Las claves de un 2023 de cine

Las claves de un 2023 de cine

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Querido Teo:

El 2023 ha sido mucho más movido de lo que se pensaba y el cine no ha faltado recuperándose de las maltrechas economías fruto de la pandemia y volviendo a instaurar el hábito de ir al cine aunque sea para determinadas películas evento. Eso es lo que propició el fenómeno desatado por “Barbie” y “Oppenheimer” que de ser competencia estrenándose el mismo fin de semana pasaron a ser aliadas en pro de un bien mayor, el devolver a la gente a las salas. El #Barbenheimer tiñó las proyecciones de estética kitsch y color rosa por un lado e hizo perder el miedo a un drama histórico y adulto a la hora de llevar a la gente a los cines. Greta Gerwig y Christopher Nolan absolutos triunfadores del año.

Habrá que ver como prolongan esa estela en los Oscar, premios que este 2023 ya tuvieron todo un hito en “Todo a la vez en todas partes”, consolidación del sello A24 y la ganadora más incontestable en más de una década con 7 premios. Los Daniels quitaron polvo a los Oscar 2023 pero mientras unos alabaron el cambio de registro de la Academia otros todavía se hacen cruces por cómo fue capaz esta cinta tan desbarrada e inexplicable hacerse con el consenso académico.

En España en cambio la inercia de los premios fue más orgánica y aunque “Alcarràs” fue la película abrazada por la crítica (tras su triunfo en el Festival de Berlín 2022) nadie pudo cuestionar que “As bestas” le diera a Rodrigo Sorogoyen su gran noche en los Goya 2023.

Un gran año festivalero para el cine español y para sus directoras. “Creatura” ganó premio en Cannes desde la seccion Quincena de Realizadores, “20.000 especies de abejas” (que ya se hizo con el premio a mejor interpretación protagonista para la niña Sofía Otero en Berlín) ganó en Málaga, “O corno” obtuvo la Concha de Oro de San Sebastián y “La imagen permanente” se convirtió en la primera película española en ganar en Valladolid en 17 años. Elena Martín, Estíbaliz Urresola, Jaione Camborda o Laura Ferrés tienen ante sí un futuro más que prometedor.

Cannes volvió a ser el faro del cine internacional que marcaría los meses que vinieron después sobresaliendo de entre todas ellas “Anatomía de una caída”, la tercera Palma de Oro dirigida por una mujer y uno de los títulos del año dándole una vuelta al drama de pareja, el subgénero judicial y la intriga del falso culpable. Francia desperdició la posibilidad de ganar un Oscar no eligiéndola pero nos dejó uno de los trabajos del año, el de Sandra Hüller.

Las que no pudimos ver este año fueron “Dune. Parte 2” de Denis Villeneuve o “Rivales” de Luca Guadagnino. ¿El motivo? Una huelga de guionistas y de actores que paró Hollywood durante más de tres meses, algo que no sucedía desde 1960. Entre piquetes, marchas, negociaciones y faroles tanto la patronal de los Estudios como los gremios llegaron a un acuerdo mejorando condiciones, poniendo coto al temido auge de la inteligencia artificial y dejando claro que estaban condenados a entenderse si todos quieren seguir subsistiendo.

Apple TV+ decidió apostar por las salas como estrategia previa al estreno de sus películas en plataformas. “Los asesinos de la luna” se convirtió en todo un acontecimiento, no sólo por demostrar el oficio de un magistral Scorsese o reivindicar las tropelías sufridas por la comunidad india en Estados Unidos sino por poner el foco en una de las miradas del año, la de Lily Gladstone, y juntar por primera vez en una película de Scorsese a Leonardo DiCaprio y Robert De Niro.

Por si fuera poco un mes después llegó el “Napoleón” de Ridley Scott, la demostración de que el director sigue siendo nuestro viverentas favorito (siempre rodeándole muchas expectativas pero saldándose con sonoros fiascos) con Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby en una relación de poder, dependencia, pasión y toxicidad.

