San Sebastián 2023: La filosofía del espíritu critico frente a la sociedad, el peso de un legado perturbador y dos almas rotas que conectan a través de la deriva de sus memorias

San Sebastián 2023: La filosofía del espíritu critico frente a la sociedad, el peso de un legado perturbador y dos almas rotas que conectan a través de la deriva de sus memorias

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Querido Teo:

Dos películas que acusadas de menores han retumbado en una sección oficial ávida de cintas que espoleen ante el conformismo. Es el caso de una comedia argentina como "Puan" que va más allá de un choque de caracteres para hacer humor y que se erige como valiente alegato del peso de la palabra y el pensamiento crítico frente a una política que condiciona a una sociedad anestesiada por la rutina y que no levanta la cabeza ante el viraje que toman determinadas cosas. También la francesa "El sucesor" remueve y desconcierta con impacto navegando por los avernos de una relación paternofilial rota en el tiempo pero que siempre estará ahí, más cuando un perturbador secreto les vuelve a juntar en contra de su voluntad.

“Puan” (María Alché y Benjamín Naishtat) // Sección Oficial

“Puan” es el nombre del barrio de Buenos Aires que da título a la película y en la que está ubicada la Universidad de Filosofía y Letras, la cual es el escenario en el que se desenvuelve esta comedia agridulce que parte de la rivalidad (más bien choque de caracteres) entre dos profesores que se disputan la cátedra del Departamento de Filosofía Política tras el repentino fallecimiento del reputado responsable de la misma.

Marcelo Peña, un profesor anodino de 50 años de vida personal y profesional más estancada que estable y con pocas habilidades más allá de su burbuja, ve como su ecosistema se pone del revés cuando vuelve a entrar en su vida Rafael Sujarchuk, un seductor y petulante compañero que viene de Alemania con vitola de triunfador y con el fin de dar nuevos aires a una institución educativa siempre tendente al anquilosamiento y a ir detrás de lo que marca la sociedad.

En esta película el humor ingenioso se reivindica como arma política en el que se anteponen la lucha por los ideales y el convencimiento de que todos, independientemente del origen, el bagaje cultural o la edad, tienen que contribuir a un futuro mejor. Más que el choque de personalidades, y de la lucha por hacerse con el puesto académico, la película es un retrato social de un país marcado por la precariedad, la falta de oportunidades y con la amenaza latente de la irrupción de movimientos extremistas que potencien más el capital que la cultura, el negocio que la palabra. Un fomento del pensamiento crítico en malos tiempos para la lírica en los que el arte, la cultura y los valores se ven como gasto prescindible y no como inversión de futuro.

Una cinta que interpela a la Argentina actual a la hora de encajar los valores de la Filosofía y de la reflexión en época de redes sociales, lenguajes inclusivos, inflación o postureos varios en la que el anodino pero honesto profesor asiste a la parafernalia de postureo del encanto fingido de su compañero venido de Alemania, el cual se rumorea que se ha liado con la actriz de moda y que demuestra cuando tiene oportunidad en hacerse notar por su conocimiento sobre vinos, tocar el piano y cantar en francés o recitar con suma precisión a Kant y Spinoza.

Una película sencilla pero que se sustenta en la empatía del atribulado protagonista, ensimismado en Jean-Jacques Rousseau o Thomas Hobbes y poco dado a alharacas, que ve como su ideal de enseñanza y de ver la vida no termina de encajar en una sociedad que pide cambio aunque éste se produzca a un ritmo que ni sus propios impulsores pueden seguir. Una mirada cínica en la que le vemos dar clases a una octogenaria adinerada que le invita a su cumpleaños y que, por avatares del destino, le lleva a vestirse como filósofo griego clásico con su túnica correspondiente ya que la profundidad de la palabra es demasiado aburrida y manda más el postureo de la imagen y del espectáculo.

Una Argentina que frente al capitalismo feroz precisa de los paladines de la palabra que pongan en valor la humanidad de las gentes y la justicia frente al todo vale de un sistema que ha potenciado más todavía las desigualdades y que ha aborregado a sus ciudadanos ya que la máxima aspiración de éstos es poder recibir las nóminas a tiempo porque en época de especulación inmobiliaria y permanente crisis económica el mantenerse a flote termina siendo el objetivo individualista más allá de la lucha por el bien común.

Con la pericia de María Alché y Benjamín Naishtat, y un reparto estupendo encabezado por Marcelo Subiotto, Leonardo Sbaraglia, Julieta Zylberberg, Cristina Banegas o Alejandra Flechner, las dosis de amargura enriquecen más que empañan un trabajo ingenioso y con valor político que entre dilemas éticos, gags escatológicos y ciertas confusiones vitales termina hablando de la integridad y el valor de la razón más allá de las paredes y mentes académicas impregnando las calles de saber intelectual pero también pragmatismo realista, pivotando a través de un protagonista que con su mirada íntegra navega por el patetismo pero también por la resiliencia en una apuesta tan ligera como intensa sobre las contradicciones y complejidades del mundo moderno y el papel que debe jugar en él la palabra y el pensamiento.

