Musicales del siglo XXI

Musicales del siglo XXI

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Querido primo Teo: 

No vamos a negar la evidencia; el cine musical lleva bastantes décadas siendo un quiero y no puedo, a diferencia de lo que sucede en Broadway en donde nos podemos encontrar con musicales de reciente creación que pueden convertirse en fenómenos culturales porque conectan con el público sin dejar en ningún momento de estar a la vanguardia. El género musical no ha muerto, en este siglo XXI hemos gozado de grandes ejemplos que lo han revitalizado aunque han sido casos puntuales y lamentablemente la época de esplendor del género musical es cosa del pasado.  

Cerramos el siglo XX con Lars Von Trier ganando la Palma de Oro por “Bailar en la oscuridad” (2000), una tragedia musical en la que el cineasta danés llevaba al límite a Björk convirtiéndola en una mujer, obsesionada con los musicales de la edad de oro del género, con una enfermedad degenerativa y que es condenada a muerte por un crimen.

Si uno de los fundadores del movimiento Dogma 95, una de las grandes tomaduras de pelo que sufrimos en los 90, se regodeaba tanto en el desamparo como en la escasez de medios para conquistar el corazón del gafapasta que quiere codearse con la élite cultural mientras que a escondidas veía la primera edición de “Gran Hermano”, el australiano Baz Luhrmann estaba a punto de provocarle un ataque de epilepsia a los espectadores con “Moulin Rouge” (2001), el musical con el que se inauguró el siglo XXI.

El responsable de la adaptación más lisérgica de “Romeo y Julieta” se propuso llevar al cine musical a la generación que había crecido viendo los vídeos musicales en la cadena de televisión MTV. Se inspiró en “La bohème” y en “La traviata”, nos llevó al París de 1900 y nos conquistó con el romance marcado por la fatalidad entre un artista y una prostituta aderezado con canciones de David Bowie, The Beatles, U2 y Elton John.

“Moulin Rouge” llegó como un gran espectáculo, con una puesta en escena fastuosa, un repertorio musical de karaoke aunque sumamente efectivo y una de las mejores parejas que hemos visto en la gran pantalla, Nicole Kidman y Ewan McGregor, en esplendor tanto de talento como de atractivo. “Moulin Rouge” marcó un punto de inflexión en el género musical, lo adaptó a la modernidad del nuevo milenio y sigue siendo imbatible, le han surgido imitadores a lo largo de estos años y ninguno ha podido igualarlo. 

Un año después el coreógrafo Rob Marshall debutó en la dirección encargándose de la adaptación a la gran pantalla del afamado musical “Chicago” (2002). Una producción con el sello de Miramax, teniendo a Harvey Weinstein en la cima de Hollywood, que recuperaba la grandeza del género. El siglo XXI quería hermanarse con el espectáculo de la era dorada del musical, reclutando a estrellas como Renée Zellweger, Catherine Zeta-Jones y Richard Gere y exponiendo a los ídolos mediáticos creados por una sociedad idiotizada.

“Chicago” dio en la diana, fue un éxito de taquilla y arrasó en su edición de los Oscar. Con la popularidad de “Moulin Rouge” y “Chicago”, sumado al prestigio de “Bailar en la oscuridad”, la revitalización del género musical parecía un hecho. 

Ese efecto lo pudimos disfrutar en España con el éxito de “El otro lado de la cama” (2002) de Emilio Martínez-Lázaro y su correspondiente secuela cuya gracia era ver a la nueva pomada del cine español defendiéndose con mayor o menor fortuna en el género con un repertorio de karaoke. 

Si el cine musical del siglo XXI arrancó de una manera inmejorable lo cierto es que no se tardó en comprobar que los éxitos recientes del género fueron excepciones. Se tiró la casa por la ventana con “El fantasma de la ópera” (2004) de Andrew Lloyd Webber dirigida por Joel Schumacher con Gerard Butler y Emmy Rossum, apenas dio beneficios y su impacto fue mínimo. Peor le fue al aclamado musical “Rent” (2005) cuya traslación a la gran pantalla fue un absoluto fracaso, de hecho apenas gozó de distribución fuera de los Estados Unidos.

Lo mismo se puede decir de “Nine” (2009), la adaptación al terreno musical de “Fellini 8 ½” (1963) que triunfó sobre los escenarios de Broadway y que en uno de sus reestrenos tuvo como gancho a Antonio Banderas. De su versión en la gran pantalla se encargó Rob Marshall con un reparto de estrellas capitaneado por un Daniel Day-Lewis completamente desubicado. Harvey Weinstein quiso repetir la fórmula de “Chicago” y no lo consiguió. 

Si algo ha tenido este siglo XXI es la explotación de la nostalgia. En el terreno del musical nos encontramos con las gramolas en torno a un catálogo. El caso más emblemático lo tenemos en "Mamma Mia!” (2008) que llegó a los escenarios en 1999, tuvo su traslación a la gran pantalla y cuyo éxito por poco hace palidecer a "El caballero oscuro" (2008) de Christopher Nolan.

