Los mejores remakes que nos ha dado Hollywood, cuadrigas, monos y baldosas amarillas
Querido Teo:
El próximo 19 de Julio se estrena el remake de “El rey león” (1994), la película de animación bidimensional más taquillera de todos los tiempos y un film generacional que supuso un antes y un después para The Walt Disney Animation Studios y varios de sus responsables. Si bien es cierto que en los últimos años la estrategia de Disney ha sido realizar remakes de sus clásicos animados debido a que han supuesto un verdadero filón económico, el tratar de explotar un catálogo ya existente no es un procedimiento ajeno a Disney.
El término con el que la compañía se refiere a esta práctica es “Disney Vault”, que en España se llamó “Caja de caudales”. Algo que con la futura plataforma de streaming Disney+ va a desaparecer pero que ha supuesto una marca insignia de la casa del ratón durante muchos años. Esta estrategia consistió en un primer momento en reestrenar en salas comerciales cada 10 años sus clásicos animados, comenzando obviamente con “Blancanieves y los siete enanitos” (1937).
Posteriormente, y pese al boom de la televisión, raras veces podían verse films animados de Disney en una cadena generalista. Finalmente, con la llegada del video doméstico, Disney acabó perfilando esta estrategia combinando estreno o reestreno en cines, con salida al mercado de video por tiempo muy limitado para, una vez descatalogadas, volver a meter las películas en la caja de caudales de nuevo. De esta forma, Disney controlaba las ventas y mantenía a las películas frescas para nuevas generaciones. Prácticas comerciales al margen, el caso es que aprovechar financieramente un catálogo tan jugoso como el de los clásicos animados es algo inevitable que, además, funciona muy bien.
Y no nos engañemos, Hollywood no se ha quedado sin ideas. En absoluto. Los remakes existen desde los orígenes del cine. Concretamente desde 1896 y, además, han resultado económicamente muy viables. El remake es tan antiguo como el propio cine y el primero fue “Une partie de cartes” (1896) de Georges Méliès, remake de “Partie d'écarté” (1896), de Louis Lumière. Posteriormente se rodó “The great train robbery” (1903) que fue un film de Edward S. Potter que supuso un salto cualitativo en cuanto a cinematografía se refiere; utilizando movimientos de cámara y localizaciones más allá de las escenas fijas y que convirtió al cine en un arma de narrar historias y no únicamente un entretenimiento de feria. Pues bien, al año siguiente, el director Siegmund Lubin realizó una versión de este film, rodada de forma prácticamente idéntica y que, además, también resultó ser un éxito de taquilla. Básicamente, Lubin pensó que rehacer una película ya existente y exitosa era mucho más seguro que arriesgarse a rodar un film original. Práctica que sigue intacta a día de hoy; con lo cual o bien Hollywood nació ya sin ideas o bien es una industria perfectamente engrasada cuyo principal objetivo es generar beneficios a través de manifestaciones artísticas. Personalmente, elijo la segunda.
Y como esto viene de largo, repasemos los mejores remakes que nos ha regalado Hollywood a lo largo de los años. Toda una empresa suicida, por lo que conlleva y por la elección de algunos títulos (que para el que esto suscribe no están escogidos al azar). Pero aquí hemos venido a jugar; sin más dilación, comenzamos:
11º “Insomnio” (2002). No habrá paz para los malvados
Normalmente, este film de Christopher Nolan suele estar bastante olvidado cuando se repasa su filmografía. Y, personalmente, lo considero uno de sus mejores trabajos. Una cruda historia de venganza, pérdida, dolor y redención ambientada en un infierno blanco y con un Al Pacino en estado de gracia y un Robin Williams que no se queda atrás.
La cinta noruega homónima dirigida por Erik Skjoldbjaerg se estrenó en 1997, estaba protagonizada por Stellan Skarsgård y nos contaba la historia de una joven asesinada en un remoto pueblo noruego cerca del Ártico al que se trasladan dos policías para resolver el crimen. En esa investigación se revelarán oscuros secretos y venganzas escondidas. La cinta obtuvo cierto éxito fuera de Noruega y llamó la atención de Nolan que quiso rodar una nueva versión.
