia de un joven soldado alemán en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial.
Conviene ver: "Sin novedad en el frente" ha irrumpido esta temporada como una de las sorpresas del año. No porque el material de partida no sea bueno sino por el hecho de que pocos imaginaran que todavía se pudiera aportar más en una nueva adaptación de la novela antibelicista de Erich Maria Remarque que ya sirvió de base para la recordada cinta de Lewis Milestone que ganó el Oscar a la mejor película y a la mejor dirección en 1930. Ha sido Alemania, una vez más revisitando su historia sin complejos pero sí con mucho sentido de la responsabilidad ante las barbaries cometidas, la que ofrece ahora una apabullante producción dirigida por Edward Berger que a lo largo de dos horas y media nos lleva a la guerra menos épica y más dolorosa, la que con gran realismo muestra vidas truncadas, miembros mutilados, la sangre desparramada en el fango y la vida en las trincheras en el que no sólo no se sabe que es lo que deparará el día de mañana sino también lo que tiene reservado el siguiente minuto. La cinta ha llegado a salas en estreno limitado como paso previo a su lanzamiento mundial en Netflix donde, a pesar de las bondades que pueda tener la plataforma, es difícil apreciar en su conjunto la experiencia inmersiva que se propone ante un deslumbrante apartado técnico en el que la fotografía y el apartado sonoro vuelan a gran altura.
La I Guerra Mundial sigue quedando como uno de los episodios más revisitados y cuestionables de la condición humana estimándose en 20 millones de vidas humanas las pérdidas entre combatientes, prisioneros y civiles, circunstancia que no contribuyó a que se aprendiera con ello ya que poco más de dos décadas después el mundo (y especialmente Alemania) quiso volver a repetir la jugada como si no se hubiera tenido suficiente ante el ego y la mente enferma de aquellos que desde la poltrona, en su sed de poder con la que ven el mundo como un tablero de ajedrez o un globo terráqueo con el que juguetear, se permiten que sean otros los que, en defensa de un territorio, una patria y un honor mal entendido, busquen imponerse al otro a base de la fuerza. Ese es el espíritu de una novela que fue prohibida en Alemania cuando los nazis llegaron al poder y que, casi un siglo después, sigue vigente en su denuncia aunque (lamentablemente) en la actualidad la palabra guerra no sólo sea un término que englobe hechos del pasado sino que sigue estando de plena actualidad ya que, viendo "Sin novedad en el frente", no es difícil imaginarse el sometimiento y resistencia del pueblo ucraniano masacrado por el poder militar ruso de manera incesante durante este mismo año 2022.
A pesar de que las bajas eran incesantes Alemania no dudó en seguir enviando a promociones de jóvenes a combatir. Así ocurre con Paul Bäumer que se nos presenta como un chico que, junto a sus amigos, acaba de cumplir la mayoría de edad y que con la inconsciencia propia de esos años, intentando demostrarse a ellos mismos y a lo demás los valientes hombres en los que se han convertido a pesar de que sólo sean unos chiquillos asustadizos, celebran el hecho de alistarse con un patrioterismo mal entendido que les hace calar en ellos el mensaje de gloria sintiéndose importantes por enfundarse uniformes que en realidad vienen de ser limpiados y remendados tras pertenecer a otros que, como ellos, también partieron con ilusión pero que han caído con más salvajismo que heroismo en el campo de batalla. Una experiencia que de partida viven como una aventura colectiva cercana a una excursión de picnic pero que pronto se traduce en el escenario de los errores en el que sólo tienen, además de sus fusiles, la resistencia que les puedan dar sus cuerpos y la camaradería nacida entre viejos y nuevos conocidos.
"Sin novedad en el frente" muestra una guerra desgarradora y visceral desde un realismo que hiela la sangre mientras acompañamos a Paul a subsistir como se puede junto a sus camaradas y amigos formando parte de un infierno en el que el jolgorio inicial y las risas se transforman en destrucción, gritos y muertes. Desde las trincheras, y de manera infructuosa, intentan avanzar metros frente a las líneas enemigas en territorio francés pero, en realidad, no hacen más que ser carne de cañón que no tiene sólo que esquivar las balas y misiles sino también los ataques con gas tóxico, las condiciones climatológicas adversas propias del invierno, o el hambre que les llevará a tener que robar en granjas o ingeniárselas para poder seguir respirando. Una lucha frente al tiempo ya que, si bien la guerra duró entre 1914 y 1918, Paul vive el último año de la misma con una Alemania invasora pero inoperante que tuvo que claudicar, tras una larga y obstinada agonía, aceptando las condiciones de los franceses a la hora de firmar un armisticio que terminara con la sangría.
En un momento en el que el cine bélico parecía que ya no podía sorprendernos y que ya había contado todo lo que tenía que contar, primero con clásicos reveladores como "Senderos de gloria" (1957) y después con propuestas más recientes como "Salvar al soldado Ryan" (1998), "Dunkerque" (2017) y "1917" (2019), esta cinta continúa la senda del poderío visual y técnico de aquellas en una permanente virguería orquestada con solidez y empaque pero sin renunciar a la parte más humana representada en ese Paul que con cara de cervatillo herido termina envilecido por un conflicto en el que el hecho de tener que sobrevivir lleva al ser humano a terrenos que nunca hubiera imaginado y de los que no se puede estar orgulloso. Un viaje psicológico sin embellecimiento que nos lleva de la inocencia al horror en el que la épica es sustituida por la crudeza más absoluta y que nos lleva a los terrenos explorados por "Masacre: Ven y mira" (1985) o "El hijo de Saúl" (2015). Todo en un momento en el que las intenciones iniciales dejan paso a la deshumanización y al sálvese quien pueda en el que ya no hay ideología, propósito o convencimiento sino una inercia aniquiladora en el que sólo queda estirar los límites del otro pretendiendo ganar más por desgaste que por pericia estratégica en un momento en el que, mientras cada minuto es una vida perdida, en los despachos nadie quiere ser el primero que dé el brazo a torcer con el fin de no quedar deshonrado en los libros de Historia asimilando poder y gloria a victoria y épica en el campo de batalla. Tampoco ninguno queriendo ser el héroe que evitó que la sinrazón siguiera campando a sus anchas por una Europa hecha jirones.
