Pier Paolo Pasolini, el nada complaciente cronista del siglo XX
Querido primo Teo:
Este pasado 5 de Marzo se ha celebrado el centenario del nacimiento de Pier Paolo Pasolini. El italiano fue mucho más que un director. A través de su obra cinematográfica, literaria, pictórica, filosófica y periodística logró convertirse en uno de los mayores cronistas de la Europa del siglo XX. Era marxista y homosexual, dos condiciones que no son compatibles y mucho menos cuando la libertad sexual no se había abrazado como causa, expuso la la realidad política y social de su tiempo con total crudeza, incluso cuando viajaba al pasado y adaptaba grandes clásicos literarios, y su sola presencia incomodaba hasta a los más próximos. A nadie le extrañó su final. Pier Paolo Pasolini murió asesinado en la playa de Ostia el 2 de Noviembre de 1975 con tan solo 53 años y, casi medio siglo después, lo que le llevó a la muerte sigue siendo un misterio.
Nacido en Bolonia, ciudad de marcada tradición izquierdista, y según él pertenecía a una familia que representaba a la unidad italiana. Su padre, Carlo, que descendía de una familia noble era miembro del ejército y llegó a salvarle la vida a Benito Mussolini y su madre, Susanna, era una maestra que procedía de una familia de clase media. La infancia de Pasolini estuvo marcada por sus cambios de domicilio debido a los compromisos de su padre como teniente y también por los problemas de éste con el juego. El pequeño Pier Paolo fue un inadaptado y encontró su refugio en la literatura, en las obras de Tolstói, Dostoievski, Shakespeare y Rimbaud, especialmente, todo ello le llevó a aventurarse con la poesía a la temprana edad de 7 años e inspirándose en la belleza de Casarsa. Junto a varios de sus compañeros de estudios más cercanos formó un club de literatura. No todo giró en torno a las letras ya que también se aficionó al fútbol. Estudió Literatura en la Universidad de Bolonia y ya en esta época comenzó a escribir poemas para el periódico “Il Setaccio” del que llegó a ser redactor jefe de la revista hasta que fue despedido por discrepancias con su director.
La familia Pasolini estaba vinculada con el fascismo y de hecho Pier Paolo llegó a tener competencias relacionadas con el deporte y la cultura en corporaciones locales. Su viraje hacia el comunismo llegó cuando comenzó a ser consciente de la realidad más allá de su Italia natal. En 1942 fue reclutado por el ejército italiano para luchar en la Segunda Guerra Mundial, fue detenido y enviado a un campo de prisioneros del que pudo escaparse. Logró regresar a Casarsa en donde junto a su madre impartía clases a los niños de la comarca, sabiendo que era algo que estaba perseguido. Los Pasolini recibieron un terrible golpe a inicios de 1945 cuando Guido, el benjamín de la familia y de tan solo 19 años, fue asesinado en una emboscada tendida por los partisanos yugoslavos.
Su vinculación con el Partido Comunista llegó en el año 1947, previamente había estado implicado en las causas que defendían la lengua friulana. Comenzó a colaborar con el semanario del partido, “Lotta e lavoro”, y en 1950 se traslada a vivir a Roma y a partir de aquí sus obras literarias tendrán un marcado carácter marxista.
Su carrera cinematográfica fue tardía. Apenas lograba mantenerse económicamente como escritor y encontró trabajo en los estudios Cinecittà y como guionista en el año 1958 se llevó el premio al mejor guión en el festival de Cannes con “Giovani mariti”. Comenzó su obra como director en 1961 cuando estaba a punto de cumplir los 40 años y Roberto Rossellini ya lo había hecho prácticamente todo con el neorrealismo. Pese a todo, Pasolini le dio una vuelta de tuerca a esa manera de exponer la cotidianidad de una sociedad que trataba de recomponerse tras los horrores de la dictadura de Mussolini, la Segunda Guerra Mundial y la desolación más absoluta durante la posguerra. Su debut, “Accattone”, fue muy bien acogido pero fue “Mamma Roma”, estrenada en 1962, la que realmente le sitúa en el mapa como director entre otras cosas gracias a una portentosa interpretación de Anna Magnani como prostituta que desea abandonar la vida que lleva para prosperar y por la que la actriz recibió un premio en el Festival de Venecia.
Otra obra que fue fundamental en la primera parte de su filmografía fue “El evangelio según San Mateo” y con la que se llevó el premio especial del Festival de Venecia de 1964. Pasolini era un ateo declarado, incluso acababa de cumplir condena en prisión por el mensaje anticlerical de “Ro.Go.Pa.G.” y, aunque enfocó su adaptación bíblica desde un prisma marxista, “El evangelio según San Mateo” fue muy bien recibida por la Iglesia Católica, de hecho “L’ Osservatore Romano”, el medio de cabecera del Vaticano, la consideró una de las obras más bellas que se habían rodado sobre la vida de Jesús y, casi seis décadas, después se considera una de las aproximaciones más certeras.
