In Memoriam: Tom Sizemore, un alma en los infiernos

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Querido Teo:

Se ha conocido la muerte del actor Tom Sizemore a los 61 años tras varias semanas en coma al ser encontrado en su domicilio inconsciente víctima de una aneurisma cerebral. Un triste final para uno de esos actores con presencia y talento pero también sin suerte y sin cabeza sumido en una espiral de adicciones y perversiones que pusieron fin a una carrera que prometía cuando se reveló en la década de los 90.

Nacido en Detroit en 1961 decidió decantarse por el mundo de la interpretación y no seguir los pasos de su padre abogado. Tras completar sus estudios de Arte Dramático, se trasladó a mediados de la década de los 80 a Nueva York para comenzar su carrera como actor. Su físico rutilante y mirada turbia y atormentada provocó que se especializara en secundarios físicos y de carácter teniendo algunas de sus iniciales breves apariciones en “Nacido el cuatro de julio” (1989) de Oliver Stone y “Acero azul” (1990) de Kahryn Bigelow.

Precisamente ellos se convirtieron en sus grandes valedores en el momento cumbre de su carrera. Con Kathryn Bigelow también rodó “Le llaman Bodhi” (1991) y “Días extraños” (1995) y con Oliver Stone “Asesinos natos” (1994). A ellos se uniría Tony Scott con “Amor a quemarropa” (1993) y “Enemigo público” (1998). También formó parte de los repartos de “Dos duros sobre ruedas” (1991) de Simon Wincer, “Corazones y almas” (1993) de Ron Underwood, “Wyatt Earp” (1994) de Lawrence Kasdan, “El demonio vestido de azul” (1995) de Carl Franklin y “Heat” (1995) de Michael Mann, posiblemente su mejor trabajo.

En el año 1998, mientras rodaba la TV movie "Witness to the mob", entró en rehabilitación asesorado por su madre y por su gran amigo Robert De Niro. Tras esto impartió charlas a jóvenes con problemas de adicción y fue seleccionado por Steven Spielberg para que formase parte del reparto de “Salvar al soldado Ryan” (1998). Tom Sizemore comentó que participar en esta película fue un gran aliciente para él porque Spielberg le amenazó con rodar todo el film de nuevo si él daba positivo en algunas de las pruebas de drogas a las que fue sometido. No falló ni una aunque a partir de ahí eso no fuera lo habitual.

Parecía abrirse una nueva etapa en la que sólo ir al alza siendo reclutado por Martin Scorsese en “Al límite” (1999) y, posteriormente, por Michael Bay en “Pearl Harbor” (2001) y Ridley Scott en “Black Hawk derribado” (2001), pero sus problemas con las drogas no habían desaparecido y su primera mujer, la actriz Maeve Quinlan, le solicitó el divorcio por esta razón.

A partir de ahí una espiral hacia los abismos que hizo que en cine sólo se le viera en producciones de medio pelo y en algún título más o menos digno en el que casi no había mucho interés en decir que alguien tan problemático como él estaba presente. El español Óscar Aibar se arriesgó y sufrió los cinco días de rodaje de "El bosque" (2012), a la postre uno de sus trabajos más lucidos de la última época.

En 2003 cumplió condena por violencia doméstica contra su pareja en aquel momento, Heidi Fleiss, conocida como la “Madame de Hollywood”. Ella le denunció por asalto y agresión y él fue condenado a una pena de siete meses de prisión y cuatro meses de tratamiento para superar su adicción además de una orden de alejamiento que fue suspendida cuando ambos participaron en un reality de rehabilitación de famosos.

En realidad, y a pesar de sus intentos, Tom Sizemore fue un caso perdido en una industria que le tenía destinado futuros mejores de los que él pudo asumir. Posesión de narcóticos, vídeos pornográficos y acusaciones de abusos sexuales fueron la estaca en una carrera (y en una vida) en la que a pesar de no parar nunca de trabajar siempre quedó de relleno y despojado de todo estatus como un fantasma en vida deambulando hacia su final. El llenar los papeles por episodios de violencia doméstica o colar orina de otro en un test antidrogas usando un pene de pega alimentaron la crónica negra de Hollywood.

Formar parte de “Twin Peaks. El regreso” (2017) o “Mark Felt. El informante” (2017) es de lo poco destacable de un declive alargado y lleno de ponzoña en el que ni Hollywood ni los médicos que le han atendido este último mes pudieron hacer nada por corregir su carácter de irreversible.

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Nacho Gonzalo

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