"¿Quién se comió la primera ostra?"
El punto de partida del trabajo de Cassidy parece una obviedad, alguien tuvo que subirse por primera vez a un caballo domado, hacer un fuego o disparar la primera flecha, probablemente el arma responsable de más muertes que la humanidad haya experimentado a lo largo de su Historia. El resultado de su trabajo no es obvio en absoluto.
Título: "¿Quién se comió la primera ostra?"
Autor: Cody Cassidy
Editorial: Paidós
Cassidy tiene razón al considerar los ensayos antropológicos prehistóricos actuales como una carrera contra el tiempo. Los descubrimientos crecen hasta el punto de que en los meses que van entre la investigación y la publicación, que nunca suele ser inferior a dos años y a menudo el doble, triple o más, pueden dejar obsoletos conceptos o interpretaciones... y no sólo por los nuevos hallazgos, sino por las novedosas herramientas aplicadas a los antiguos descubrimientos…
En octubre de 1960, Jane Goodall, que por entonces tenía veintiséis años, observó cómo un chimpancé le quitaba las hojas a una ramita, la introducía en un termitero y se comía los insectos que trepaban por ella. Esta observación ha sido citada decenas de veces desde entonces, pero para una comunidad científica que en la época definía al Homo Sapiens por su exclusivo uso de herramientas, fue como si temblara la tierra. Goodall telegrafió inmediatamente aquello al paleoantropólogo Louis Leakey, cuya respuesta se hizo célebre: «Ahora debemos redefinir herramienta, redefinir lo humano o aceptar que los chimpancés son humanos». Tras algunos tanteos entre los antropólogos, llegaron a redefinir el carácter único de nuestra especie, no sólo por utilizar herramientas, sino por utilizarlas para producir otras herramientas.
Así de atrás comienza Cassidy su búsqueda de los inventores; no se han conservado sus nombres, pero un nombre es un detalle, y ahora la ciencia proporciona detalles mucho más reveladores sobre los genios de la Prehistoria. Alguien ya inventó cuando todavía no éramos sapiens. Con esta idea en mente Cassidy ha dedicado tres años a una investigación que comenzó con un hallazgo en 1991. La víctima del asesinato más antiguo y mejor documentado del mundo. Apodado Otzi, al hombre le dispararon una flecha en la espalda hace unos 5.300 años, y fue cubierto por el hielo. Desde entonces su cadáver ha sido uno de los más meticulosamente estudiados.
Por último, Cassidy identificó a diecisiete individuos que vivieron antes de la aparición de la escritura o que no la usaron. No han dejado sus nombres, pero incluso es posible suponernos con una buena mezcla de información puesto que hoy los hemos multiplicado, pero hace miles de años las opciones para los nombres no eran muy variadas, e incluso buscarlos en periodos no muy antiguos resulta desorientador.
El autor nos habla de inventos que propulsaron hacia adelante nuestra especie. La rueda, por ejemplo, en sentido estricto, significó un avance superior al del satélite artificial y parece haber sido inventada por una madre o un padre alfareros, porque los ejes más antiguos del mundo están hechos de arcilla, miden cinco centímetros de largo y aparecen debajo de figuritas rodantes de animales. En otras palabras, el primer vehículo con ruedas fue un juguete.
En arqueología persiste una resistencia generalizada a considerar un artefacto antiguo como un juguete, pero en este caso la evidencia parece abrumadora. En julio de 1880, el arqueólogo Désiré Charnay descubrió el primer juego de ruedas precolombinas en América. Se trataba de la diminuta figura de un coyote montada sobre cuatro ruedas, y Charnay la encontró en la tumba de un niño azteca al sur de Ciudad de México. Como Charnay conjetura en su libro "Las viejas ciudades del nuevo mundo", el juguete era un recuerdo de una «madre afectuosa que, hace mucho tiempo, lo enterró junto a su querido hijo».
El niño azteca vivió miles de años después de que hiciera algo similar un inventor en las altas estepas del continente euroasiático, pero antes de que los europeos llevaran la rueda a América, lo que sugiere que tanto en el Nuevo como en el Viejo Mundo una madre o un padre alfareros inventaron independientemente la rueda y el eje para construir un juguete.
Cassidy ha estado tres años leyendo, viajando e investigando. El resultado es fascinante, a veces digno de un libro de aventuras, y casi siempre más inspirador.
Carlos López-Tapia