Si bien los estilos de ambos filmes no pueden ser más distintos, el pulso de Nolan hace que la película tome unos caminos mucho más oscuros, enraizando directamente con el "noir" más puro. Un film tan estimulante como complejo (que traslada su acción a Alaska) en el que la línea entre héroe (Pacino) y villano (Williams) queda muy difuminada a través de un perverso juego de espejos. Un film que muchos críticos consideran menor y que, sin embargo, demuestra que Nolan es uno de los mejores directores en activo y que dirigir un material ajeno le sienta como un guante. Pese a lo que muchos digan.
10º “Ben-Hur” (1959). Dolor y gloria
Fue en 1907 cuando se adaptó por primera vez este relato épico basado en la novela de Lewis Wallace en forma de cortometraje; aunque fue la versión de 1925 dirigida por Fred Niblo la que se hizo mundialmente famosa; principalmente porque en su momento fue una de las producciones más caras y ambiciosas de todos los tiempos. Algo que se tradujo en un rotundo éxito de taquilla.
Precisamente, en 1959 el diseñador de producción de ese film (que posteriormente se convertiría en uno de los mayores directores de todos los tiempos), William Wyler, fue el encargado de realizar una nueva versión de “Ben-Hur”, convirtiéndola en un éxito de crítica y público aún mayor que el de su predecesora. Una triunfal propuesta que se convirtió en la película más oscarizada de todos los tiempos (hasta la llegada de cierto transatlántico).
Con un manejo de la épica y el ritmo abrumadores, Wyler rodó un film atemporal que se ha convertido en un clásico (pero de los de verdad) imperecedero. “Ben-Hur” es un espectáculo impresionante y realista cuyo drama épico y acercamiento al Cristianismo aporta un valor extra. Protagonizada por Charlton Heston y Stephen Boyd en los papeles de Judá Ben-Hur y Messala, respectivamente, “Ben-Hur” se erige como uno de las mejores películas de todos los tiempos y, por extensión, como uno de los mejores remakes.
9º “12 monos” (1995). Mentalmente divergente
La carrera de Terry Gilliam no ha estado plagada de éxitos y muchísimo menos ha sido un camino de rosas. Pero sí que es cierto que, en la primera mitad de los noventa, el ex Monty Python vivió la que probablemente fuese su mejor época como director en solitario con “El rey pescador” (1992) y el film que nos ocupa; una joya de la ciencia ficción titulada “12 monos” (1995), un remake de la cinta francesa “La jetée”(1962).
El film original, obra del cineasta Chris Marker, era más bien un cortometraje compuesto de fotografías fijas (el propio Marker lo definió como fotonovela) en el que, en clave de ciencia ficción, se nos presentaba una metáfora de la obsesión. Definido por muchos como la película que hizo que la ciencia ficción alcanzase su edad adulta alcanzando cotas filosóficas y reflexivas. La versión de Gilliam consigue transmitir ese mensaje y, además, presentarnos un film de una complejidad argumental y de una sencillez narrativa absolutamente magistral.
Utilizando una atmósfera enrarecida (y por momentos desquiciante), unos encuadres y una puesta en escena muy plástica (el centro comercial abandonado es soberbio) siempre al servicio del guión para contarnos la historia de un viajero en el tiempo (Bruce Willis) que deberá parar la expansión de un virus letal que acabará con la humanidad. Arropado por una estupenda Madeleine Stowe y un arrebatador Brad Pitt, “12 monos” consigue contarnos una paradoja de amor, paranoia y pérdida de la identidad que más de dos décadas después continúa funcionando como un engranaje de relojería suiza. Nunca un título fue un macguffin tan bien utilizado.
8º “La momia” (1999). Anck-su-Namun
Si el género fantástico sigue teniendo a día de hoy como referencia a “El mago de Oz” (1939), el cine de aventuras mantiene su referente en “Robin de los bosques” (1938), la perfecta épica de Michael Curtiz protagonizada por Errol Flynn. La aventura por la aventura. La sublimación del género que se ha imitado hasta la saciedad con mayor o menor fortuna. Y es que si de una película bebe esta nueva versión, no es tanto de su homónima original como de las aventuras de Robin Hood.