Estrategia diferente a Netflix que sigue limitando mucho la proyección de sus películas cuando permite que alguna de ellas pase primero por salas. 110 salas fueron las elegidas para que “La sociedad de la nieve” de Juan Antonio Bayona mostrara todo su poderío antes de que el próximo 4 de enero de 2024 llegue a la plataforma.

Una rácana estrategia que han sufrido otras películas con aspiraciones tal es el caso de “Maestro”, la segunda película como director de Bradley Cooper, o “El asesino”, la consolidación de la relación entre Netflix y David Fincher.

Si la película protagonizada por Michael Fassbender (en su año de regreso al cine con "El asesino" y "El peor equipo del mundo") destacaba por sonar de fondo las canciones de The Smiths una de las que se lleva el premio a la mejor playlist del año no es otra que “Esto va a doler” de Christos Nikou con Jessie Buckley y Riz Ahmed testeando el amor contemporáneo y la insatisfacción vital arrancando uñas entre Bonnie Tyler, Frankie Valli and the Four Seasons o The Flying Pickets.

Un cuarteto de veteranos que han encarado su película de despedida... o no. Woody Allen se explayaba por las calles de París en “Golpe de suerte”, una deliciosa intriga con ecos a “Match Point” y con claro tono vintage, Ken Loach enarbolando la bandera de la solidaridad entre desfavorecidos en una época de auge de extremismos en “El viejo roble”, Paul Schrader completando su trilogía de la redención en “El maestro jardinero” y Hayao Miyazaki en una historia de duelo y despedida con sabor testamentario en “El chico y la garza”.

Aunque para regresos el de Víctor Erice con un “Cerrar los ojos” que demostró que quien tuvo retuvo y que si el director está en el pedestal del cine español es por algo. Una historia de amistad, pérdida, memoria y recuerdo.

También alegró el otoño “El sol del futuro”, un grandes éxitos de Nanni Moretti con sus filias y fobias en un mundo en constante evolución del que es difícil no quedar descabalgado aunque un buen antídoto sea danzar al ritmo de Franco Battiato.

Y otro que sorprendió con su regreso. Walter Hill con un desinhibido western en “El cazador de recompensas”.

Ira Sachs estrenó “Passages”, dándole una vuelta al concepto de triángulo amoroso, John Carney volvía a aunar drama social y música en “Flora y su hijo Max” e Hirokazu Kore-eda implantó la estructura de “Rashomon” en la contundente "Monstruo" partiendo de un episodio de bullying para hablar de tanto en un mundo de prejuicios e individualismo.

Unos se van y otros vienen. Es el caso de Celine Song, responsable de una ópera prima que ha sido toda una joya de los sentimientos desde su paso por Sundance y Berlín a primeros de año y su posterior llegada a la cartelera otoñal. “Vidas pasadas”, uno de esos milagros resueltos con sorprendente madurez y con hondo calado.

Una cinta cuya sencillez y conexión emocional nos lleva a “The quiet girl”, la historia de esa niña irlandesa que sólo necesita hablar lo justo y con los que ella quiere, aquellos que le dan el amor del que son incapaces sus propios padres y en el que un abrazo final vale más que mil palabras.

No se queda atrás en sentimientos a la hora de hablar de la finitud del tiempo “Living”, el remake de la película de Kurosawa a la que imprimió clase y flema británica la interpretación de Bill Nighy.

“Barbie” y “Oppenheimer” no han dejado mucho más para el resto y eso se evidencia en el fiasco del universo DC que ha tocado fondo con su “¡Shazam! La furia de los Dioses”, “The Flash” o “Blue Beetle”. ¿Hay vida más allá del #Barbenheimer? Pues sí, no con tan buenos números como se esperaba pero sí con la más que digna y efectiva “Misión imposible: Sentencia mortal. Parte 1”.

