Recordando clásicos: Tod Browning, señor de las pesadillas
Querido Teo:
Si ponemos en relación cine y monstruos probablemente se os vengan a la cabeza Tim Burton, Guillermo del Toro o Harvey Weinstein, pero mucho antes de que estos nombres aparecieran en el mundo del celuloide hubo un hombre que abanderó la apología de la diferencia, creando una serie de obras irrepetibles en las que la tradición gótica bebe del expresionismo alemán creando mundos de autentica pesadilla, ese hombre es Tod Browning.
Charles Albert Browning, más conocido como Tod Browning, nació el 12 de Julio de 1880 en Louisville (Kentucky), fue el segundo de tres hermanos y desde pequeño hizo gala de una gran imaginación. En estos años sufrió la primera de las grandes tragedias que marcarían su vida, su hermana mayor murió de una terrible enfermedad paralizante, hay quien dice que ésta prematura muerte impulsó su vena artística, haciendo que participara en diferentes actuaciones de teatro aficionado para escapar de su dolor, ya sea por ésta razón o por una simple tendencia natural lo cierto es que siempre se sintió fascinado por el mundo de la farándula.
Hasta tal punto llega su pasión que, a la edad de 16 años, se unió a una compañía circense, en la que gracias a sus dotes como bailarín y cantante fue escalando posiciones, sin embargo fue años después, concretamente en 1913, cuando se produce un encuentro decisivo en su vida, pues conoce al gran David Wark Griffith. Rápidamente entablaron una buena amistad y Tod le confiesa que su verdadero sueño siempre fue ser actor, así que Griffith le hizo una prueba de cámara y, tras comprobar sus sobradas dotes actorales, comenzó una prolífica relación laboral en la que Griffith actúo como principal valedor y maestro de Tod en todo lo referente al cine.
Sin embargo, como tantas veces sucede, Tod no pudo resistir el canto de sirena de los locales nocturnos, el alcohol y las fiestas, lo que le llevó a mantener una vida de desenfreno hasta que una noche la tragedia volvió a cruzarse en su camino. El 16 de Junio de 1915 un Browning totalmente alcoholizado conducía un vehiculo en que iban varios actores, entre ellos Elmer Booth. A causa de su estado de embriaguez Tod perdió el control del vehículo, estrellándolo y causando la muerte de Booth, por su parte Browning quedó muy mal herido, sufrió graves lesiones internas, arrastró una cojera toda su vida y las malas lenguas de los mentideros hollywoodienses decían que podría haber quedado impotente. La muerte de Elmer pesó sobre su conciencia toda su vida, lo que unido a su dolorosa recuperación amargaron el carácter de un hombre ya de por sí con una fascinación natural por la oscuridad.
A partir de este momento dejó la interpretación y probó suerte como cineasta, estrenando su primer largometraje en 1917 año en el que se casó con la que sería su compañera durante toda su vida, Alice Wilson. Pese a todo ello, Browning no dejó su vida desordenada, logró grandes éxitos que le hicieron pasar a la Historia y con los que amasó una cierta fortuna, pero los productores le consideraban un alcohólico sin remedio lo que unido a sus arriesgados proyectos hicieron que finalmente la industria le diera la espalda.
De su extensa filmografía hoy os traigo tres películas, que probablemente no sean las más conocidas, pero a mi modo de ver son las que mejor condensan todas las fobias y las filias de éste gran director, así que sin más dilación adentraos conmigo en el mundo de las pesadillas.
“Garras humanas” (1927)
La trama nos sitúa en Madrid donde se ha establecido un circo ambulante en el que trabaja Alonzo, malabarista sin brazos que se gana la vida lanzando cuchillos con los pies y que está enamorado de su compañera de número, la bella Nanon. Los problemas surgirán cuando el hombre forzudo también caiga rendido ante los encantos de Nanon, formándose un perverso triángulo amoroso.
Probablemente la más original de las tres películas que os traigo hoy es una historia que gira en torno al amor, el amor en sus distintas formas. Desde el amor puro y sanador que siente el forzudo por Nanon, hasta la enfermiza obsesión que lleva a Alonzo a cometer las más terribles atrocidades con tal de mantener con él a la que él considera el amor de su vida, pasando por una corrompida relación paterno filial desencadenante de la repulsa que siente Nanon hacia los hombres.