"Sin novedad en el frente" se adentra no sólo en el conflicto sino que asienta el germen de los traumas que quedarán también en los escasos supervivientes, esos jóvenes inocentes y con falta de formación, deseosos de encontrar un sentido a su vida en un momento en el que son influenciables, se verán envalentonados por discursos nacionalistas y dogmáticos enunciados por jerifaltes que no están dispuestos a mancharse las manos y que actúan como embaucadores nombrándoles como "la mejor generación" vertiendo sobre ellos el poder convertirse en los responsables de la gloria para su país y para los suyos. Como contraposición el ser finalmente arrasados sin distinción bien sea cayendo en combate o siendo afectados por siempre en su mente, cuerpo y alma a raíz de lo vivido y visto a través de sus ojos sintiendo como pisan el barro, pierden su sangre, padecen hambre, sienten el frío y viven con un miedo que cala y les convierte en seres errantes con la muerte acechando al siguiente minuto.
"Sin novedad en el frente" cumple con creces dentro de su género dejando imágenes imborrables que, por muy duras que sean, no se olvidan y dejan poso llevándonos de la mano hacia un infierno en el que no hay camino de retorno por mucho que estos chicos sueñen y se pregunten qué es lo que harán después de la guerra. Un joven que se enamora de una chica francesa, otro que sueña con ser gendarme, otro que se emociona con las cartas que recibe de su mujer y la mayoría sólo pretendiendo volver a casa y abrazar de nuevo a los suyos. Una cinta valiosa que demuestra la impotencia frente al desarrollo de la guerra y también la inutilidad de la misma ya que en ellas, en realidad, nunca hay vencedores y sí vencidos, millones que nunca serán los mismos al privárseles de lo que son y de lo que pudieron ser de no haber pasado por allí.
Unas gafas sobre el barro que son el aviso de una pérdida, un pañuelo que evoca olores de un espejismo durante la guerra, el ganso que sabe como el mejor manjar posible, la foto rasgada de una chica dibujada en un anuncio o las chapas identificativas de los que cayeron y engrosan los interminables listados de bajas son algunos de los elementos que sustentan una cinta rica en el detalle mostrando el humanismo frente al horror en un esforzado retrato sobre la realidad de lo allí vivido sin renunciar al espectáculo y, por momentos, con sus imágenes, incluso, a la belleza entre la crudeza.
"Sin novedad en el frente" es un poderoso ejercicio, contundente e íntimo, en el que la inocencia queda perdida entre las trincheras y, sobre todo, entre la vertiente más hipócrita de aquellos que no dudan en enviar a los suyos a una muerte segura. Unos países que no se preocupan de sus ciudadanos sino que sólo quieren la medalla y la sed de poder a través de la gloria al precio que sea aunque sea a costa de la salud física, psicológica y económica de una Alemania introducida en un devastado paisaje que no es más que una ratonera en la que los ilusos combatientes sólo pudieron ganar unos metros a lo largo de los años topándose en todo momento con un pulso mantenido entre las partes durante demasiado tiempo, el mismo que se va agotando y que lleva incluso a que con la paz tocándose con las manos todo pueda truncarse en el último minuto.
Una cinta entretenida y conmovedora, siempre pertinente a la hora de mostrar la guerra y sus consecuencias, el alto precio sufrido y el lado más perverso de militares, estrategas y ejecutores que sólo supieron sacrificar peones a su suerte como plan maestro a la hora de conseguir un imposible. La I Guerra Mundial no siendo vista como un juego ni como un episodio heroico sino como un hecho del que avergonzarse a lo que parecía contribuir no sólo el poder de sus imágenes sino un sustento musical que más que acompañar golpea con intensidad nuestra conciencia y genera una sensación todavía más asfixiante acompañando a ese joven durante su cíclica epopeya que conecta la idealizada expectativa del inicio con la cruenta realidad reservada por el destino en la que se da el testigo entre miembros del batallón a través de las chapas que son recogidas y que más adelante pueden ser las de uno mismo. Un reflejo de lo que está por venir y que se prefiere no ver ante la predilección por la sensación de fascinación de la narrativa bélica que venden los que mueven a las masas.
"Sin novedad en el frente" brilla y pasa a ser desde ya uno de los ejemplos fílmicos más destacados que hayamos visto nunca sobre esa I Guerra Mundial, la gran guerra, la gran vergüenza, de la que sólo podemos alegrarnos de no haber vivido en carne propia aunque con un mundo tan revuelto uno tenga siempre que estar alerta ante la tendencia del hombre por tropezar más de una vez en la misma piedra y de ser incapaz, quizá sea por alguna circunstancia inherente como parece querer demostrar la Historia, de vivir definitivamente en paz y borrar definitivamente del escenario mundial la palabra guerra.
Conviene saber: Representante de Alemania para el Oscar 2023 a la mejor película internacional.
La crítica le da un OCHO