"Muerte en Cornualles"

"Muerte en Cornualles"

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Los libros de Daniel Silva, la saga de Gabriel Allon, han sido "bestsellers" durante años, pero nunca han llegado a la pantalla, ni en cine ni en televisión. Silva es muy protector con su obra y ha dicho en entrevistas que no está dispuesto a ceder el control creativo completamente. Gabriel Allon es un espía israelí, pero también un restaurador de arte con una historia muy rica y matizada. No es el típico agente de acción, y trasladar ese equilibrio entre su vida personal y profesional no es fácil en pantalla, además de que Silva trata temas de espionaje, terrorismo y conflictos políticos reales, a menudo con Israel como protagonista. Esto puede hacer que algunos estudios o plataformas duden en adaptar la saga por miedo a polémicas. En 2017 Metro-Goldwyn-Mayer compró los derechos para una serie basada en Gabriel Allon, pero el proyecto nunca se materializó. No está claro si fue por diferencias creativas, problemas de financiación o falta de interés de plataformas de streaming. Con el éxito de otras sagas de espías como Jack Ryan o Jack Reacher, es posible que en el futuro veamos una adaptación.

Título: "Muerte en Cornualles"

Autor: Daniel Silva

Editorial: HarperCollins

Daniel Silva es el creador del espía y restaurador de arte más popular de los últimos años, gracias a más de una veintena de títulos en los que ha llevado a su personaje a los centros mundiales de tensión e interés. El mítico Mossad ha visto ascender al personaje de Silva desde el primer libro, como agente en los atentados contra los atletas que representaban a Israel en los Juegos Olímpicos, hasta llegar a dirigir el famoso servicio secreto, para pasar desde hace tres libros a la jubilación más que activa, ya casado, con dos niños y un trabajo fijo como restaurador en Venecia.

La combinación de delincuencia, política y arte le han proporcionado a Silva un público fiel, que le ha seguido leyendo incluso al margen del rechazo generalizado por los efectos de la pésima descolonización británica y los intereses estadounidenses en la región a costa de los palestinos, porque el personaje de Silva tiene amigos y enemigos en todas partes, sin considerar nacionalismos o profesiones, cumpliendo con lo elemental en este tipo de historias, entretener, intrigar y, además, informarnos de situaciones reales gracias a dedicar casi un año a una documentación minuciosa para cada libro.

"Crimen en Cornualles" entra de lleno en la situación actual de debilitamiento democrático, ante la sensación de ineficacia del sistema para reducir el fraude organizado legalmente, detener a los corruptos y acorralar a las mafias del dinero. El asesinato encubierto de una historiadora del arte y su búsqueda de una obra de Picasso tendrá unas consecuencias inimaginables, incluyendo la caída de un gobierno y la exposición de los protagonistas a una muerte probable en varias ocasiones.

Silva acusa directa y literariamente al Reino Unido y sus gobiernos más conservadores de ser la "lavandería" del dinero negro del mundo y, tras llevarnos por media Europa, nuevos personajes, y algunos tan insólitos y ya clásicos en sus libros como una cabra corsa, el epílogo de la obra evidencia las ideas que han inspirado a Silva para Muerte en Cornualles: "El Banco Mundial calcula que el 9,2 por ciento de los habitantes del planeta, es decir, 719 millones de seres humanos, viven con sólo dos dólares al día, la medida de la pobreza extrema. En los Estados Unidos, el país más rico del mundo, el 11,6 por ciento de la población, es decir, 38 millones de personas, son pobres. En el Reino Unido, el porcentaje asciende a un escandaloso 20 por ciento".

Silva observa que lo que mueve a la minoría multimillonaria lo resumió en 2020 el periodista de investigación británico Tom Burgis en su libro "Dinero sucio": Miedo. El miedo a que pronto no haya suficiente para repartir; a que, en un planeta en ebullición, se acerque el momento de que quienes han arramblado con todo lo que podían para sí mismos se liberen de la multitud, de los otros.

Silva mantiene que hace unos años la sociedad hervía a fuego lento, ahora arde, y millones de personas desesperadas se desplazan en busca de una vida mejor. En los países desarrollados, los migrantes tensan los recursos y agudizan la crispación política a favor del conservadurismo extremo, a pesar de que muchas empresas les dan la bienvenida porque constituyen una fuente de mano de obra barata y explotable, dispuestos a realizar trabajos penosos y peligrosos que los ciudadanos nativos rechazan. Cuidan de enfermos y moribundos, recogen basuras mientras los demás descansan, cosechan fruta y verduras bajo un sol abrasador, se afanan en mataderos bañados en sangre y en plantas de envasado de carne, friegan platos y limpian habitaciones en hoteles de lujo .