El gran mérito de Tod Browning es revestir todo el relato de una pátina pesadillesca, haciendo pasar por un cuento de terror una historia que, con cualquier otra aproximación, hubiera sido inverosímil, para mí se trata de una obra de imprescindible visionado.
“Los pantanos de Zanzíbar” (1928)
Lon Chaney interpreta a un ilusionista que vive felizmente casado con su adorada esposa, hasta que descubre que ésta le es infiel con un traficante de marfil y que planea fugarse con él hasta la lejana Zanzíbar. A partir de ahí comienza una venganza que ya quisiera haber podido idear el conde de Montecristo.
No quiero desvelaros más del argumento, porque cuanto menos sepáis más os sorprenderá, solo deciros que se basa en una obra de teatro llamada “Kongo” que había obtenido un gran éxito desde su estreno en 1926 pese al escándalo que supuso su argumento, o quizá precisamente por ello, ya que en ella encontramos adulterio, prostitución, alcoholismo, canibalismo y hasta sífilis. Vamos, un fin de semana cualquiera en la vida de Johnny Depp.
Browning logra transformar con maestría lo que comienza como un drama romántico en una cinta de aventuras y supervivencia, recreando perfectamente el ambiente caluroso y opresivo de la selva. Mientras vemos la película sentimos el calor como propio, su sudor es el nuestro y la suciedad que percibimos se adhiere a nuestra piel como si nos encontráramos en lo profundo de Zanzibar.
Pero el alma, rey y señor de la película es Lon Chaney, uno de los mejores actores de la Historia (no sólo de la época muda), rey del transformismo y que con “piernas muertas” pasa de ser un amante esposo a un ser totalmente degradado por el odio y el deseo de venganza. Las transformaciones de Tilda Swinton o Jared Leto, por citar algunos ejemplos, son meros disfraces de niños al lado de los prodigios de los que era capaz este hombre.
“La parada de los monstruos” (1932)
Regresamos al escenario que catalizó como pocos todas las obsesiones de Tod Browning, el circo, en éste caso el enano Hans hereda una fortuna, de manera que se convierte en el objetivo de Cleopatra, una bella trapecista con un amor por el dinero sólo comparable al desprecio que siente por Hans y el resto de seres deformes que componen la “troupe”.
Para mí la parada de los monstruos es una obra maestra y lo afirmo sin el menor atisbo de vergüenza, una película que más de 80 años después de su estreno sigue conservando poder de fascinación sin duda merece ese calificativo. Vivimos en una época de sobreexposición y por ello es increíblemente difícil encontrar algo que nos sorprenda, pues bien os reto a encontrar una persona que no sienta cierta fascinación malsana por el final de ésta película, que sea capaz de apartar la mirada cuando arrastrándose por el lodo en medio de una lluvia torrencial se va forjando una venganza que no por justa se torna menos cruel.
La película fue muy difícil de rodar (si os interesa buscad en internet la copiosa información que existe sobre su rodaje) y las críticas fueron terribles, lo que supuso el último clavo en el ataúd de la carrera profesional de Browning. Hizo alguna película más pero perdido el favor de la industria y del público, cada vez fue cayendo más hondo en una depresión, hasta que compró una casa en Malibú en la que se retiró con su esposa Alice. Murió el 6 de Octubre de 1962 a causa de un cáncer de laringe, solo y con una salud mental muy deteriorada.
“La parada de los monstruos” comenzó a reivindicarse en los años 60 como film de culto, resulta cuanto menos paradójico que la película por la que es más recordados éste director sea la que puso fin a su carrera. Sin embargo, más allá de “La parada de los monstruos” o incluso su célebre “Drácula”, Tod Browning es un director con una de las filmografías más extrañas y fascinantes de la Historia, por ello ahora os invito a que sigáis disfrutando de sus películas y que poco a poco le vayamos concediendo el mérito que lamentablemente se le negó en vida.
Mrs. Muir
Nunca esta de mas recordar a esos que han hecho cine sorprendente. Incluso sin efectos especiales novedosos.
Y gracias por escribirlo tan bien!!
Un excelente artículo.
Me ha encantado el articulo. Enhorabuena