Siguió contando con la aclamación de la crítica con “Pajaritos y pajarracos”, una de sus pocas aproximaciones a la comedia costumbrista, con un Totó en estado absoluto de gracia como un agricultor con serios problemas económicos y que estuvo en el Festival de Cannes de 1966. Tras rodar una adaptación de “Edipo Rey” llegaría la consagración internacional con “Teorema”, un film por el que la actriz Laura Betti se alzó con la Copa Volpi del Festival de Venecia de 1968 y que fue confiscado por la policía italiana tras su paso por el certamen italiano tras las críticas del cineasta al Papa Pablo VI. El director fue acusado de obscenidad por el contenido erótico de este film que contaba con la siempre estimulante presencia de Terence Stamp pero, finalmente, fue absuelto.
El prestigio y también su aire de artista polémico convirtieron a Pier Paolo Pasolini en uno de los directores, escritores y dramaturgos europeos más admirados. Dichas cualidades convirtieron a “Pocilga” en un éxito pese a que este film revisionista, con la Italia fascista que terminaba devorándose a sí misma, resultara demasiado desagradable. Pasolini se llevó el Premio especial del Jurado en el Festival de Berlín de 1971 con “El Decamerón” y, un año después, se alzó con el Oso de Oro del certamen alemán con “Los cuentos de Canterbury”. En 1974 fue reconocido con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes por "Las mil y una noches".
Pier Paolo Pasolini era una figura combativa, ya siendo un niño no dejaba de mostrar su inconformismo con el mundo que le rodeaba, especialmente con la tradición católica. Su homosexualidad le llevó a la persecución. Antes de darse a conocer como escritor enseñaba literatura en un colegio de Friuli y se le acusó de indecencia por haberle hecho propuestas deshonestas a algunos de sus alumnos. Le despidieron aunque no pudiera demostrarse su culpabilidad. También fue expulsado del Partido Comunista que castigaba la libertad sexual. Su compromiso con una manera de ver el mundo y denunciar la doble moral de la sociedad le llevó a tener una constante amenaza de muerte.
Si Pasolini había removido a la sociedad lo que estaba por llegar superaba con creces todo lo anterior. En 1975 el cineasta asumió la adaptación de “Los 120 días de Sodoma” del Marqués de Sade y decidió ambientarlo en la República de Saló, es decir en la Italia sometida al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. El propio Pasolini fue testigo durante su juventud de las tropelías cometidas por el ejército italiano. El cineasta asumió esta obra como una denuncia a los totalitarismos y se lanzó al vacío a la hora de exponer el horror de la degradación humana de una manera cruda, saltándose cualquier tipo de convención y dándole verdadera dimensión al concepto de libertad creativa. Era plenamente consciente de sus consecuencias ya que en ningún momento dejó de recibir amenazas y de ser presionado políticamente para que abandonase este proyecto. Pier Paolo Pasolini no pudo llegar a ver la reacción de la audiencia a su película.
En Noviembre de 1975 el director de Bolonia se estaba peleando contra todos incluso contra sí mismo en torno a la versión final de “Saló o los 120 días de Sodoma”. Ya contaba con el rechazo por parte de la censura italiana y tenía asumido que su obra más desafiante probablemente no vería la luz y mucho menos en su país. El cadáver del director apareció en la romana playa de Ostia, presentaba múltiples fracturas, los testículos estaban reventados y, además, el cuerpo estaba parcialmente quemado. Dos horas antes del macabro hallazgo habían detenido a un chapero y estafador de tan solo 17 años y de nombre Pino Pelosi conduciendo a toda velocidad el Alfa Romeo del director por las calles de Roma. La noche del 2 de Noviembre de 1975 el cineasta había acudido a la playa, zona frecuentada por mercaderes sexuales de los que Pasolini era cliente habitual. Pelosi declaró que Pasolini le invitó a cenar y tras la comida el cineasta le propuso que le sodomizara con un palo de madera, cosa que el chaval no aceptó. Según él su cliente le pegó lo que le llevó a una desmedida reacción que fue golpearlo hasta la muerte con algo tan contundente como una barra. En 1976 Pino Pelosi fue condenado a nueve años y dos meses de prisión, de los que cumplió solamente cuatro.
Pino Pelosi fue el único condenado por el asesinato de Pier Paolo Pasolini pero es probable que no fuese el único que participó en los hechos. Eso fue algo claro para la policía que consideraba que la brutalidad de las lesiones presentadas por Pasolini eran imposibles que fueran provocadas por un único sujeto y el veredicto condenatorio introdujo la posibilidad de que intervinieran otras personas. Pelosi, que falleció en el 2017, se desdijo de su confesión y en el año 2005 dijo que se declaró culpable de haber matado a Pasolini porque su familia estaba siendo amenazada y que esa noche vio que tres hombres con acento del sur le dieron una paliza mortal al cineasta al grito de “sucio comunista”.
El 22 de Noviembre de 1975, veinte días después del asesinato de Pier Paolo Pasolini, “Saló o los 120 días de Sodoma” fue estrenada en el Festival de cine de París. En Italia pudo estrenarse el 10 de Enero de 1976 y a las tres semanas se ordenó su retirada de cartel debido a la conmoción causada por su crudeza, un año después logró reestrenarse. Su distribución internacional se vio limitada y a muchos países llegó una versión recortada.
“Saló o los 120 días de Sodoma”, estrenada a título póstumo, fue la obra cinematográfica que definió la compleja existencia de Pier Paolo Pasolini. Casi medio siglo después de su asesinato su muerte sigue siendo un misterio. Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra tan solo decir lo que se piensa. Eso Pier Paolo Pasolini lo hizo de sobra.
Mary Carmen Rodríguez