San Sebastián 2022: Inadaptados en la América profunda, familia y adopción con el sello Kore-eda, Ozon en el universo Fassbinder y una una burbuja de apariencia perfecta
Querido Teo:
Un drama austero sobre dos inadaptados en la América profunda, una nueva mirada a la relación familiar por afinidad y no por sangre de Hirokazu Kore-eda, un François Ozon embebido por el espíritu de Fassbinder y una comunidad no tan perfecta forman parte de títulos que también se han visto en este certamen.
"Runner" (Marian Mathias), conexión frente a la inadaptación // Sección Oficial
“Runner” es una cinta con la que el comité de selección pretende tener cierta representación del cine usamericano que, desde luego, encuentra otras plazas festivaleras más de su gusto y con mayor proyección internacional. En todo caso, y si se quería optar por una cinta independiente, seguro que había muchas más opciones para formar parte de la lucha por la Concha de Oro. No obstante, “Runner” no está muy lejos del perfil de ganadora de los últimos años que deja descolocado a más de uno, indigna a la prensa y es inédita para el público al ni siquiera encontrar distribución en salas.
“Runner” es la ópera prima de Marian Mathias que, como decimos, se adentra en las claves del cine “indie” revertiéndolas al estilo nórdico en planos largos, jugando con los encuadres y llevándonos a un entorno rural y neblinoso que bien podría ser el escenario de “Rams. El valle de los carneros” (2015). En este caso nos encontramos a una joven que, tras la muerte de su padre, conoce a un chico que como ella comparte soledad e inadaptación en los vastos paisajes de la América profunda. La gran baza de la propuesta es precisamente su estilo formal centrado en lo poético y lo pictórico que es lo que termina dando algo de mérito a una cinta narrativamente plomiza y que no encuentra una justificación de ser más allá de un meritorio manejo de la imagen por parte de quien está detrás de la cámara.
“Runner” hubiera ganado como cortometraje ya que, a pesar de una duración que no llega a los 80 minutos, se hace eterna retratando la nada más absoluta entre los encuentros y correrías por los vastos paisajes grisáceos de estos jóvenes condenados a su suerte en el entorno en el que viven y que, al menos, tienen la suerte de encontrarse en el momento que más lo necesitan. Esa premisa no va más allá ante una nimiedad bañada de un riesgo visual y sonoro que provoca que este decadente viaje sea más propio de pinacoteca que cinematográfico ante su ausencia de fondo.
“Broker” (Hirokazu Kore-eda), la familia que se elige // Perlas
Directa desde el Festival de Cannes 2022, donde ganó el premio al mejor actor, y apeada de la carrera por el Oscar a la mejor película internacional tras no ser elegida ni por Corea del Sur ni por Japón ha llegado a San Sebastián la nueva cinta de todo un hijo pródigo como el oriental Hirokazu Kore-eda donde ya ha ganado en dos ocasiones el Premio del Público (“De tal padre, tal hijo” en 2013 y “Nuestra hermana pequeña” en 2015) y también ha recibido el homenaje del certamen con el premio Donostia en 2018.
"Broker" es una cinta que nos lleva a una noche lluviosa en la que una joven madre abandona a su hijo recién nacido, el cual es recogido por dos hombres que forman una particular alianza haciéndose con bebés abandonados para venderlos a las familias que sí que los quieren, evitando con ello que recalen en los orfanatos en los que ellos se criaron y que sufran el trauma de la posibilidad de no ser adoptados nunca conforme van haciéndose más mayores
“Broker” se apoya en esa familia improvisada propia de las circunstancias y del destino que emprende una road movie en busca de los padres adecuados para ese niño adoptando no sólo la preocupación de Kore-eda por la familia y la preservación de la infancia, sino dándole un tono de fábula de Frank Capra, fomentando la empatía y los buenos sentimientos, aquellos que incluso acaban drenando frente a la coraza autoimpuesta para evitar sufrir, y también recordando por momentos a “Pequeña Miss Sunshine” (2006) en ese viaje de descubrimiento para personas que se saben imperfectos y que, al menos, están dispuestos a corregir sus errores.
“Broker” quizá no sea la mejor película de la filmografía del japonés pero si es aquella en que su fórmula parece más medida y accesible para el gran público, creando un conjunto tierno y bien presentado, con un estilo muy popular que lo ofrece no sólo la subtrama de las agentes que siguen la pista a estos tipos, sino el peso que tiene el humor en la historia y algunos personajes como ese niño que se enrola con los dos traficantes y a la joven madre que encuentra en ellos el calor de hogar (y la comprensión) que nunca nadie le había brindado. Un Kore-eda que sin necesidad de ser rotundo ni incontestable logra en una cinta más liviana y ligera que las anteriores, a pesar de la dureza de su premisa, conquistar de nuevo al público con una forma de contar historias que pocos manejan con tan buen tino e inteligencia como él aportando evasión y emoción a partes iguales.
“Peter Von Kant” (François Ozon) // Perlas
François Ozon es un abonado al certamen donostiarra y vuelve a la sección de Perlas después de que su último trabajo, "Peter Von Kant" se encargara de abrir el Festival de Berlín 2022. Alguien tan prolífico e inclasificable cómo él siempre merece la pena y esta pieza de cámara no es una excepción adentrándose en ese estilo de películas impostadas y teatrales, así como juguetonas, que a pesar de su desigual resultado tienen como honrosos ejemplos en su filmografía a “8 mujeres” (2002), “En la casa” (2012) o “El amante doble” (2017).
En “Peter Von Kant” sobrevuela el espíritu del director Rainer Werner Fassbinder en la que es una libre adaptación de “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant” (1972), una de las piezas fundamentales del transgresor director alemán y en la que el poder tan arrebatador como demoledor de la fascinación ante la belleza adopta tintes vampíricos en esa relación que se establece entre el creador y su objeto de deseo.