El cine de animación no sólo ha tenido a Miyazaki sino que ha vuelto a dar en la diana con “Spider-Man: Cruzando el multiverso” demostrando que la franquicia animada del personaje sigue con brío. Todo en un gran año para el cine español en este campo con “El sueño de la sultana” compitiendo en San Sebastián, el estreno de “Dispararon al pianista” de Trueba y Mariscal en su homenaje a la bossa nova más de una década después de “Chico & Rita” y sobre todo con la oda a la amistad de Pablo Berger en Nueva York en “Robot dreams”.

El cine español sigue expandiendo temáticas como ha demostrado en un año en el que ha sido capaz de aunar las tres grandes vías de una cinematografía con “La sociedad de la nieve”, “Cerrar los ojos” y “20.000 especies de abejas”. David Trueba con “Saben aquell” e Isabel Coixet con “Un amor” volvieron a ser valores seguros, bien fueran en el biopic de un cómico a reivindicar o en la adaptación de un éxito literario reciente que habla de la sistémica opresión sobre la mujer, pero “Upon entry (La llegada)” ha sido una de las revelaciones del año con una tensión en apariencia tan sencilla como contundente.

Algo de espíritu noventero sigue quedando para ser avivado por algunos realizadores nostálgicos y ese es el caso de Ben Affleck que dentro de su irregular carrera como director recuperó otra forma de hacer cine, a lo “Jerry Maguire”, centrándose en la más arriesgada campaña de marketing de todos los tiempos en “Air” con unas zapatillas y una promesa del baloncesto como bazas.

¿Y el cine francés? Bien, gracias. Rara es la semana que no hay una o dos en los cines pero algunas son especialmente lucidas como “El inocente” de Louis Garrel que sigue consolidándole como uno de los tipos más interesantes del panorama actual o “El libro de las soluciones” con Michel Gondry recuperando el brío perdido hablando de lo que más conoce, sus propias manías como director.

Así como “Las dos caras de la justicia”, “Crónica de un amor efímero”, “Un paso adelante”, “Los hijos de otros” o “Una bonita mañana”, el cine francés siempre con la habilidad de contar tanto con lo que en apariencia es tan poco.

En cambio el cine italiano se quedó representado este año con una película que destaca sobre las demás en uno de los ejercicios más humanistas, sentidos y terrenales sobre la amistad masculina, “Las ocho montañas”.

Steven Spielberg nos llevó a sus inicios en “Los Fabelman” y Ruben Östlund llevó la lucha de clases a un crucero en alta mar en “El triángulo de la tristeza”. Películas que marcaron los primeros meses del año al igual que “Almas en pena de Inisherin” o “TÁR”, con las cuales Martin McDonagh y Todd Field lograron aspirar a sus primeros Oscar en dirección aunque se fueran de vacío.

No les fue también a Damien Chazelle con el desenfreno de “Babylon”, muchos le tienen ganas en Hollywood tras demostrar ser el alumno aventajado de la clase en “La la land”, o un Sam Mendes en “El imperio de la luz” que, a pesar de apelar a los sentimientos y contar con Olivia Colman en una carta de amor al cine, pasó prácticamente inadvertida.

Directores que demostraron virguería detrás de la cámara como Park Chan-wook en “Decision to leave” y otros como Ali Abbasi con la habilidad de crear un thriller de denuncia sobre la sociedad iraní en “Holy spider (Araña sagrada)”.

Ocultando que era un musical pero “Wonka” cumplió el objetivo. Un balón de oxígeno para la recta final del año contando con el favor del público familiar, el tirón de Timothée Chalamet, al que el mundo quiere imponernos como emblema de una generación, y con el sello de Paul King tras “Paddington”.

Y un año de despedidas pero de recuerdos para siempre. Gina Lollobrigida, Agustí Villaronga, Carlos Saura, Burt Bacharach, Raquel Welch, Chaim Topol, Ryūichi Sakamoto, Harry Belafonte, Helmut Berger, Glenda Jackson, Carmen Sevilla, Alan Arkin, Jane Birkin, William Friedkin, Ron Cephas Jones, Michael Gambon, Terence Davies, Piper Laurie, Matthew Perry, Richard Roundtree, Ryan O’Neal o Concha Velasco.

Nacho Gonzalo

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