“Parthenope”

“Parthenope”

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El argumento: El largo viaje de la vida de Parthenope, desde su nacimiento en 1950 hasta hoy. Una epopeya femenina desprovista de heroísmo pero rebosante de una pasión inexorable por la libertad, Nápoles y los rostros del amor, todos esos amores verdaderos, inútiles e indecibles. El perfecto verano de Capri, el desenfado de la juventud, que acaba en emboscada. Y luego todos los demás: los napolitanos, hombres y mujeres, observados y amados, desilusionados y vitales, sus olas de melancolía, sus ironías trágicas y sus miradas abatidas. La vida, ordinaria o memorable, sabe ser muy larga. El paso del tiempo ofrece un vasto repertorio de emociones. Y ahí al fondo, tan cerca y tan lejos, está Nápoles, esa ciudad inefable que hechiza, encanta, grita, ríe y siempre sabe cómo hacerte daño.

Conviene ver: En “Parthenope" Paolo Sorrentino mantiene la estética emotiva y menos recargada que desarrolló en “Fue la mano de Dios” (2021) aunque confluyendo en ella un estilo reconocible y que en esta ocasión parece dirigido sólo a muy fans del director. Es su primera película protagonizada por una mujer, narrando la vida de Parthenope desde su nacimiento hasta su juventud y madurez, abordando temas como el sentido de la existencia, el paso del tiempo, la muerte, y la opresión de la mirada masculina. La protagonista enfrenta conflictos internos y externos, desde el suicidio de su hermano (por celos incestuosos) hasta su lucha por liberarse de los cánones machistas que la cosifican en su relación con varios personajes sintiéndose presa su cuerpo de sus ojos habiendo nacido en un entorno que no le permite ser libre evidenciando hasta el extremo la hegemonía de una mirada masculina lasciva. Un elogio de la juventud hedonista pero efímera que se capta a través de una protagonista de alma rota camuflado por el caos de unos años entre amores y desamores, baños de sol, bailes, libros y cigarros sobre la arena pero que se difuminarán con el tiempo como una belleza que será vacía si la protagonista no se preocupa de dotarse de contenido, fondo y alma. Aunque visualmente deslumbrante, con una dirección artística impecable y composiciones que destacan la melancolía y belleza de Nápoles y Capri, la película carece de cohesión narrativa lo que dificulta la conexión emocional funcionando a través de destellos más que en su conjunto recargando una carga pictórica que más que dignificar a la mujer en ocasiones se adentra en terrenos misóginos. Elementos como la ciencia ficción (como la aparición de ese hombre de sal) parecen forzados y su grandilocuencia visual eclipsa la trama pero deja algunas escenas poderosas como ese abrazo entre su Parthenope, su hermano y su primer amor en el que la cámara giratoria parece encapsular un momento de gozosa libertad y éxtasis previo a los sinsabores de la vida. La actuación de Celeste Dalla Porta es sólida pero el desarrollo del elenco secundario es limitado, siendo sólo salvados el escritor melancólico y alcohólico John Cheever interpretado por Gary Oldman y el profesor de Antropología fascinado por su sed de conocimiento encarnado por Silvio Orlando, aquellos que son capaces de ver más allá del aspecto de una mujer más deseada que querida. A pesar de su ambición artística, con un buen uso de canciones como el Era già tutto previsto de Riccardo Cociante, "Parthenope" resulta más estética que emocionalmente resonante, ofreciendo una experiencia hermosa de sonido y color puramente mediterráneo siendo cada plano un deleite para la vista pero imperfecta en el viaje de una mujer hacia sí misma, con el saber, el arte, la cultura y el arte como elemento vía de independencia y autonomía, no dudando en soltar amarras teniendo el espejo de una actriz lastrada por su físico o en abortar para evitar cualquier atadura, frente al fascinante y decadente entorno que le rodea en busca de las llaves que dan lugar las preguntas importantes de la vida por encima del intento de encontrar las respuestas a las mismas a la hora de hablar de temas como el amor, la pérdida, la libertad, la identidad y el sexo. Una filigrana artística llena de sensualidad y simbolismo al alcance sólo0 de unos pocos con una sirena contemporánea frente a las complejidades de la mirada de los otros y que si bien parece que lleve a cabo un tratado de la belleza en verdad de lo que Sorrentino habla es del paso del tiempo y de intentar conseguir encontrar una voz y en un lugar de definición en un mundo que condiciona por el aspecto y la banalidad pasando del fulgor de la juventud a la melancolía reposada pero carente de desilusión por hacer sabido coger a tiempo las riendas del destino. Hay que indagar mucho en la propuesta para extraer que es de lo que pretende hablar el director dentro de su batiburrillo de ideas y abigarrado estilo; la belleza que condiciona y que lastra para encontrar la libertad y la realización. Tiempo efímero de hedonismo juvenil y de una belleza finita como posible paso previo para el vacío de la melancolía y la angustia de un tiempo dejado atrás sin remedio. Fascinante y caótica, embriagadora y aburrida. Para muy cafeteros de Sorrentino.

Conviene saber: A competición en el Festival de Cannes 2024 y en la sección Perlas del Festival de San Sebastián 2024

La crítica le da un SEIS

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