"En muchos casos - señala Silva- los migrantes huyen de un país gobernado por un cleptócrata que tiene cuentas bancarias en paraísos fiscales facilitadas por la lavandería londinense, la misma maquinaria que ha ayudado a numerosos milmillonarios, los más ricos de entre los ricos, a ocultar su inmensa riqueza y evadir impuestos". El arte es parte de esta historia por una razón que el público en general desconoce; un lugar en Suiza donde diversas cámaras acorazadas guardan más de mil Picassos, por poner un ejemplo. Este espacio, conocido como el puerto franco de Ginebra, es uno de los lugares que visitaremos en "Crimen en Cornualles", y Silva posee la suficiente documentación para que dicha visita sea muy realista.

Se calcula que el puerto franco de Ginebra oculta más de un millón de cuadros, y casi todos los clientes alquilan sus cámaras acorazadas usando sociedades pantalla para ocultar su identidad. Un coleccionista puede comprar un cuadro en una subasta en cualquier capital del mundo y eludir los impuestos enviando la obra al puerto franco. Y si decide venderlo dentro del puerto franco, no hay ninguna obligación fiscal. El dinero cambiará de manos en paraísos fiscales, en una transacción prácticamente invisible. Sólo hay que llevar el cuadro comprado de una cámara acorazada a otra dentro del puerto franco. De hecho así ocurrió con el cuadro de La Gioconda que apareció en 1912, cuando se robó la del Louvre, que fue vendida en 2008 a un consorcio de millonarios sin que se sepa por cuánto a día de hoy.

Entre los lugares donde se mueve la acción está el país con el metro cuadrado más caro del mundo, casi 60.000 euros de media, con lo que el espacio para aparcar un coche de tipo medio supera los 600.000 euros. Silva nos lleva hasta el Principado donde se sitúan los despachos y oficinas que protegen el dinero negro de los poderosos y corruptos. Quienes visiten Mónaco pueden cenar en Le Louis XV o jugar a la ruleta inglesa en el famoso casino de Montecarlo, dos de los ambientes reflejados en el libro, pero buscarán en vano un bufete de abogados llamado Harris Weber & Company, porque no existe tal entidad. Hay, sin embargo, innumerables bufetes parecidos, como, por ejemplo, Mossack Fonseca & Company, la extinta empresa de servicios "offshore" que en 2016 protagonizó el escándalo de los Papeles de Panamá.

"Al igual que mi bufete de ficción, Mossack Fonseca creó y administró miles de sociedades pantalla para ayudar a sus clientes a evadir impuestos y ocultar su riqueza y sus posesiones. Lo hacía en muchos casos a instancias de bancos, más de quinientos en total. Entre ellos, Credit Suisse, Société Générale y HSBC, que, según el periodista de investigación Jake Bernstein, ganador del Premio Pulitzer, compraron a Mossack Fonseca gran cantidad de sociedades fantasma inactivas. Debido a la vinculación previa de dichos bancos con el bufete, me he sentido con libertad para mencionar sus nombres en relación con Harris Weber, mi bufete ficticio. Además, ninguna de esas tres entidades es precisamente un pilar de la comunidad financiera internacional. En 2012, los reguladores estadounidenses impusieron al HSBC una multa récord de 1.900 millones de dólares por blanquear más de 881 millones de dólares para los cárteles de la droga mexicanos y colombianos. Société Générale, por su parte, llegó a un acuerdo de 860 millones de dólares con el Departamento de Justicia estadounidense en 2018 por sobornar a funcionarios libios y manipular la tasa de interés LIBOR de préstamos interbancarios. Y en cuanto al Credit Suisse… En fin, ¿es necesario decir algo más?

Cinco años después del escándalo de los Papeles de Panamá, el mismo grupo de periodistas —el célebre Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación— publicó un corpus de documentos aún mayor al que dieron en llamar los Papeles de Pandora. Los documentos, procedentes de catorce proveedores de servicios "offshore", revelaban que 130 personas consideradas milmillonarias por la revista Forbes tenían cuentas en paraísos fiscales, al igual que 330 altos funcionarios y jefes de Estado. Los Papeles de Pandora suscitaron asimismo incómodas preguntas acerca del origen de varias donaciones importantes recibidas por el Partido Conservador británico. No era la primera vez que la captación de fondos de los "tories" era objeto de escrutinio público. Como informaba The New York Times en mayo de 2022, no es ningún secreto que acaudalados industriales rusos han hecho cuantiosas donaciones al Partido Conservador a lo largo de los años. Tampoco es un secreto que los políticos de los dos grandes partidos británicos acogieron con los brazos abiertos el aluvión de dinero ruso de origen dudoso que inundó Londres tras la caída de la Unión Soviética. Para banqueros, gestores de patrimonio, abogados, contables y agentes inmobiliarios, el dinero ruso también fue motivo de alborozo. ¿Y cómo iba a ser de otro modo? Muchos se enriquecieron enormemente gracias a él.