Una película que haciendo virtud de su aparente sencillez y su viaje por determinados lugares comunes se permite hablar de la necesaria unión de aquellos que hasta ahora han puesto la otra mejilla pero que ahora tienen que quitarse la venda de los ojos y descubrir el poder de la colectividad sin renunciar a hacer el ruido necesario para que las cosas cambien y, al menos, se paren los pies a amenazas que sobrevuelan como la del presidenciable Milei tocando en estos momentos las puertas a la Casa Rosada.

Sea perdiendo complejos, vergüenzas y miedos entonando el tango Niebla en el riachuelo como elemento liberador tanto para sanar heridas, dando el paso que le minó en el funeral de su mentor y amigo o en la función escolar de su hijo, como para erigirse en rebeldía frente a una vida que arrolla y escupe pero en la que lo peor que se puede hacer es rendirse ya que más que una rivalidad académica a lo que asistimos es al hecho de tomar la decisión de pasar por la vida de puntillas o contribuir a hacer algo que valga realmente la pena. La diferencia entre hacer lo que se espera de uno o realmente apasionarse por algo de verdad.

"El sucesor" (Xavier Legrand) // Sección Oficial

Entre el drama de un trauma familiar, la intriga de una desaparición y la comedia involuntaria se mueve el nuevo trabajo de Xavier Legrand que si bien no llega a la excelencia de “Custodia compartida” (2017) sí que presenta uno de los trabajos más contundentes de la sección oficial. Una película fascinante que te lleva por donde quiere y que maneja secretos, ansiedades y perturbaciones de manera más que solvente. Un thriller claustrofóbico que nos lleva a los abismos de la condición humana en una cinta que pone sobre la palestra temas como la fugacidad del éxito, el peso del pasado, la salud mental o hasta qué punto conocemos de verdad a los que nos rodean.

Un Marc-André Grondin que va de menos a más durante la película interpreta a Ellias Barnès, un diseñador de moda que, a los 30 años, se ha convertido en una de las promesas del sector de la alta costura siendo nombrado director artístico de una famosa casa de moda parisina. El éxito profesional tendrá que ponerse en paréntesis cuando Ellias tiene que viajar a Montreal para preparar el entierro de su padre tras sufrir un ataque al corazón y con el que llevaba 20 años sin hablarse.

Encontrándose con vecinos y viejos amigos de su progenitor, todos abatidos y dispuestos a ayudar ante el buen recuerdo que deja el finado, el noqueado joven tendrá que quedarse en la casa de su padre donde descubrirá un secreto en el sótano de la casa mientras intenta hacer malabarismos haciéndose preguntas por lo descubierto, atender desde la distancia a sus nuevas responsabilidades profesionales y toparse de bruces con el pasado mientras tiene que llevar a cabo lo que todos esperan que haga un hijo cuando un padre fallece.

“El sucesor” es una cinta elegante que te deja atrapado en la butaca mientras la narración avanza entre contenidos efectismos que más que hacer naufragar a la película todavía acrecientan la angustia de ese viraje emocional y psicológico que lleva al protagonista al borde de la locura. ¿Quién era realmente su padre? ¿A qué se debieron sus actos? ¿Hasta qué punto hace bien en encubrir lo que ha descubierto más cuando esa maraña le acaba succionando cada vez más? ¿Son sus genes víctimas de la herencia de la violencia machista perpetuada?

Una cinta perturbadora que sorprende, juega con el espectador y favorece el debate con un protagonista que intenta construir su propio destino aunque acaba destinado a ser el eterno sucesor tanto en lo profesional como en lo personal, ensombrecido por la figura de su padre fallecido por un problema cardiaco que él teme haber heredado. Una cinta que habla sobre el papel que tiene uno en el mundo y hasta qué punto uno puede liberarse realmente de sus cadenas o siempre estará supeditado a un pasado que le impedirá volar por sí mismo.

Un thriller pantanoso que se adentra en una intriga con aparente cotidianidad en el que el atormentado protagonista, frente a una sucesión de hechos que sólo puede esquivar y no evitar, se encuentra cada vez más inmerso, ante cada revelación, en una pirotecnia despiadada que tiene reservado un último golpe de efecto que amenaza con reventar toda la credibilidad de la película pero que acaba helando la sangre en una larga secuencia poderosísima entre llantos desconsolados fruto no de la pena y del abatimiento sino de la impotencia que denota la fragilidad de un hijo engullido por el miedo y el rechazo y después por la desesperación cómplice de haberse impregnado de un secreto que lo carcome todo y en el que sólo le quedara, exhausto y al límite, poner tierra de por medio aunque sea el egoísmo, la vanidad y el sentimiento de culpa los que terminen hablando por sus actos.

