San Sebastián 2023: "El asesino", una película sorpresa con un David Fincher efectivo y obsesionado por el detalle
Querido Teo:
Vuelve por fin David Fincher al thriller, aunque ya con "Mindhunter" (2017-2019) nos encontramos en el mismo, pero vuelve en este caso al largometraje después del homenaje, si es que se le puede llamar así, de su padre en "Mank" (2020), que con cierta perspectiva, a pesar de ser un proyecto con hechuras técnicas excelentes, se siente pasado y aburrido para el talento que tiene el director. En "El asesino" volvemos a ese Fincher absolutamente obsesionado con alcanzar la perfección en el detalle en cada plano, en cada secuencia; todo movimiento, encuadre tiene su propia vida.
El montaje está medido perfectamente para que cada plano case con el siguiente, porque a pesar de que cada plano esté pensado y repensado, hay una cantidad ingente de ellos en la película, todos con el objetivo no sólo de narrar si no de atrapar al espectador, en una forma y un ritmo totalmente cautivadores. Todo con el objetivo de alinearse en cierta forma con el personaje de Michael Fassbender, un personaje estoico, árido, que solamente cree en la rutina de su trabajo, sin moral, sin ética.
A pesar de tener esta actitud, Fincher ironiza sobre el personaje desde el primer momento, sin alabarlo, demostrando que toda la paranoia que tiene en la cabeza se rompe desde el inicio. Es cierto que la interpretación de Fassbender es muy continuista en líneas generales, pero le da lo suficiente como para mostrarse vulnerable, dentro de la cabeza de ese personaje que no habla con nadie más allá de consigo mismo. Para mí la voz en off es un acierto, no me parece sobreexplicativa, y consigue adentrarte perfectamente en la mente de este personaje, creando un tono sombrío e irónico. Cierto es que si la voz en off se hubiese suprimido por completo, otra película sería, para nada cerca de lo que ha hecho Fincher en su carrera y más cercano al ritmo y tono de un Denis Villeneuve o Jeremy Saulnier.
Creo que la demostración técnica, destacando no sólo la dirección si no también la mezcla de sonido y esa banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross totalmente absorbente, está quizás por encima de la historia, porque la misma tampoco va más allá de un par de temas sobre los que reflexionar como la ética a partir de nuestro trabajo o la empatía por el ser humano. Esta demostración de la forma por encima del fondo no es algo negativo; cierto es que evita un poso posterior, pero el visionado es totalmente entretenido, inmersivo y lúdico, siendo por ello quizá no una de las mejores películas del director pero sí un ejercicio lo suficientemente destacable en su filmografía.
Iker González Urresti