“La momia” (1932) dirigida por Karl Freund es famosa principalmente por la interpretación de Boris Karloff que contribuyó a consolidarlo como el rey del terror de la época dorada de la Universal (por encima de Bela Lugosi). Sin embargo, más de 60 años después (y otro remake con Christopher Lee entre otros), esta versión de Stephen Sommers protagonizada por Brendan Fraser, Rachel Weisz y el gran John Hannah, consigue aunar el terror de la original con un sentido de la aventura casi único.
Con un ritmo de la acción firme y sin respiro (pero sin provocar epilepsia en el espectador), una planificación perfecta, unos efectos visuales asombrosos, un reparto con una química que recuerda al cine más clásico y con una puesta en escena llena de matices, “La momia” (1999) supuso el siguiente paso lógico a la última gran película de aventuras hasta esa fecha y que no era otra que “Indiana Jones y el templo maldito” (1984). Y eso no es moco de pavo.
7º “La cosa” (1982). Infierno blanco
Muy pocas veces un film consigue superar a su referente literario, pero esta cinta de John Carpenter lo consigue con creces. Una propuesta de terror y ciencia ficción con un pulso y una pericia de artesano que deja a su anterior versión, “El enigma de otro mundo” (1951), como una anécdota discreta y simpática.
Queriendo ser más fiel a la novela original, Carpenter nos aísla física y emocionalmente de la civilización con una puesta en escena al servicio de la historia en todo momento, dosificando la acción y el terror de una forma magistral; demostrando por qué John Carpenter tiene un hueco en el olimpo de los directores. Un relato que, aparte de soberbio, nos habla de la desconfianza del ser humano como motor de supervivencia.
Protagonizada por un Kurt Russell en todo su esplendor y con un guión férreo de Bill Lancaster (hijo de Burt Lancaster) en lo que lo implícito es más amenazante que lo explícito, “La cosa” (1982) sigue siendo a día de hoy una de las mayores obras maestras del género y una película que no ha envejecido un ápice. Una muestra de la que menos es más y en la que el espíritu de Lovecraft sobrevuela a lo largo del metraje para dotarlo de un tono tétrico y deprimente. El hombre es el peor enemigo del hombre.
6º “Valor de ley” (2010). El castigo siempre llega
En 1969, Henry Hathaway estrenó “Valor de ley”; un western taciturno y crepuscular en el que se incorporaron a los personajes todos los claroscuros que se fueron añadiendo al género desde los años 40. Protagonizada por John Wayne (que ganó un merecido Oscar), es recordada como uno de los títulos claves del género.
No era tarea fácil realizar una nueva versión de este clásico. Pero no hay nada imposible para los hermanos Coen, maestros del oficio que, utilizando un reparto encabezado por Hailee Steinfeld, Jeff Bridges y Matt Damon, ponen en escena esta nueva versión como si se hubiese rodado en los años dorados del género. Una mezcla entre lo peligroso, lo contemplativo y lo miserable donde la culpa y los pecados del pasado no descansan nunca.
Sus encuadres, sus diálogos y el magnífico uso del punto de vista dotan a esta nueva propuesta de una entidad propia que la convierte en una de las mejores cintas de sus directores. La crítica se rindió ante esta película clasicista, sobria, cruda y llena de detalles descriptivos. Consiguió 10 nominaciones a los Oscar aunque, lamentablemente, tuvo que irse de vacío. Una pena, porque hablamos de un grandísimo film.
5º “El planeta de los simios” (2001). ¿Hay un alma ahí dentro?
Siendo un proyecto levantado por Fox, que quería actualizar para las nuevas audiencias la famosísima película de Franklin Schaffner y que llevaba varios años dando vueltas por Hollywood (James Cameron estuvo ligado al proyecto con Arnie en mente como protagonista), fue Tim Burton quien aceptó la propuesta del Estudio para dirigir la cinta con la condición de modificar ciertos aspectos creativos y de guión que la adecuasen más a su visión personal de la historia y a la novela original ya que no quería rodar una simple repetición de la versión de 1968.