“El sucesor” desmonta los cánones masculinos, sugiriendo incluso interpretables dinámicas en las relaciones de los personajes, como ese abnegado vecino que echará en falta al padre del protagonista, adentrándose en cómo lidiar con los pecados de unos progenitores que minan y aplastan como un peso fantasmal imposible de erradicar y del que el protagonista termina siendo tan cómplice como víctima asumiendo una herencia que termina siendo una bomba de relojería que pone en prueba su estabilidad, sus actos y la capacidad de tener un futuro que le permita vivir libre de un cargo de conciencia que se antoja como una losa que ya por siempre vivirá en él. Una espiral fascinante que impacta y remueve para ir, con solvencia y sabiduría sabiendo tocar los resortes oportunos, más allá del drama paternofilial para bordear el thriller y el terror con subyugante tensión y devastadora desolación.

"Memory" (Michel Franco) // Perlas

Tras su paso por el Festival de Venecia 2023 (ganando el premio a mejor actor para Peter Sarsgaard) recaló en la sección de Perlas del Festival de San Sebastián una de las cintas más accesibles, sencillas y emocionales de un Michel Franco que se ha alejado de existencialismos o de forzar la máquina detrás de la cámara a la hora de mostrar una desatada lucha de clases. En "Memory" confronta la tierna relación entre una mujer que quiere olvidar un hecho del pasado (que ha lastrado su vida y sus relaciones) y un hombre con problemas de demencia que no quiere ser testigo de como sus recuerdos cada vez están más difuminados. Una cinta que plantea en estas circunstancias si es posible reivindicar la identidad (cuando la mente hace estragos) y sí el amor puede ser posible.

Sylvia es una trabajadora social que lleva una vida sencilla y estructurada: su hija, su trabajo, sus reuniones de Alcohólicos Anónimos pero todo ello se verá alternado cuando Saul la sigue a casa tras su reunión de compañeros de instituto. Su encuentro sorpresa impactará profundamente a ambos al abrir la puerta al pasado, la cual es necesario volver a atravesar para darse una oportunidad, no como componentes de una incipiente relación, más marcada por la complicidad y la necesidad que por la pasión, sino para poder ser autónomos por ellos mismos.

Si bien el personaje de Saul sufre una dependencia que le inhabilita, subrayada por un hermano que con el fin de protegerlo le enclaustra respecto al mundo exterior, Sylvia poco a poco va perdiendo su fortaleza inicial y vemos lo que hay detrás. El reflejo de la niña que fue, abusada por su padre cuando tenía 8 años, mientras su familia (su madre y su hermana) miraban hacia otro lado porque era más adecuado (para evitar escándalos y preservar su imagen frente a los demás) hacer como que nada había pasado. 

Frente algunas reacciones algo forzadas que buscan añadir caldo de cultivo al drama de unos personajes que es cuando se conocen cuando realmente reparan en lo desdichados que son, será finalmente la hija de Sylvia la que no sólo sirva de nexo de unión para la pareja de necesitados emocionales sino la que contribuya a levantar la alfombra de aquello que por no verbalizarse ha quedado enquistado habiendo sido hasta entonces más cómodo para los familiares de ella el hacer caer a Sylvia a los abismos de la locura en vez de reparar en que su forma de actuar y su errático comportamiento debe mucho a aquello que nadie supo (ni quiso) atajar.

Una cinta sensible que cuida cada uno de sus detalles y que saca luz de unas mentes apresadas por la oscuridad confiando en que, en un punto intermedio de conexión entre la deriva de los recuerdos de sus respectivas mentes y el bagaje de sus almas rotas, pueda tenderse un puente encontrando consuelo poder ser feliz en el mayor tiempo posible que las circunstancias lo permitan. Un trabajo sencillo y de aire lánguido pero que abraza la esperanza frente a la amargura y con una sensibilidad a flor de piel destacando, además del trabajo sobresaliente de Chastain y Sarsgaard, brillantes tanto en las escenas más íntimas entre ellos como en las más grandilocuentes a la hora de forzar el drama de su peregrinaje vital, la presencia de Brooke Timber, Merritt Wever, Jessica Harper, Elsie Fisher y Josh Charles. 

Nacho Gonzalo

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Silvia
Silvia
11 meses atrás

PUan no es un barrio sino una calle de Buenos Aires donde se encuentra la Facultad de Filosofía y Letras-

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