Su gran aliciente; su reparto encabezado por una Meryl Streep, demostrando que está por encima del bien y del mal, dándolo todo con las canciones de ABBA. Tuvo secuela diez años después, también exitosa, y amenazan con una tercera. Los placeres culpables nunca fallan. 

Hemos visto a Tim Burton dirigiendo “Sweeney Todd” (2007) con Johnny Depp y Helena Bonham Carter y a Meryl Streep siendo la bruja del bosque de “Into the woods” (2014) pero, con el permiso de Stephen Sondheim, “Los miserables” (2012) es el gran musical del último tramo del siglo XX y trasladar ese éxito al cine parecía una misión imposible.

El elegido para hacerlo fue Tom Hooper, coronado en los Oscar con “El discurso del rey” (2010), y se consiguió a un reparto bastante ajustado en donde destacaban especialmente Hugh Jackman como Jean Valjean y Anne Hathaway como Fantine quien ya tenía claro que ganaba el Oscar al rodar su escena musical.

La adaptación de “Los miserables” fue un éxito aunque sí es cierto que no ha estado a la altura de ese acontecimiento que se ha vivido sobre los escenarios. Hooper logró sobrevivir a “Los miserables” pero no a “Cats” (2019), uno de los mayores desastres de los últimos años.

Si con “Moulin Rouge” Baz Luhrmann logró conectar el cine musical con el público de la MTV Damien Chazelle llevó al espectador "millennial" al terreno en el que brillaron los clásicos del género. “La la land" (2016) era un homenaje a esa época en la que existían Estudios como la MGM que estaban especializados en el musical y que presumían de tener más estrellas que en el cielo.

Emma Stone y Ryan Gosling, máximos exponentes del "star-system" de lo que llevamos de siglo, resultaron superlativos como dos aspirantes a triunfar en el mundo del espectáculo que no tardan en ser conscientes del peaje que han de pagar si quieren alcanzar el éxito.

Con “La la land" Chazelle emuló el espectáculo que hizo grande al género, ofreciendo números memorables gracias a un repertorio compuesto por Benj Pasek y Justin Paul, dúo curtido en Broadway, la música de Justin Hurwitz y, por supuesto, la química y el talento de Stone y Gosling. Chazelle, Stone y los músicos se alzaron con el Oscar.

Pasek y Paul encadenaron “La la land” con “El gran showman” (2017), un musical que recreaba la historia de P.T. Barnum que crea un espectáculo para explotar a aquellas personas que habían sido apartadas de la sociedad por no ajustarse a lo establecido. La versión menos sórdida de “La parada de los monstruos” de Todd Browning con un fortísimo componente identitario para no desencajar en la agenda "woke". Protagonizada por Hugh Jackman, el público la adoró y la crítica la miró por encima del hombro. Su tema principal This is me se convirtió en un himno reivindicativo. 

Mención especial en este repaso merece Disney que ha sido parte fundamental en la historia del cine musical y eso también ha estado presente en este siglo XXI. La casa del ratón ha dado nueva vida a sus clásicos adaptándolos a la imagen real y al público "millennial"; recuperó a la niñera emblemática en "El regreso de Mary Poppins" (2018) pero su mayor éxito lo cosechó con "Frozen, el reino del hielo" (2013) que, con el permiso de “Moulin Rouge”, ha sido el musical más exitoso de estas últimas décadas. 

La gran revelación de la escena musical de este siglo XXI es Lin-Manuel Miranda. El compositor y actor neoyorquino de origen portorriqueño alcanzó la notoriedad en 2008 cuando estrenó en Broadway el musical “In the heights” en donde plasmaba la realidad de la comunidad latina en los Estados Unidos que fue galardonado con el Tony y que llegó a los cines retrasada por la pandemia en "En un barrio de Nueva York" (2021).

En 2015 pasó a ser una leyenda al crear, producir y protagonizar el musical “Hamilton” que se convirtió en todo un fenómeno cultural y que tiene una versión filmada disponible en plataformas.

Lin-Manuel Miranda se encargó de dirigir la adaptación cinematográfica del musical “Tick, tick… Boom!” (2021) creado por Jonathan Larson que se convirtió en una pieza de culto tras su fallecimiento y el exitoso estreno de la póstuma “Rent”. Un estupendo Andrew Garfield fue candidato al Oscar por su interpretación de aspirante a compositor demasiado consciente de que no vivirá el éxito. 

Steven Spielberg rodó una nueva versión de “West Side Story” (2021), cumpliendo su objetivo de probarse en el terreno del musical, y “El color púrpura” (2023), que se convirtió en un éxito en Broadway cuando fue llevado al musical y consagró a la actriz Cynthia Erivo, ahora nos llega a la gran pantalla.

Pero despidamos este repaso tal y como lo hemos empezado, apelando a la élite cultural que desprecia todo aquello que esté asociado a la comercialidad, y que no se acercaría a nueva nueva entrega de “Mamma Mia” pero sí que vibra con “Annette” (2021) de Leos Carax en la que Marion Cotillard y Adam Driver son una pareja tóxica que se comunica a través de las canciones de Sparks. 

Mary Carmen Rodríguez 

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