“El planeta de los simios” (1968) es un clásico indiscutible, pero no es intocable. Si la original protagonizada por Charlton Heston funcionaba como una metáfora de la Guerra Fría y la capacidad de destrucción del ser humano, la versión de Burton, elimina esa capa pesimista para presentarnos otra más cruel, la maldad inherente en cualquier civilización y la manipulación de la fe y el orden establecidocomo arma arrojadiza.
Aunque la crítica la recibió de manera muy fría, lo cierto es que estamos ante un blockbuster muy solvente y entretenidísimo, con escenas de acción perfectamente planificadas, una dirección artística muy cuidada y unos efectos de maquillaje y prostéticos tan realistas que asustan. Igual no está entre lo mejor de Burton, pero sigue siendo una propuesta muy interesante, atrevida y diferente.
4º “Infiltrados” (2006). No ticky, no laundry
Si existe un director que pueda arrebatarle a Spielberg el título de mejor director de todos los tiempos, el único nombre que viene a la cabeza es Martin Scorsese. Un autor que nos ha regalado absolutas obras maestras del calibre de “Uno de los nuestros” (1990), “Jo, ¡qué noche!” (1985) o “La edad de la inocencia” (1993) y que con este remake de la hongkonesa “Juego sucio” (2002) nos brindó, probablemente, su mejor película. Y eso es decir mucho.
Este policiaco puro enraizado en el noir más crudo, nos cuenta una historia de traiciones, pérdidas, obsesiones y búsqueda de nuestro lugar en el mundo con unos magníficos Leonardo DiCaprio y Matt Damon que funcionan como contraposición el uno del otro, a modo de espejo roto y deformado para demostrar que tu clase social no tiene por qué definir tu futuro. O sí. A ellos se les suma un muy correcto Martin Sheen y un excelente Mark Wahlberg. Pero, sin duda, quien nos brinda una lección magistral de interpretación, es el legendario Jack Nicholson (en el último gran personaje de su dilatada carrera) en la piel de Frank Costello. Desatado, irreverente, controlando a cada momento todos los matices de su interpretación, Nicholson es la estrella de la función y demuestra por qué es el mejor actor de todos los tiempos.
Con una dirección de Scorsese que avergonzaría a cualquiera que quisiera imitarla, un montaje que es uno de los más celebrados de las últimas décadas (el uso de las puertas, los cajones e incluso sonidos como transiciones de plano son asombrosos), y una tensión "in crescendo", convierten a “Infiltrados” en una obra maestra y en una de las mejores ganadoras del Oscar a la mejor película. Poca broma.
3º “El mago de Oz” (1939). Ya no estamos en Kansas
Joel Coen afirmó una vez que cualquier película que se ruede es un intento de rehacer “El mago de Oz”(1939). Y es que la película de Victor Fleming es, según la Universidad de Turín con un estudio de más de 47.000 películas, la cinta más influyente de todos los tiempos. El ejemplo perfecto de cómo el sistema de Estudios de Hollywood funcionaba a pleno rendimiento artístico, técnico y financiero.
Para encontrar la primera versión cinematográfica de esta historia debemos remontarnos a 1910, año en que se estrenó una versión de 15 minutos basada en la obra de teatro que a su vez se inspiraba en la famosa saga literaria de L. Frank Baum. Posteriormente se realizaron más cortometrajes (algunos dirigidos por el propio Baum) basados en las novelas hasta llegar a 1925, año en el que el primer largometraje apareció con un joven Oliver Hardy en la piel del hombre de lata.
La versión de 1925 fue un éxito de taquilla, pero quedó totalmente olvidada en 1939 cuando la Metro-Goldwyn-Mayer presentó al mundo su versión musical protagonizada por Judy Garland y se convirtió desde el momento de su estreno en la película de fantasía definitiva. El referente absoluto del género. Un film con una estructura narrativa tan sólida que haría avergonzar al 90% del cine actual y una puesta en escena tan perfecta (fotografiar la vida real en blanco y negro y la tierra de Oz en glorioso technicolor es un total acierto) que lo convierten en todo lo que se ha dicho de él. Una obra maestra del cine que 80 años después sigue tan viva y tan vigente como el día de su estreno. Sin duda, Joel Coen tenía razón.