En la que podría haber sido una obra menor del director francés encontramos un arrebatador homenaje a la figura de Fassbinder sin renunciar al propio sello de François Ozon que no se sabe nunca hasta qué punto pretende parodiarse también a sí mismo en una propuesta llamativa en la que todas las piezas encajan y los actores se ven contagiados por un “timing” envidiable en el que todo fluye. Denis Ménochet ofrece un trabajo torrencial como un director de cine, el Peter Von Kant del título, que vive de la gloria del pasado encerrado en su apartamento con la única presencia de su mudo, paciente y gestualmente cabaretero asistente, Karl, un impagable Stefan Crepon que ofrece los mejores momentos de la cinta, tanto en lo cómico por su hieratismo como siendo testigo de todo ejerciendo de ojos del espectador.
“Peter Von Kant” se mantiene como un conjunto singular y que inunda de farsa, sin serlo decididamente entre lo divertido, lo absurdo y lo doloroso, un retrato vistoso sobre el deseo, el mito del Pigmalión y, sobre todo, una relación marcada por la soledad, el sexo y el sadomasoquismo, más psicológico que físico por un director cuarentón que pierde toda su cordura cuando entra en su vida un joven veinteañero de origen islámico del que se queda prendado y al que promete convertirle en su próxima gran estrella.
Una cinta bien armada en lo dramatúrgico, en lo visual y en lo devastador de una pasión tan excitante como arrolladora que alcanza sus mejores momentos gracias a la labor de un Ménochet que inunda la pantalla con su físico mostrando tanto la fuerza en su vertiente impositiva como su vulnerabilidad al quedar como un cervatillo herido ante los caprichos y devaneos de un joven amante que pronto demostrará más interés por la fama y sus veleidades caprichosas que por sentir un verdadero flechazo por el director lo que inunda de patetismo al conjunto.
“Peter Von Kant” redondea el interés del proyecto por el hecho de que en el reparto podamos ver a dos actrices míticas. Por un lado Isabelle Adjani dando vida a Sidonie, la primera gran actriz y colaboradora de Von Kant, y por otro Hanna Schygulla en el papel de la madre de ese director y que supone un guiño a la película de la que toma título y a toda la iconografía del universo de Fassbinder. Ozon pocas veces falla y desde luego esta no es una de estas ocasiones siendo capaz de homenajear al mito, reinventarlo y también poder divertirse con ello extrayendo incluso algo de luz frente a la inclemencia de una pasión desmedida.
“No te preocupes querida” (Olivia Wilde), el salseo manda // Perlas
Había mucha expectación por la presentación de "No te preocupes querida" de Olivia Wilde ante todas las filtraciones y dimes y diretes de malos rollos en el rodaje de la película, algo que ya se ha evidenciado en declaraciones y en la presentación de la película en el Festival de Venecia 2022.
“No te preocupes querida” toca demasiados palos pero no se puede decir que estemos ante una mala película. Olivia Wilde se posiciona como una directora a seguir teniendo en cuenta, en un cambio de registro de 180º tras su debut con “Súper empollonas” (2019), explorando una distopía que crea una sociedad aislada en la que las mujeres están para cuidar el hogar y a sus hombres que todos los días se desplazan con sus coches a una fábrica dentro del Proyecto Victoria que da sustento a toda esa comunidad que se mueve entre “Pleasantville” (1998), “Las mujeres perfectas” (2004) y la serie “The handmaid’s tale”. Todo ello sin olvidar una persecución en el desierto en el que Olivia Wilde da un puñetazo en la mesa detrás de las cámaras referenciando por momentos a “Mad Max: Furia en la carretera” (2015).
La estrella de la función no es otra que Florence Pugh como una joven que vive cómodamente en el barrio residencial con su joven y apuesto marido y el resto de matrimonios de apariencia perfecta. Todo hasta que ve que algunas piezas no encajan y que hechos aislados en los que hasta ese momento no había reparado comienzan a tomar protagonismo en su cabeza en forma de sueños, alucinaciones y relevaciones engullida tanto ella por la película por un frenesí que pasa por encima de esa mirada paródica a un modo de vida marcado por el postureo, la sexualidad desinhibida y las falsas apariencias.
Harry Styles, Olivia Wilde, Chris Pine y Gemma Chan cumplen en personajes menos desarrollados completamente dependientes de una Pugh estelar que domina con carisma superando los baches de una cinta que tiene un primer acto muy atractivo mostrando esa sociedad artificiosa y una parte central demasiado reiterativa e inconsistente en su coherencia argumental; perdiendo fuerza y alargándose hasta el tedio. Todo hasta desembocar en un tercer acto que pretende tirar toda la carne en el asador y se pasa de frenada resolviendo el conflicto por la vía rápida de manera más previsible que inteligente y más delirante que perturbadora.
No es una mala película ni mucho menos ni tampoco una parodia involuntaria, sólo una propuesta resultona pero fallida en su conjunto disperso, brusca a lo largo de su desarrollo, que quizá pasa demasiado por encima de la reflexión más interesante que arroja la película en lo referente a un sistema patriarcal promovido para ser propagado por la ciencia.
Un entretenimiento pesadillesco de sororidad femenina que, a pesar del empeño de su directora en una puesta escena vistosa y deslumbrante, sufre que varias piezas no acoplen, que tampoco aporte unas ideas temáticas especialmente novedosas y que recuerde demasiado a una versión de andar por casa de títulos ya arraigados en la cultura audiovisual reciente como “Black mirror”, no sorprendiendo respecto al carril previsto.
Nacho Gonzalo