La dictadura chilena en el cine
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Querido primo Teo:
El pasado 11 de Septiembre de 2023 se conmemoró el 50º aniversario del Golpe de Estado que derrocó al Gobierno del presidente socialista Salvador Allende y que dio inicio a la dictadura de Augusto Pinochet, que se mantuvo durante 17 años en los que se violaron los Derechos Humanos. A lo largo de este medio siglo directores tanto de Chile como de fuera han expuesto de alguna manera este período histórico, desde documentalistas como Patricio Guzmán, en el exilio en Francia tras el Golpe, hasta más recientemente Pablo Larraín, pasando por el siempre combativo Costa-Gavras e incluso Hollywood que puso a algunos de sus mejores actores al servicio de la izquierda chilena.
Patricio Guzmán sigue siendo a sus 82 años uno de los directores chilenos más cómodos en una trinchera y fue así desde los inicios de su carrera a finales de la década de los 60 en donde se mostró partidario de Salvador Allende. Suya es “La batalla de Chile” (1975-1979), una trilogía documental de cuatro horas y media de duración que comenzó a rodar un año antes del Golpe de Pinochet y que pudo estrenarse en Chile en el año 1997. Sabiéndose su vinculación a la izquierda y que estaba preparando un documental fue detenido en 1973 y, gracias a su tío, se pudo sacar el material grabado de Chile, siendo enviado a Cuba en donde se pudo terminar una vez liberado el director.
Patricio Guzmán desde ese momento se exilió y fijó su residencia en Francia, país en el que ha desarrollado toda su obra que jamás ha dejado atrás a su tierra, algo que pudo comprobarse con “La cordillera de los sueños” (2019) que se llevó el Goya a la mejor película iberoamericana. “La batalla de Chile”, cuyos episodios “La insurrección de la burguesía”, “El Golpe de Estado” y “El poder popular” fueron estrenados en los años 1975, 1976 y 1979, sigue siendo considerada una de las obras políticas más contundentes de la historia del cine.
En 1982 Costa-Gavras llevó a la gran pantalla la historia de Charlie Horman, un periodista estadounidense que en el año 1973 fue detenido y asesinado porque estaba investigando una posible conexión de la CIA con el Golpe militar en Chile debido a que Salvador Allende, primer presidente izquierdista elegido democráticamente en América Latina, era un elemento incómodo para el gobierno estadounidense en plena Guerra Fría.
Gavras contó con Jack Lemmon y Sissy Spacek, para que interpretaran al padre y a la mujer del periodista respectivamente. Gavras obtuvo por "Missing (Desparecido)" (1982) la Palma de Oro y Lemmon fue reconocido en el Festival con el premio al mejor actor. Posteriormente fue galardonada con el Oscar al mejor guión adaptado que se llevaron Costa-Gavras y Donald Stewart.
La escritora Isabel Allende es sobrina del presidente Salvador Allende que se suicidó tras entregarse a los golpistas el mismo 11 de Septiembre de 1973, si nos creemos la versión oficial. Prácticamente una década después de los acontecimientos Isabel Allende publicó su primera novela, “La casa de los espíritus”, con la que con un tono próximo al realismo mágico, pero también a la gran tragedia griega, narró la vida de cuatro generaciones de una familia. Salvador Allende aparece reflejado en la novela que se convirtió en un gran éxito internacional.
En 1993, cuando se cumplieron dos décadas de la caída de Allende, Hollywood, con el respaldo de Harvey Weinstein, llevó a la gran pantalla la aclamada novela de Isabel Allende. Dirigida por Bille August, en el club de los ganadores de dos Palmas de Oro, y con un reparto de campanillas en el que figuraban Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close, Winona Ryder y Antonio Banderas. No fue ningún éxito y en Chile espantó especialmente.
En este repaso a parte del impacto dejado por la dictadura de Pinochet en el mundo del cine merece un hueco especial la figura de Pablo Larraín. El hijo de los políticos conservadores Hernán Larraín y Magdalena Matte, ambos ministros de Sebastián Piñera, su padre lo fue de Justicia, ha mostrado especial interés en tener presente a la dictadura chilena en su cine. De hecho, antes de “El conde” (2023), rodó una trilogía compuesta por “Tony Manero” (2008), “Post mortem” (2010) y “No” (2012) y que le confirmó como uno de los valores en alza del cine en habla hispana.
“Tony Manero” nos presentaba a un hombre que en medio de una sociedad devastada por la dictadura militar encuentra un refugio en “Fiebre del sábado noche”. “Post mortem” nos narra una historia de amor llena de desesperanza entre el trabajador de una morgue y una bailarina que desaparece tras el asalto a la casa de la Moneda. En “No” se centró en la campaña que promovió la opción del no cuando se celebró el plebiscito en Chile en el año 1988 y que marcó el fin del régimen militar de Augusto Pinochet.
La campaña del "NO" apostó por transmitir un mensaje esperanzador de cara a un futuro sin la figura del dictador, en lugar de echarle en cara la violación de los Derechos Humanos. “No”, protagonizada por Gael García Bernal y por los habituales en la obra de Larraín como Alfredo Castro, Antonia Zegger y Luis Gnecco, fue nominada al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa.
Para conmemorar el medio siglo del Golpe de Estado Pablo Larraín ha rodado “El conde” que nos muestra a Augusto Pinochet, fallecido en 2006, como un vampiro que se alimenta de la sangre de los chilenos y que quiere reivindicar su legado, no quiere pasar a la Historia como un dictador en cuyo mandato se violaron reiteradamente los Derechos Humanos, ni tampoco como alguien que contribuyó a que su familia se enriqueciera de manera ilícita, sino como un patriota que salvó al país del comunismo, un mal todavía mayor.
Mary Carmen Rodríguez