2º “Una jaula de grillos” (1996). ¿Oká?
En 1973, el actor y dramaturgo francés Jean Poiret protagonizó la comedia teatral “La jaula de las locas”. La obra cosechó bastante éxito sobre los escenarios (15 años sobre las tablas ininterrumpidamente) así que su adaptación cinematográfica no se hizo esperar bajo el título de “Vicios pequeños” (1978). Una comedia de enredo sobre una pareja de hombres abiertamente homosexuales en la que el hijo biológico de uno de ellos querrá casarse con la hija de un político ultra conservador. Para ello, deberán aparentar ser una familia de corte tradicional. Algo que les resultará muy difícil.
La cinta original estuvo nominada a 3 Oscar, incluyendo mejor dirección y mejor guión, cosechando cierto éxito internacional. A mediados de los años 90, el afamado director Mike Nichols, junto a su esposa la guionista Elaine May y la producción de United Artists, levantaron este remake que (increíblemente) supera al original en todos sus aspectos y que se erige por méritos propios como una obra maestra absoluta de la comedia. Con un tratamiento del material exquisito, que en ningún momento roza el mal gusto, Nichols reúne a un reparto perfecto (que ganó el primer SAG al mejor reparto de todos los tiempos) cuyo manejo de los tiempos cómicos, las interpretaciones al límite (sin olvidar la humanidad de sus personajes) y su conocimiento del género y del oficio elevan esta nueva versión muy por encima de su original.
Y es que, si además de tener a Nichols en la dirección, juntas a Robin Williams, Nathan Lane, Hank Azaria, Gene Hackman y Dianne Wiest, y les das un material desternillante, lo único que vas a conseguir es petróleo. Si a eso le sumamos un guión de hierro estructurado en las raíces la comedia clásica, una fotografía de Lubezki que invita a bailar la conga y una dirección artística tan compleja y tan llena de detalles y matices, el éxito, la calidad y (sobre todo) las carcajadas están garantizadas. Decía Paul Thomas Anderson que “Una jaula de grillos” es una de las dos únicas películas del mundo que cuando la pone, tiene que ver hasta el final sin importar lo que esté sucediendo a su alrededor. No le culpo.
1º “Los diez mandamientos” (1956). El relato más grande jamás contado
En 1923, el famosísimo director Cecil B. DeMille estrenó una de las primeras épicas bíblicas de la Historia del cine de la mano de Paramount Pictures. El film se convirtió en el segundo más taquillero de su año y gozó de una grandísima popularidad. Aunque nadie estaba preparado para lo que sucedería tres décadas después.
Tras ganar el Oscar por la excelente “El mayor espectáculo del mundo” (1952), Cecil B. DeMille se embarcó en una hazaña en la que, prácticamente, echaba el resto. Decidió que su próximo (y último film) fuese una nueva versión de su propia película “Los diez mandamientos”. Y para ello no reparó en gastos. No perdamos de vista que DeMille era en su época alguien así como Spielberg pero multiplicado por tres. Con rodajes en Egipto y en el Monte Sinaí, un presupuesto desorbitado que la convirtió en la cinta más cara hasta la fecha, unos valores de producción espectaculares y un reparto de primera categoría, capitaneado por Charlton Heston, Yul Brynner y Anne Baxter, Cecil B. DeMille levantó la epopeya más grande jamás filmada.
Y es que no es una afirmación a la ligera el decir que “Los diez mandamientos” (1956) es (junto a “Lo que el viento se llevó”) la mejor película de todos los tiempos. Un espectáculo de una magnitud tan inmensa que llega a abrumar por momentos. Legendaria, absoluta y magnífica. Cuatro horas de puro cine que se pasan en un suspiro. Un logro, una proeza y un acontecimiento cinematográfico que destrozó las taquillas de todo el mundo (a día de hoy es la 8ª película más taquillera de todos los tiempos) y que se quedó grabada en las retinas de los espectadores. Sin ninguna duda, el cine se inventó para que DeMille pudiese rodar “Los diez mandamientos”.
Sr. Finch