"L'immensità"

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El argumento: Roma, años 70. Clara y Felice acaban de mudarse a un piso nuevo. Su matrimonio está acabado: ya no se aman, pero son incapaces de separarse. Lo único que los mantiene unidos son sus hijos, en los que Clara vuelca su deseo de libertad. Adriana, la mayor, acaba de cumplir 12 años y presencia muy de cerca los estados de ánimo de Clara y las tensiones cada vez mayores entre sus padres. Adriana rechaza su nombre y su identidad, quiere convencer a todo el mundo de que es un chico, y su obstinación hace que el ya frágil equilibrio familiar alcance un punto de ruptura. Mientras los niños esperan una señal que los guíe, todo cambia a su alrededor y en su interior.

Conviene ver: “L’immensità” es la tercera incursión de Penélope Cruz en el cine italiano (“No te muevas” en 2004 y “Volver a nacer” en 2012) que sigue perfeccionando ese rol de “mamma” mediterránea que tan bien se le da pero recordándonos también a otras mujeres desencantadas pero con fuerza como la Gena Rowlands de "Una mujer bajo la influencia" (1974). La cinta, ambientada en la Roma de la década de los 70, se centra en una madre de familia que sufre en silencio la violencia de su marido y que se refugia en sus tres hijos, especialmente en Adriana, la mayor, que le revelará que es transexual y que se presenta a los demás como un chico. Un proyecto muy personal para el director Emanuele Crialese que se adentra en su propia familia y en sus años de adolescencia, dentro de la sociedad italiana de la época, en los que cuestionó su identidad, tal y cómo le ocurre a esa chica que quiere ser un niño frente a la incomprensión de un entorno conservador y religioso, no se sabe muy bien si por convencimiento o por el hecho de querer huir de lo que representa la mujer desde el punto de vista sumiso en aquella época. Una propuesta elegante y sombría, alegórica e íntima, que no deja de ser un drama familiar corriente y con poco fuste que pretende abarcar muchos temas, tal es el caso del desarrollo industrial, pero especialmente centrados en el conservadurismo social y en la masculinidad tóxica que lleva a una mujer ser incapaz de dejar a su marido a pesar de formar parte de un matrimonio roto. No sorprende ni destaca especialmente, siendo más simple que compleja, más allá de una arrolladora y carismática Penélope Cruz como madre atrapada en los códigos morales de la época que encuentra una válvula de escape a su existencia en sus hijos, en las fantasías de los adultos que siguen creyéndose niños y en las canciones de Raffaella Carrà inundando de verdad y dando razón de ser a la película.

Conviene saber: A competición en el Festival de Venecia 2022.

La crítica le da un SEIS