Hace poco tiempo que el Gobierno británico ha reconocido que fue una imprudencia abrir las puertas de Londres a los delincuentes organizados y los barones del latrocinio de un petro-Estado corrupto gobernado por sujetos como Vladimir Putin. En un pasmoso informe publicado en julio de 2020, el Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento concluyó que Rusia había llevado a cabo una larga y sofisticada campaña para socavar la democracia británica y corroer sus instituciones. El arma elegida por el Kremlin fue, naturalmente, el dinero. Entre los hallazgos más alarmantes del informe estaba el hecho de que varios miembros de la Cámara de los Lores tenían negocios con oligarcas rusos cercanos al Kremlin. El nombre de dichos lores se omitió en la versión pública del informe, al igual que el de los políticos británicos que aceptaron donaciones procedentes de Rusia.

El informe utilizaba el poco halagüeño término «lavandería» para referirse al sector de servicios financieros de Londres, ciudad que desde hace mucho tiempo es considerada la capital mundial del blanqueo de capitales. La propia Agencia Nacional contra el Crimen (NCA) declaró recientemente: «Aunque no hay cifras exactas, es probable que las operaciones de blanqueo de capitales que se efectúan anualmente en el Reino Unido asciendan a cientos de miles de millones de libras». La NCA llegó a la conclusión de que el problema está tan extendido que «puede suponer un peligro para la seguridad nacional, la prosperidad y la reputación internacional del Reino Unido». En su libro de 2018 The Finance Curse, el periodista financiero Nicholas Shaxson describía así la reputación del Reino Unido: «Gran Bretaña es el país predilecto de los cleptócratas y los dictadores de todo el mundo». Pero la llamada «lavandería londinense» no podría funcionar, como documenta Shaxson con minuciosidad, sin el archipiélago de paraísos fiscales surgidos de los restos del Imperio Británico: pequeños territorios insulares con muy escasa regulación financiera que actúan a modo de aspiradora del dinero negro del resto del globo. Los Papeles de Pandora vinculaban a 956 empresas "offshore" con cargos de la Administración pública, y dos tercios de esas entidades estaban registradas en un mismo paraíso fiscal, las Islas Vírgenes Británicas.

En febrero de 2022, días después de la invasión rusa de Ucrania, el primer ministro Boris Johnson presentó una ley para imponer medidas de transparencia al opaco mercado inmobiliario británico, declarando: «No hay sitio para el dinero sucio en el Reino Unido». El periodista especializado en corrupción Misha Glenny afirmó que las reformas propuestas eran como «acordarse de cerrar la puerta de la cuadra cuando el caballo ya se ha escapado». Seis meses después, mientras la lavandería londinense seguía abierta, Johnson anunció su dimisión, poniendo así fin a un turbulento mandato plagado de escándalos personales y económicos. Su sucesora, Liz Truss, sobrevivió 44 días antes de verse obligada a abandonar Downing Street como consecuencia de una revuelta que un ministro del Gabinete comparó con un Golpe de Estado. En total, ha habido cinco primeros ministros conservadores desde que los laboristas perdieron el poder en mayo de 2010. Durante el anterior periodo de predominio "tory", que duró nada menos que dieciocho años, hubo sólo dos: Margaret Thatcher y John Major".

Es importante destacar que, aunque algunas novelas de Silva ofrecen una visión detallada de la política israelí, él se hizo judío ya de adulto, nunca deja de insistir en que son obras de ficción y no necesariamente reflejan sus opiniones personales. De hecho no encontraréis declaraciones explícitas sobre el gobierno actual de Israel. Cualquier interpretación de su postura debe basarse en el análisis de sus obras literarias y no en afirmaciones directas, y su protagonista cumple con los requisitos habituales de honradez y moralidad exigidos por los lectores convencionales de la novela negra y de espionaje.

Educado en California, Silva abandonó un Máster en relaciones internacionales cuando le ofrecieron trabajar para la agencia de noticias United Press International en 1984. Tras pasar dos años en Washington, fue nombrado corresponsal de Oriente Medio y se trasladó a El Cairo. Regresó para trabajar en la CNN, como productor y productor ejecutivo de varios programas de televisión. En 1994 empezó a trabajar en su primera novela, "Juego de espejos", que se convirtió en un "bestseller" y dejó la CNN para dedicarse a escribir a tiempo completo. Vive en Washington con su esposa, periodista de la NBC, a quien conoció en el Golfo Pérsico, y tienen dos hijos, igual que el protagonista de sus historias.

Carlos López-Tapia

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